
El papa Francisco ha fallecido este lunes 21 de abril a los 88 años. Tras su fallecimiento, se abren nuevas incógnitas sobre la elección del nuevo sucesor y el proceso del cónclave.
Los nombres más utilizados
La fumata blanca indica que se ha elegido un nuevo Papa. Aunque antes de todo, los cardenales preguntan al ganador si acepta su elección. A continuación, le preguntan: "¿Quo nomine vis vocari?" (‘¿Cómo quieres ser llamado?’).
Elegir nombre papal es muy importante, pues así va a ser llamado durante su Pontificado. Los obispos elegidos son libres de elegir cualquier nombre o mantener el suyo. A lo largo de la historia, los más repetidos son Juan (23 veces), Gregorio (16 veces), Benedicto (16, siendo el último Benedicto XVI, fallecido en 2023), Clemente (14), Inocencio y León (13), y Pío (12). Mientras que los menos utilizados son Pedro, Anacleto o Francisco (solo una vez con Francisco I). Los únicos con nombre compuesto son Juan Pablo I –primer Papa en tener un nombre doble, que homenajea a sus predecesores Juan XXIII y Pablo VI– y Juan Pablo II.
¿Nombre de pila?
Cabe destacar que elegir nombre no siempre fue relevante, ya que hasta el siglo VI, los Papas utilizaban su nombre bautismal como nombre papal. Sin embargo, Juan II tomó ese nombre y no Mercurio –su nombre real–, ya que no le parecía apropiado llamarse como un dios pagano. A partir del siglo XI empezó a generalizarse la costumbre, a excepción de Adriano VI y Marcelo II, que se quedaron con su nombre de nacimiento. No fue hasta el año 1555, con Pablo IV, cuando empezó la tradición de elegir un nuevo nombre. Muchas veces la elección del nombre puede ser objeto de devoción a un santo o predecesor al que admiran. Por el momento, toca esperar la fumata blanca que anunciará al próximo sucesor de Francisco I.
El cónclave y nombres malditos
Como curiosidad, el nombre de Pedro no se ha vuelto a usar por ningún Papa, ya que hay una leyenda de que Pedro II será el último Pontífice antes del fin del mundo.
Francisco I eligió ese nombre por Francisco de Asís, fundador de los franciscanos, el santo de los pobres.
Actualmente se elige al nuevo Papa a través de un cónclave. Los cardenales escriben el nombre del candidato en un papel que depositan en un cáliz en orden de antigüedad. La votación es secreta, pero los votos se cuentan delante de todos.