
Junio es el mes más bello en Granada. La Alhambra, el Generalife y el palacio de Carlos V se convierten en inauditos escenarios de las principales actuaciones del Festival de Música y Danza. Pocos espacios al aire libre tan diáfanos, hermosos y adecuadamente acústicos como los que la ciudad de Boabdil e Isabel ofrecen al aficionado a la música clásica, el ballet y la ópera, pero también al flamenco, una combinación que cobra todo su sentido en la senda marcada por Manuel de Falla y Federico García Lorca desde el primigenio Festival de Cante Jondo de 1922.
El Festival de Música y Danza comenzó su andadura posteriormente, en 1952, y la tradición es que se desarrolle durante los meses de junio y julio. Recogió y amplió la senda de los conciertos sinfónicos que se celebraban en el patio del palacio de Carlos V (no se vayan de Granada sin visitar dentro del recinto el Museo de Bellas Artes, pequeño, delicado y sutil, entre Alonso Cano y Sánchez Cotán) desde finales del siglo XIX durante las fiestas del Corpus Christi.

En un Festival por el que han pasado de Karajan a Celibidache, pasando por la Filarmónica de Berlín y la Philharmonia Orchestra, este año destaca como primus inter pares la Filarmónica de Viena, uno de esos conjuntos legendarios de los que espera la perfección suprema en la interpretación aunando técnica y espíritu (Lorenzo Viotti dirige La isla de los muertos de Rachmaninov, el Capricho español de Rimski-Korsakov y la Sinfonia nº 7 de Dvořák).
A dos cursos de la conmemoración de la fecha redonda del 75 aniversario del Festival, será este también el relevo de su director. Antonio Moral ha estado los cinco años de su contrato que no han podido ser más brillantes, tanto por la programación principal como la aledaña, también del más alto nivel, que se desarrolla en otros escenarios como la iglesia de San Jerónimo o el Hospital Real. El italiano Paolo Pinamonti ha sido elegido para sucederle, tras un concurso público de méritos, y será, por tanto, quien pilote la cercana 75 edición.
En Granada he presenciado cosas que no creeríais. A un consagrado Daniel Barenboim al piano encadenando bises en el Palacio de Carlos V como si quisiera ver amanecer en el Albaicín. O a la también pianista, pero jovencísima, Alexandra Dovgan en el Patio de los Mármoles del Hospital Real haciendo derramar lágrimas de sentido y sensibilidad. Este año especialmente está dedicado al 200 aniversario de mi compositor romántico favorito, el vienés de adopción Bruckner, del que se interpretarán cuatro de sus nueve sinfonías. Al ser también protagonista el vienés de nacimiento Schubert (entre otras, la integral de las 12 Sonatas completas para piano a cargo de Paul Lewis y tres de los últimos grandes cuartetos de cuerda), Granada sella un pacto de hermandad con la capital austríaca.
Dentro del apartado de música contemporánea será el español José María Sánchez-Verdú el Compositor residente de esta edición, que estrenará varias obras y dirigirá algunas de sus ya consagradas. De especial interés tiene su banda sonora para la proyección de Nosferatu (Murnau, 1922) dirigiendo él mismo a la Orquesta Ciudad de Granada.

Este Mundial de instrumentistas, orquestas y compositores que se celebrará del 7 de junio al 14 de julio cuenta, además, con la Orquesta de la Suisse Romande con Charles Dutoit, la Gustav Mahler Jugendorchester con Kirill Petrenko, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León dirigida por Vasily Petrenko o a Klaus Mäkelä dos noches con la Orquesta de París, la incombustible y genial pianista Martha Argerich, la Orquesta y Coro Nacionales de España con David Afkham, y el no menos mítico Jordi Savall con su Le Concert des Nations reviviendo a Vivaldi y Bach en el Carlos V. Veteranos como Elisabeth Leonskaja y Sir András Schiff se combinan con jóvenes ya consagrados como Seong-Jin Cho, Alexandre Kantorow o Juan Floristán.
No veremos rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser, pero sí el esplendor en el mármol de la Consagración de la Primavera según la Orquesta de la Suisse Romande con dirección de Charles Dutoit. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Pero que nos quiten lo escuchado. Hora de visitar Granada.
