Serán un centenar de actos durante todo el año 2025 para celebrar la muerte de Francisco Franco, pero el primero ha llegado este miércoles, con un Pedro Sánchez exultante que, entre otras simplezas pseudohistóricas, ha presumido de lo mucho que ha crecido la economía desde el final del franquismo pese a que creció más que durante las décadas posteriores de democracia.
Historiadores desconocidos, periodistas reconocidos de la izquierda como Soledad Gallego Díaz, reporteros con una actitud más propia de un vídeo de YouTube sobre relaciones sentimentales en la adolescencia han sido alguno de los rasgos de un acto que, probablemente, se repetirán en los posteriores.
Sin embargo, el momento estelar lo ha protagonizado el escritor Javier Padilla, nacido en 1992, diecisiete años después de la muerte del dictador, que en el coloquio que ha mantenido con Gallego Díaz ha afirmado que "en parte podía tener cierta envidia de estas personas que igual podían enfrentarse al régimen y vivir vidas muy interesantes", es decir, que sentía envidia de los represaliados de la dictadura.
No obstante, rápidamente se ha corregido en parte, asegurando que "las vidas que tenemos los jóvenes son más libres", lo que no ha evitado que haya sido criticado con rapidez en las redes sociales.
Su frase completa ha sido esta: "Se podía ser antifranquista desde muchos puntos de vista y, a mí, me sorprendió que al principio en parte podía tener cierta envidia de estas personas que igual podían enfrentarse al régimen y vivir vidas muy interesantes, pero luego pensando desde el día de hoy creo que las vidas que tenemos los jóvenes son más libres", ha dicho.
Aunque resulta chocante –y bastante ridículo– afirmarlo de esa forma, y más en un acto supuestamente serio, lo cierto es que Padilla ha verbalizado un sentimiento que es muy común en la izquierda española, que parece echar de menos un combate contra la dictadura en la que ellos no pudieron estar por obvias razones generacionales… y sus padres tampoco estuvieron porque tenían otras cosas que hacer.