"La pusieron encima de mi pecho desnudo. Parecía una barra de pan caliente que no paraba de gritar". Quizás este no sea el pensamiento que espera tener una madre inmediatamente después de dar a luz. "Volví a casa con la vista fija en la cara de Violet en el carrito, sin dejar de pensar por qué no me parecía que fuera lo mejor que me había pasado nunca". Y ese no sea el comentario que nadie espera que diga.
La escritora canadiense Ashley Audrain comenzó a escribir El instinto (Alfaguara) cuando su bebé tenía seis meses, al descubrir que la maternidad no era como se la había imaginado. "Cuando mi bebé tenía dos semanas, le diagnosticaron una enfermedad crónica y vivimos semanas en un hospital de Toronto, fue un tiempo muy difícil. Todas las cosas que iba a disfrutar con él, darle el pecho, pasear, no se produjo como yo creía. Eso puso todo patas arriba. Sentí una gran culpabilidad, sentimientos muy duros que tuve que gestionar como madre. Escribir fue un modo de liberar todos esos sentimientos y trabajarlos. Cuando echo la vista atrás, cobra sentido que escribiera sobre esos lugares tan oscuros y tenebrosos donde estaban todos esos miedos porque me permitió afrontarlos en un entorno controlado. Yo creo que si no hubiera sido madre, no hubiera podido escribir este libro", aseguró la escritora canadiense, que presentó la novela de forma telemática.
Es una novela perturbadora, cruda y franca, que engancha desde la primera página, y que propone un debate sobre las expectativas frente a la realidad. "Yo quería adentrarme en las expectativas que se tienen sobre las madres y que las madres tienen sobre la maternidad. Eso es tabú. Podemos lamentar tener hijos, desear no haberlos tenido nunca y eso es muy difícil admitirlo. Una mujer puede encontrarse atrapada en la maternidad y lamentar esa decisión, pero es una conversación que una madre no puede tener con nadie", insistió Audrain.
El instinto se ha lanzado de forma simultánea en más de 30 países y aparece en la lista de los más vendidos de The New York Times, siendo número 1 en Canadá desde su publicación. Está escrita en primera persona por la protagonista, Blythe, una joven era feliz y enamorada de su marido que se ve sobrepasada por los cambios que experimenta tras la llegada de su hija Violet. No se siente gozosa ni realizada por haber engendrado vida en su seno. "Yo tan solo me esforzaba porque siguiera viva", dice la protagonista. Ese desapego termina afectando, inevitablemente, a la pareja. La narración de la experiencia de Blythe se intercala con los recuerdos de su propia infancia, y de la infancia de su madre, a cuál más complicada.
Es una versión de la maternidad dura que se enmarca dentro de un guión perfectamente posible: "Si bien el libro no es autobiográfico, sí que hay muchas emociones en esas páginas que yo he sacado de mi propia vida. Los personajes son muy distintos a mí, sobre todo el personaje principal", asegura Audrain, que admite que le ha costado releer algunos capítulos mucho más que escribirlos: "He tenido dos hijos durante los tres años que he tardado en escribir el libro. No me costó separar mi parte de escritora de la de madre, pero cuando leo esas escenas, me resultan más difíciles que cuando las escribí".
Resentimiento y maldad
Por otro lado, El instinto indaga sobre el origen de la maldad: "Una madre no cuenta con traer al mundo un niño que sufra. No cuenta con tener un niño que se muera. Y tampoco cuenta con crear una mala persona" (Pág. 123). "La idea de lo innato frente a lo aprendido, ese es el debate", explica la canadiense. "Siempre que veo que alguien ha hecho algo horrible pienso en quienes criaron a esa persona y lo educaron, pero no para juzgarles sino por curiosidad. ¿Creerían que eran capaz de algo así? ¿Cuándo se dieron cuenta? Ese tipo de preguntas siempre ha despertado mi interés. Traemos un hijo al mundo y siempre confiamos en que sea una buena persona, pero no sabemos lo que llevan en su interior. Hay una tendencia natural en pensar que los niños no pueden tener maldad en su interior, pero en el fondo no lo sabemos, es algo que desconocemos".
En este sentido, hay un juego psicológico muy interesante porque hay muchos momentos en los que la protagonista siente que se ha vuelto loca, que no puede ser real lo que está viendo y se siente sola frente a esa realidad, pero el lector siempre la percibe como narrador fiable.
Audrain explora de forma impecable el resentimiento que siente la protagonista: hacia su madre, por convertirla en lo que es hoy; hacia su hija, por no ser lo que esperaba; hacia el marido, por no ser el apoyo que necesita. "El resentimiento es algo muy normal, es una de las emociones más ligada a la maternidad y que avergüenza a mucha gente. Una madre ve mal culpar a un hijo, es algo que no se reconoce y se convierte en algo venenoso. En la novela, ese resentimiento también se traslada al matrimonio. Ambos lo sienten el uno por el otro, se convierte en algo muy tóxico, venenoso".
Aspirar a la perfección
En muchos ámbitos de la vida –cree la escritora – aspiramos a la perfección, sentimos la obligación de ser lo que esperan de nosotros, un peso que se multiplica respecto a la paternidad y maternidad. "Esa presión de ser los padres perfectos ha existido siempre. Esta generación, yo tengo 38 años, hemos sido padres en las redes sociales, estamos conectados con muchísima gente y exhibimos gran parte de nuestra vida. Hay una presión para dar una imagen determinada de cara a la galería. Incluso por presentar a nuestros hijos de una forma determinada. Lo que hacemos es filtrar mucho para mostrar esa vida perfecta. Eso hace que la maternidad y la paternidad sea más compleja".
En los últimos años, la literatura ha explorado los claroscuros de la maternidad. "La maternidad está ligada a un miedo terrible y ese miedo es tan importante como el amor que tiene una madre por su hijo. Es un miedo a que le pase algo a su hijo. Eso es lo que las mujeres que han escrito sobre maternidad han querido escribir, el miedo a que, como madres, pongan en peligro a sus hijos. Las mujeres no pueden hablar de esto sin sentir que hay algo que falla en ellas y la ficción es el lugar desde donde se puede hablar de este tema de una forma segura. Hay una experiencia catártica, uno se pone en la piel de una mujer a la que le pasa esto y se expone a esos sentimientos. Es algo muy bueno".
Ashley Audrain. El instinto. Traducción: Carlos Jiménez Arribas. Alfaguara, 2021. Páginas: 328 Precio: 19,90 euros.