
Óscar Herradón, autor de Libros Malditos, ha hablado en Es la Mañana de Fin de Semana sobre los misterios y leyendas que rodean a millones de libros que fueron prohibidos en su época por ser considerados demoníacos.
El saber en la actualidad
Desde la Antigüedad, el soporte escrito siempre ha sido temido: "era un arma poderosa", ha afirmado Herradón, ya que muchos libros estaban prohibidos porque amenazaban con destronar a reyes, acabar con facciones políticas, sociales, etc. Además, Herradón ha destacado que actualmente "se siguen censurando textos y persiguiendo a autores", como, por ejemplo, Roberto Saviano, escritor de Gomorra, amenazado por la mafia italiana.
En otros casos, bibliotecas míticas como la de Alejandría o Bérgamo han desaparecido sin conocerse las causas claras detrás del suceso: ataques externos, no se sabe quién fue el autor (árabes, romanos…), una mala gestión, etc. Por lo tanto, parte del saber se ha perdido.
Asimismo, "la mala actuación de los gobernantes también ha hecho que se pierdan textos y libros de un valor incalculable", ha subrayado Herradón, pues aunque algunos mandatarios han defendido el saber, también había biblioclastas.
Magia negra
Otro género de libros perseguidos fueron los grimorios, cuyo contenido se combatía con los libros de magia natural, que tuvieron su esplendor en el Renacimiento, ya que eran textos con rituales de magia vinculada con el cosmos y considerada buena. A diferencia de los grimorios, que eran utilizados por brujas y hechiceros para invocar espíritus demoníacos. Además, muchos de estos textos malditos daban miedo por el poder que atribuían al hechicero o porque se creía que aquel que los leía podía morir.
Uno de los grimorios más famosos es Las clavículas de Salomón, del que se han hecho muchas falsificaciones, y del que Herradón ha comentado que "aunque a día de hoy no tenemos ese supuesto libro del Rey Salomón, se cree que podría tratarse del testamento del Rey Salomón, donde habría ocultado las claves mágicas de la Cábala".
Literatura y brujas
Malleus Maleficarum fue el primer tratado que inició la caza de brujas, y que fue avalado por el propio Papa de Roma. Sin embargo, Herradón ha argumentado que "siempre se persiguió la hechicería". En el texto, se exponía que las brujas eran el enemigo y, por ello, había que perseguirlas y quemarlas, lo cual provocó centenares de miles de víctimas. "No fue la Inquisición la que persiguió a las brujas, sino que fue en la órbita protestante donde se realizó una caza de brujas y hechiceras mucho mayor", ha explicado Herradón.
Lo desconocido o contrario siempre ha causado rechazo, por lo que, según Herradón, "cualquier creencia que considerara que el libro de otro credo, de otra secta, de otra facción política… era un libro que no debía distribuirse". Es decir, el Corán era un libro maldito para un cristiano de la Edad Media y viceversa.
Los libros malditos también han existido en España, pues, en el caso del reinado de Carlos II, "el Hechizado", se le hizo creer que estaba poseído por el maligno y por eso no podía tener hijos. Sin embargo, la razón verdadera es que querían destronarlo por intereses políticos; de hecho, él fue el último de los Austrias y después llegaron los Borbones.
La alquimia
Herradón ha dicho que eran "textos herméticos destinados a un grupo selecto de personas" y ha añadido que "se realizaron prácticas alquímicas en El Escorial". Felipe II tuvo cuatro bancarrotas durante su reinado, por lo que acudió a charlatanes para recuperar el dinero.
El rey estaba interesado en Los plomos del Sacromonte, libro que se cree que era una falsificación de los moriscos (algunos de ellos traductores de Felipe II), por lo que el rey encargó a Benito Arias Montano, su hombre de confianza, que analizara los libros plúmbeos del Sacromonte para comprobar si eran verídicos. "A día de hoy sigue siendo uno de los misterios bibliográficos más grandes de la Historia de España", ha comentado Herradón.
Cabe destacar que todos estos libros se dirigían a un público entendido en la materia, "por lo que solían ocultar entre sus páginas una serie de claves, incluso criptográficas", ha dicho Herradón. Lo interesante es que muchos siglos después, el misterio sigue sin resolverse.