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SERIEMENTE

'Los Supervivientes', la serie australiana de misterio que arrasa en Netflix

Los Supervivientes es una correcta mezcla de thriller y drama disponible ya en Netflix.

Los Supervivientes es una correcta mezcla de thriller y drama disponible ya en Netflix.
Los supervivientes | Netflix

La serie australiana Los Supervivientes, disponible íntegramente en Netflix, ofrece una inmensidad de paisajes costeros de dron al espectador, aunque no es precisamente un paseo por el campo para sus protagonistas. La historia trata de equilibrar los puntos de vista de dos generaciones distintas ante una serie de sucesos trágicos del pasado y ofrece la oportunidad, oh sorpresa, de asistir a una nueva combinación de drama familiar, intriga policial y thriller psicológico en formato miniserie.

Padres y amigos viven a la sombra de la muerte de sus familiares, ya sea accidental o aparentemente fortuita, empezando por Kieran, que regresa a su localidad natal en Tasmania una década después de haberse visto implicado en uno de esos sucesos. Basándose en la novela de Jane Harper, superventas en Australia, Los Supervivientes confía en una sustancia adherente que se ha revelado fundamental para las novelas que ocupan las principales mesas de novela negra las librerías y series que copan cada semana el algoritmo: el misterio y puro procedimental para unir las distintas partes de un drama y ofrecer al espectador la impresión de un destino, la promesa de una resolución.

Se trata de un recurso usado en exceso, pero sería injusto reprochar a Los Supervivientes su utilización: la serie ideada por Tony Ayres trata desesperadamente de hacer bien su trabajo… cosa que consigue, aunque un tanto trabajosamente. La serie, al fin y al cabo, trata de ser honesta consigo misma pese a usar ambas vías, la del drama y el thriller, y no llevar particularmente lejos ninguna de ellas, pero tampoco tiene culpa alguna de que hayamos visto más de cinco series de la misma estirpe este mismo mes.

Se trata de una fórmula probada anclada a un estereotipo, el del hijo no precisamente pródigo que regresa, que el relato sabe bañar de una indisimulada tristeza. La melancolía y los secretos familiares producto de ese mismo dolor guían las acciones de unos personajes que parecen vagar por un paraje idílico pero extrañamente solitario, que aunque se presenta de manera demasiado genérica, conformista respecto al libro de estilo de Netflix, sin duda consigue imprimir una sensación similar al espectador. En Los Supervivientes la maldad no se presenta de manera gratuita sino que parece producto de esa tragedia que golpea ese puñado de almas perdidas.

Mucha palabrería, lo sabemos, para definir una serie convencional, correcta, no particularmente larga (seis capítulos se antojan adecuados) y que no genera entusiasmo, pero que reviste corrección (y paisajes playeros tasmanos) por los cuatro costados. Que algunos hubiéramos preferido la veta de salvaje horror rural australiano de Wolf Creek o directores como Greg McLean es más un capricho personal que una necesidad real.

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