
La muerte de Miguel Morales Barreto, de 75 años, que mantenía desde hace varias temporadas el liderazgo de Los Brincos, mítico grupo pop, llena de luto el mundo de la música. Gracias a él, el conjunto que se disolvió en 1971, tras una gloriosa etapa para la juventud, pudo rehacerse a comienzos del nuevo siglo, con la incorporación de otros componentes. Banda que hasta la fecha seguía interpretando los viejos éxitos del conjunto para deleite, sobre todo, de un público nostálgico, y de otro de nuevas generaciones, con aquellas canciones que tanto hicieron soñar: "Flamenco", "Borracho", "Un sorbito de champán", "Tú me dijiste adiós", "Mejor", "Lola"… Con la desaparición de Miguel Morales la pregunta es si Los Brincos continuarán su ya larga trayectoria o quizás se disuelvan o busquen otra denominación y quizás también repertorio. Una pena, en todo caso.
Los Brincos, historia de la música española
Miguel Morales procedía de una familia filipina, madre de esa nacionalidad y padre catalán, que se instaló en Madrid a comienzos de los años 60. El mayor de los hijos, Antonio, conocido como "Junior" para no confundirse con su progenitor de igual apelativo, destacó como un pionero del rock y el pop rock, fundador de Los Brincos, con Fernando Arbex, Juan Pardo y Manuel González. Con esa formación triunfaron entre 1964 y 1971, cuando se produjo su final. Hubo varios cambios en su formación, con la incorporación de Ricky Morales y luego en 1968, su otro hermano, el ahora fallecido Miguel, que contaba entonces dieciocho años. Con anterioridad había pertenecido a Los Pekenikes. La pregunta que surgió entre los muchísimos seguidores de Los Brincos era la de cuál había sido la causa de su adiós inesperado, puesto que aún gozaban de la suficiente popularidad. No fue otra que la decisión de su casa discográfica instándoles a que cambiaran de repertorio y estilo, con lo que sus miembros no estuvieron de acuerdo y no continuaron con el contrato.
Miguel tocaba la guitarra rítmica. Al desaparecer Los Brincos en la fecha antes señalada siguió dedicándose a la música, integrado en Barrabás, una banda de rock progresivo que duró solo unos pocos años. Más tarde en su papel de compositor continuó trabajando, entre otras actividades como autor de bandas sonoras cinematográficas.
Pasó bastante tiempo y en el año 2000 Miguel Morales se reunió con Fernando Arbex, que había sido el alma de Los Brincos, su líder y coautor, junto a Juan Pardo, de la mayoría del repertorio del grupo, llegando a la conclusión de que podrían volver otra vez a los escenarios, buscando otros componentes, además de ellos dos. Dio la casualidad, o quizás es que yo mismo así me lo propuse, no lo recuerdo bien, que la noche de su reaparición en La Coruña, yo me encontraba de vacaciones en la capital gallega. Y fui uno de los cuarenta mil espectadores que en la playa de Riazor contemplamos a los nuevos Brincos, escuchándolos entre recuerdos del pasado. Fue un evento pleno de añoranzas que para Miguel y Fernando significó seguir actuando a partir de aquella nocturna y exitosa jornada.
Los Brincos compitieron en adelante con grupos del momento. Pero no fueron desplazados, llenando cada sitio donde se anunciaban. Tres años más tarde, en 2003, Fernando Arbex se fue de este mundo, tras un dramático proceso, como me comentó su hermana Roseta (la de la canción que le dedicó Camilo Sesto). Y Miguel, entonces, se hizo cargo de Los Brincos, que a partir de ese año estaba integrado por el batería Félix Arribas, veterano de los antiguos Pekenikes; el benjamín Jaime Zelada, a cargo de los teclados; Manolo García (no confundir con el fundador de Los Burros), que se ocupaba del bajo; Francis Cervera, guitarra solista y al frente de todos ellos, Miguel Morales, guitarra rítmica, voz, con la ayuda de sus compañeros haciendo coros.
Durante estos últimos veinticinco años ininterrumpidos, Los Brincos han recorrido toda España, sobre todo los veranos, para recordarnos las viejas canciones del idolatrado grupo.
Su familia
Miguel Morales, barbado, con un sombrero de paja que no dejaba de llevar por la calle, tenía un apacible carácter. Como músico, era magnífico. Se casó con una popular actriz, la madrileña ahora con setenta y tres años (dos menos que él) Fedra Lorente, que aparte de participar en un montón de comedias cinematográficas, de exuberante físico, popularizó el personaje de "La Bombi" en una de las temporadas de "Un, dos, tres…" donde convirtió una frase pronunciada con acento sensual en un recurso coloquial de quienes la veían cada semana en la "tele", diciendo aquello de: "¿Y por qué será? Y eso duele…".
No pudiendo tener descendencia, tras varios embarazos frustrados según me confesó Fedra, la pareja, casada a principios de la década de los 70, decidió adoptar una niña colombiana llamada Alejandra, que llenó de felicidad su hogar, ahora triste con el fallecimiento de Miguel. Lo lloran, además de Fedra, sus sobrinos Carmen, Antonio y Sheila, los hijos de Rocío Dúrcal y Junior.

