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Por qué 'Silencio', la serie de Eduardo Casanova de vampiras y SIDA, está escandalizando al público

Silencio, estrenada en Movistar+, es una. miniserie de tres episodios que está generando polémica por su mezcla de vampiras y SIDA.

Silencio | Movistar

Glam, camp, kitsch, trash… podemos adoptar todos los anglicismos que quieran para describir la labor tras las cámaras de Eduardo Casanova, actor de la telecomedia Aída que ha logrado abrirse camino tras las cámaras con una pecular mezcla de autoría, desparpajo y sí, caradura.

Silencio, su serie de vampiras concebida como metáfora del VIH realizada de la mano con la ONG Apoyo Positivo y Movistar, ofrece al espectador tres capítulos de breve duración donde utiliza los procedimientos del género para vehicular no ya tanto una denuncia social, sino un mundo personal que van desde los inevitables Almodóvar y Lynch hasta Cronengerg y Waters.

Suena de maravilla, pero todos nos sabemos lo que pasa con los envoltorios llamativos: a menudo contaminan el medio ambiente. Y el medio ambiente que ha recibido Silencio ha sido el de la polémica en redes sociales ya desde su presentación en el último Sitges.

Algunos evidentemente no pueden entrar por la puerta (delantera o trasera) del pretendidamente hortera universo de Casanova, otros se escandalizarán por alguna que otra imagen explícita mil veces vista en la Transicion (hay que decir que María León lo da todo en el tercer capítulo, el mejor de todos) y otros por el indisumulado ejercicio "queer" de una ficción gritona y pretenciosa. Pero la verdad es que el medio ambiente ya estaba contaminado de antes y Eduardo Casanova se divierte provocando, como con esas declaraciones sobre las subvenciones que ahora sus detractores le recuerdan.

La serie de vampiras con VIH y lenguaje inclusivo de Eduardo Casanova indigna en redes sociales

En lo relativo a la serie, el autor recurre a un prisma fundamentalmente humorístico que permitiría añadir a los Monty Phyton a la fórmula expuesta más arriba. El director de Pieles (film con el mismo ADN) tiene un incuestionable buen ojo visual, nadie a estas prontas alturas puede discutírselo, y el diseño de producción (debido a él mismo) y el maquillaje resultan excelentes, mejor que algunas interpretaciones.

En realidad, Silencio es un melodrama romántico hipervitaminado como ópera bufa que utiliza la metáfora del vampirismo para abordar el VIH de una manera evidente, cosa que -por otro lado- es lo que el cine de género siempre ha hecho: hablar en clave y desde los márgenes. Novedad cero en este punto, y esto es tanto una defensa como una crítica al producto, por mucho que Casanova esté evidentemente satisfecho de haber conseguido su propio "épater la bourgeoisie" de diciembre de 2025.

Porque donde Silencio ya no brilla tanto es en su exceso de diálogo, quizá para maquillar las limitaciones técnicas de una serie que en ese sentido es, por otro lado, irreprochable, y que no produce los efectos deseados sino que precisamente los estrangula. Casanova intenta crear un ritmo trepidante a traves de los diálogos y una edición de cortes rápidos, pero ese procedimiento pronto le deja sin recursos, y esos mismos diálogos no siempre funcionan. Los capítulos son afortunada e inteligentemente cortos, y el director y guionista se vale de ello para cambiar de tercio en cada uno de ellos, empujando la serie desde la parodia al cliché de La Bruja y el cine de terror de A24 al del cine quinqui español más sórdido y tremendo, ganando densidad con el cambio.

Tan juguetona como irreverente en su afán de llamar la atención, enternece su naturaleza bienintencionada y a la vez lo provocador de sus imágenes, aunque lo que petardo es, petardo se queda. Silencio es una miniserie que gustará exactamente a aquellos adeptos a los que iba dirigida, que vuelve a apuntar maneras de cineasta, pero que no acaba de gestionar totalmente su propio absurdo.

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