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Antonio Escohotado

Carta de Antonio Escohotado a Gustavo Bueno

El mercado existe siempre, aunque allí donde imperan los enemigos del comercio lo traficado son personas en vez de cosas.

Antonio Escohotado | David Alonso Rincón

Querido Gustavo:

Me hubiese gustado que las dos horas dedicadas por vuestra Fundación a Los enemigos del comercio (en lo sucesivo LEDC) se hubiesen dedicado a su empeño de "precisar quiénes y en qué contexto han venido alegando que la propiedad es un robo y el comercio su instrumento". Pero compruebo que se reducen a establecer si coincide, disiente u olvida el materialismo filosófico (en lo sucesivo MF) formulado por tu padre. Las dos docenas de asistentes se felicitan unos a otros por lo bien que conocen el MF, y lo exacta que ha sido su crítica de LEDC, aunque echo de menos una sola observación sobre los resultados de mi pesquisa.

El primer ponente empieza imputándome "no tener una teoría del comercio", ni una "metodología" y tampoco una "ontología". Pero recuerdo a tu padre diciendo textualmente a Marina: "Escohotado es el único con un tratado de corte clásico sobre ontología, Realidad y substancia". En cuanto a metodología, ahí está Caos y orden, y por lo que respecta a "una teoría del comercio" sería excelente saber a qué se refiere.

Recuerdo a tu padre diciendo textualmente a Marina: "Escohotado es el único con un tratado de corte clásico sobre ontología, Realidad y substancia".

Unas 700 páginas se dedican a la secuencia de teóricos que partiendo de la escolástica desemboca en la Escuela de Salamanca, sigue con los mercantilistas, los fisiócratas franceses y alcanza una cumbre provisional con Cantillon, Montesquieu, Hume y Smith, para reanudarse en tono algo menor con Ricardo, Mill, Owen, Marx y los cooperativistas, hasta cobrar de nuevo altura con Menger, Marshall, Wicksell, Schumpeter, Kondratiev, Pigou, Keynes y Hayek, sin omitir un breve apunte sobre el delirio idealista de Mises-Rothbard.

¿Debo formular una teoría personal del comercio? El ponente menciona "el modo asiático de producción" como si fuese un arcano ignorado, pero la Teoría del desarrollo económico (1913) de Schumpeter le enseñaría a llamarlo "anillo producción-consumo". En vez de atribuir a Marx el hallazgo de esa "alternativa", comparará el reino de su estable penuria con la espiral ascendente del desarrollo.

El segundo ponente dedica una intervención mucho más larga a que hago mal consultando la Wiki inglesa en vez de la española, y –no es broma- a si Bing Crosby pudo vender mil millones de vinilos. Nueve décimas partes de su tiempo se dedican a que exagero los muertos en los comienzos de la Rusia soviética, cosa bien posible; pero no dedica una sola palabra a los sucesivos discursos de Lenin sobre la situación económica, ni a las relaciones de Stalin con el equipo planificador y la Oficina Censal (concluidas con el fusilamiento de algunos, y el despacho de otros hacia alguna dependencia del sistema gulag), a despecho de que LEDC dedique cuatro capítulos a esa evolución.

Al contrario, no menciona siquiera la palabra "purga", y termina dudando de que Stalin se propusiera "convertir la demografía en herramienta propagandística". Cuando cede de nuevo la palabra al primer ponente, éste observa que incurro en "psicologismo" por entremezclar la exposición de la obra de Marx con su peripecia vital, como si mencionar sus furúnculos ocupase más de tres líneas, y no se dedicaran un centenar de páginas al aparato analítico del Das Kapital. Alega también que ignoro los Grundrisse, aunque haya un epígrafe entero dedicado a su única novedad, el llamado Fragmento de las máquinas.

A tal punto LEDC se instrumentaliza en función del MF que nadie menciona su descubrimiento primordial: el mal negocio inherente a la esclavitud, la servidumbre y –desde Lenin- el "reclutamiento industrial obligatorio". Antes de estudiar el asunto, sencillamente no lo sabía; pero ninguno de los presentes toma en cuenta las numerosas y variadas peripecias que me lo fueron demostrando desde la antigüedad a nuestros días. Precisamente esas peripecias, no alguna hipótesis previa, muestran que el mercado existe siempre, aunque allí donde imperan los enemigos del comercio lo traficado son personas en vez de cosas.

Quien querría reducir los intercambios pacíficos a Estados siente nostalgia por el engendro despótico llamado COMECON

¿Tiene sentido decir, por ejemplo, que "los Estados no pueden ser enemigos del comercio"? ¿Acaso prohibir el trabajo por cuenta propia –la constante comunista- no cortocircuita el comercio internacional, fulminando con ello el volumen potencial de lo importado y exportado? He ahí, sin embargo, que quien querría reducir los intercambios pacíficos a Estados siente nostalgia por el engendro despótico llamado COMECON, aunque LEDC examina en detalle la diferencia entre ese ruinoso pacto y el Plan Marshall.

Tampoco falta quien me llama "maniqueo" por aludir a contrastes como Atenas y Esparta, Cartago y Roma. Supongo que será maniqueo también distinguir emic y etic, e Imperios generadores y expoliadores, y lamento que se ignore el capítulo dedicado a Mani. Ese mismo ponente afirma que no entro en la ontología de Marx, aunque dedico al tema un epígrafe tan explícito como "La ontología colectivista".

Para entonces el coloquio lo asumen personas que reducen su información a algún vídeo de YouTube, como un joven iberoamericano airado ante "el contrasentido del liberalismo", y el evento termina con alguien para el cual "sería indecente" por mi parte "no responder a la acerada y exacta crítica aquí expuesta".

En fin, te mando estas líneas para demostrar que no quiero ser "indecente". Tan solo me decepciona lo que está pasando con la obra de tu querido padre, ahora pretexto para un rebrote de dogmatismo, donde su pasión por el estudio se transforma en algo tan alejado de la ecuanimidad como una secta nacionalcatólica. Ojo con el MF, tras tanta experiencia con el DIAMAT, muy materialistas ambos si no fuesen rabiosamente viscerales. Quien estudia para confirmar no estudia, y quien no estudia es un pobre arrogante, que mendiga ciencia infusa y obtiene a cambio verdades reveladas, indiscernibles de órdenes.

Ruego que comuniques mi preocupación a la militancia con estas líneas, y aprovecho para mandarte un abrazo fuerte.

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