
Sydney Sweeney es, desde hace años, una de las figuras más reconocibles del Hollywood contemporáneo. Su impacto no se explica únicamente por su presencia en pantalla, sino por su capacidad para convertirse en un fenómeno cultural global incluso en momentos profesionales irregulares. Tras captar la atención del gran público con interpretaciones intensas en series como Euphoria y The White Lotus, la actriz alcanzó un nuevo nivel de popularidad con la comedia romántica Cualquiera menos tú, un inesperado éxito de taquilla que la consolidó como estrella.
Sin embargo, ese impulso se ha visto seguido por una etapa complicada en términos comerciales. Títulos como Madame Web, Eden o Americana no han cumplido las expectativas en taquilla, a los que se añade Christy, un ambicioso biopic sobre una leyenda del boxeo femenino. Para este último proyecto, Sweeney llevó a cabo una exigente transformación física que despertó comentarios sobre una posible candidatura a premios importantes, especialmente tras recibir un Spotlight Award en el Savannah Film Fest.
El inesperado interés de la política conservadora
La dimensión pública de Sweeney dio un giro cuando se conoció que estaba registrada como votante republicana. La reacción no tardó en llegar desde las altas esferas del conservadurismo estadounidense. El propio Donald Trump celebró la noticia, mientras que el vicepresidente JD Vance ironizó en un pódcast sobre la respuesta con una frase que se viralizó rápidamente: "Mi consejo para los demócratas es que sigan diciendo que todo aquel que piense que Sydney Sweeney es atractiva es un nazi".
Para Vance, el ataque a la actriz ejemplifica cómo los sectores progresistas, a su juicio, "han perdido completamente el juicio" al arremeter contra una intérprete "normal, estadounidense y hermosa, haciendo un anuncio de vaqueros".
"Hombre del año"
Uno de los momentos más comentados del año para la actriz llegó cuando la revista GQ la nombró "Hombre del año", un reconocimiento que tradicionalmente se reserva a figuras masculinas. El galardón vino acompañado de una entrevista en vídeo con la periodista Katherine Stoeffel, que generó cierta incomodidad al insistir en que Sweeney debía justificarse por su participación en una campaña publicitaria de American Eagle.
La expresión de la actriz durante la conversación, captada en un gesto entre desconcierto y tensión, se convirtió en meme. Poco después, Sweeney aclaró su postura en una entrevista con Life, rechazando el papel de símbolo político: "Cualquiera que me conozca sabe que siempre intento unir a la gente. Estoy en contra del odio y la división. En el pasado, mi postura ha sido no responder nunca a la prensa, ni de manera negativa ni positiva, pero recientemente me he dado cuenta de que mi silencio sobre este tema solo ha ampliado la brecha, no la ha cerrado. Así que espero que este nuevo año nos centremos más en lo que nos conecta en lugar de en lo que nos divide".
De icono sexual a musa cultural
A ello se suman rumores sobre una relación con Scooter Braun, figura polémica de la industria musical por su enfrentamiento con Taylor Swift. Incluso Jeff Bezos habría puesto sus ojos en ella como posible futura chica Bond, en parte por su inversión millonaria en la marca de lencería de la actriz.
Mientras su figura sigue generando debate, Sweeney vuelve a imponerse donde mejor sabe hacerlo: en la pantalla. Su último estreno, el thriller La asistenta, coprotagonizado por Amanda Seyfried y basado en la novela de Freida McFadden, ha recaudado entre 19 y 20 millones de dólares en su primer fin de semana.



