Andrés Amorós propone esta semana, en su serie de libros relacionados con pandemias, el clásico Diario del año de la peste, de Daniel Defoe, considerado una de las cumbres de la literatura inglesa de todos los tiempos. Se trata de un relato novelado en el que se describen con crudeza los horribles acontecimientos que coincidieron con la epidemia de peste que asoló Londres y sus alrededores entre 1664 y 1666.
Es el libro favorito de Gabriel García Márquez que, curiosamente, escribió un guión para su adaptación a una película de ciencia ficción mexicana de Felipe Cazald. Trasladaba la plaga a un ciudad mexicana de 15 millones de habitantes.
Este Diario del año de la peste es el libro más cercano a la situación actual. Daniel Defoe (1660-1731) lo publicó en 1722, tres años después de escribir su obra más reconocida, Robinson Crusoe. La plaga tuvo lugar en 1664, cuando él sólo tenía 5 años. Tenía recuerdos de infancia pero además se basó en un diario de su tío Henry Foe y por ello firma al final H.F. "DAP. Observaciones y recuerdos de los más notables sucedidos, públicos y privados, que acontecieron en Londres, durante la gran plaga de 1665, escritos por un ciudadano que se quedó todo el tiempo allí".
Su estructura no se divide en capítulos e incluye estadísticas, ordenanzas, datos sobre enfermedad y alguna historia que le han contado de forma dialogada. Finge que habla un talabartero al que hacen inspector de casas. Es un estilo moderno, implacable, sin barroquismos ni retórica. La novela arranca con dudas del protagonista sobre irse de Londres o quedarse.
Daniel Defoe se convierte en testigo de los comportamientos humanos más heroicos pero también de los más mezquinos: el ser humano, heroico (criados que cuidan a sus amos) y mezquino (ladrones, padres que abandonan a hijos). Resulta de una actualidad total porque, igual que ahora, el único remedio, encerrarse. También habla de la falta de previsión, de los bulos, los miedos, cómo los ricos huyen. Aparece el heroísmo de médicos que aparecen "con sus protectores en la boca" y que mueren después de batallar contra la enfermedad.
"He escrito tan detalladamente porque no sé si podrá ser de utilidad a los que vengan detrás de mí, si les aconteciere verse amenazados por el mismo peligro… más en calidad de orientación de sus actos que de historia de los míos, puesto que no les valdrá un ardite saber qué ha sido de mí".