
El invierno para los aficionados a los toros es un periodo de reflexión y de lectura. Los ecos de las faenas que suceden allende los mares en la temporada americana no hacen más que alimentar el deseo que el deshielo dure poco y florezca una campaña más para poder seguir a sus ídolos de feria en feria. Sin embargo, entre libros se nutre también esa espera. Con el frío han llegado a las librerías dos joyas que a cualquier aficionado le gustaría tener en su biblioteca: Historia del toreo, de Néstor Luján, y Los heterodoxos del toreo, de José Alameda.
El rescate de estas obras ha sido posible por El Paseíllo. Una editorial que sólo publica libros taurinos, o con alguna relación con la tauromaquia, y que ha sacado un sello para reeditar libros clave de la literatura taurina. Libertad Digital se cita en Córdoba con sus artífices: el editor David González Romero y el escritor, traductor y responsable de la revista Boletín de Loterías y Toros, Fernando González Viñas. Sevillano y cordobés, las dos almas que han hecho posible esta aventura, cuentan cómo de la editorial El Paseo, una amistad forjada en la publicación obras como Manolete, biografía de un sinvivir, traducciones del expresionismo alemán de los años 20 y 30 y, además, de la afición a los toros, salió un proyecto cuidado que reclama "normalidad" para una actividad cultural de primera magnitud como es la tauromaquia. Por ahora han publicado a Andrés Amorós, Paco Aguado, Zabala de la Serna, Robert Ryan, al propio González Viñas con su libro sobre el Cordobés, y muchos más.
Libertad Digital: ¿Tiene sentido lanzarse a publicar libros taurinos en pleno siglo XXI?
Fernando González Viñas: Ahora más que nunca. Siempre hacer la transgresión es lo que te lleva realmente a ser un clásico. El día que nos convirtamos en clásicos pues renunciaremos a El Paseíllo y buscaremos otra cosa, pero ahora mismo parece transgresión aunque en el fondo no lo es. Lo que pasa es que se quiere ver así y se quiere ver como una cosa proscrita y es todo lo contrario. Es decir, que la gente siga asistiendo a una plaza de toros con una palabra que le gusta mucho a David: normalidad; y hablar de toros con normalidad y que no pase nada por sacar libros de toros. De hecho, nos lo está demostrando la propia editorial. ¿Qué pasa? Que si tu proscribes, si las librerías, por ejemplo, que antes tenían siempre sección taurina, renuncian a esa sección la gente se va a ir y se están yendo a las plataformas digitales, pero el público sigue ahí. Es decir, el hecho de que tú le quites la sección taurina en una librería no significa que la gente no vaya a comprar porque hoy en día todo el mundo que pueda manejar un ordenador para comprar. Por suerte la mayoría de librerías aunque no tengan sección taurina siguen teniendo libros de toros.
David González Romero: Lo que ha dicho Fernando es importante: reclamar la normalidad porque lo que no era normal era que los libros de una temática tan potente como la taurina en España estuvieran de alguna manera orillados. Y, cuidado, que no le echo la culpa a los libreros sólo, también se la echo a la falta de oferta. No había tampoco una oferta editorial sostenida en temática de toros y la gente se desacostumbra. Sin embargo, si tú le das una oferta bien nutrida la gente se vuelve a acostumbrar a comprar libros de toros con regularidad.
FGV: Es verdad que, por ejemplo, ahora cuando hemos sacado la colección de clásicos hemos decidido incluso numerarlos, cosa que no hemos hecho con los demás, porque nos hemos dado cuenta que, de alguna manera, queremos fijar a la gente para que tenga todos los números. Está la cosa de decir: vamos a sacar esto y si alguien le falta un número sabe que le está faltando un clásico. Hay mucha gente muy joven que desconoce los clásicos de los toros y tiene ansia de conocerlos. Es un poco la idea de los clásicos y del resto.
DGR: Y, además, hay una cosa importante, también desde el punto de vista del sello editorial, de las colecciones y de la coherencia del proyecto: era importante dar una idea de editorial y no solo de colección. Porque damos la sensación de que la vamos a nutrir. Si nosotros, por ejemplo, sacamos un libro como el de Manuel Escribano esta primavera o algo como lo de Robert Ryan tal y como lo hacemos simplemente la gente lo compra como algo accidental. Pero si lo hacemos como una política sostenida de oferta, es posible que mucha gente que no se hubiera comprado el libro de Escribano se lo compre porque ya está en la dinámica de seguir una editorial que se dedica a un tema que le gusta. Entonces creemos que esa continuidad y esa coherencia también va a facilitar y va a engrosar, digamos, el seguimiento de la editorial y de los títulos que hagamos. Porque vamos a hacer títulos de todo tipo. De rescates literarios, libros sobre toreros en activo, sobre toreros retirados… Ahora estamos haciendo esta línea que acabamos de abrir que y, sinceramente, no podemos ocultar que estamos sorprendidos por la acogida que ha tenido, concretamente, la línea de clásicos. Ahora acaba de salir Los heterodoxos del toreo de Alameda y ya hay gente preguntando cuándo sale nuestra edición de El hilo del toreo y, la verdad, es muy gratificante porque eso te ayuda también a trabajar y a currártelo.
LD: ¿El hecho de que la editorial esté entre Córdoba y Sevilla hace que haya algo de contrapeso cultural respecto a otras grandes ciudades donde están los centros editoriales?
FGV: Sí, sí.
DGR: Sí, sí, sí. Estaba cantado que iba a ser así, entre otras cosas porque somos de aquí, pero eso no sé si es una ventaja o un inconveniente. Yo llevo luchando como editor, digamos periférico, mucho tiempo y es verdad que hay cosas que llaman la atención, pero en general tu catálogo te cuesta un poquito más darlo a conocer. Vamos a ser periféricos aunque tratemos un tema que también culturalmente se ha convertido en algo periférico. Yo creo que en principio la acogida en los medios, digamos, del centralismo de Madrid y Barcelona está siendo muy buena. Presentamos el Luján dentro de poco en Barcelona, en Madrid tenemos una acogida mediática también estupenda. Hay muchísimo público de toros en Madrid, donde está la Feria de San Isidro, que es la que concita 1.000.000 de personas que que hacen que los toros al cabo del año sean posiblemente uno de los mayores espectáculos de masas de este país. No te oculto que hay un cierto efecto que me gustaría llamarlo reactivo y no reaccionario. Por algo que es evidente: cuando tú te pones a perseguir algo de una manera tan inopinada, realmente puedes crear también una reacción en en contra, ¿no? Entonces, que reverdezcan algunas zonas que han tenido buena tradición de cultura taurina que ahora estaban de capa caída y que haya cierto ánimo allí a nosotros nos alegra muchísimo.
LD: La Fiesta siempre ha estado perseguida y muchas veces por las autoridades; en otros casos se ha usado por los que mandan como un remedo del pan y circo. Sin embargo, hoy en día parece que la presión animalista ha encontrado un caldo de cultivo en la ignorancia de muchos. Por suerte, se ve cierto resurgir en algunas plazas y más jóvenes en los tendidos.
FGV: Sí, de todas maneras, yo no lo llamaría presión animalista, yo creo que todo es cíclico. Va subiendo y bajando. La presión anti es muy superficial, es decir, de alguna manera, yo creo que nunca ha habido un antitaurinismo tan superficial como ahora. ¡Jamás! Si hablamos de historia del antitaurinismo ahí está Eugenio Noel, y decimos, este lo que quería era cambiar el país y consideraba que uno de los males eran los toros. El antitaurinismo actual es una pose absoluta. Yo creo que, incluso sin esa presión, hubiésemos asistido tarde o temprano a un ciclo como el que estamos viviendo con las plazas llenas y con un montón de gente joven en la plaza porque todo acaba siendo etapas, como el capitalismo en el que vivimos. Creo que, además, nosotros con los libros no es que nos anticipásemos a eso, sino que, de alguna manera, veíamos que era factible que ese hueco estaba empezando a llenarse y había que ponerle los medios para esa gente que va nueva a la plaza. Luego, el aficionado taurino siempre ha estado muy interesado por la historia y la simbología de lo que está viendo. Yo dudo mucho se hayan escrito tantos libros de ensayo sobre una materia tan popular como es caso de la tauromaquia. Hay una cantidad de libros de ensayo, nosotros hemos aportado Montesquieu en el ruedo, de González Troyano, porque el aficionado a los toros encuentra ahí respuestas que lo mismo dentro de la plaza no acaba de tener.
DGR: Y, aparte de eso, hay otra cosas también muy interesante desde el punto de vista de los toros. Los toros encierran tantas cosas que, normalmente, cuando se escribe bien de toros, se está escribiendo de otras cosas también y se llega a otras cosas por ese camino. En el mismo siglo en el que empiezan las corridas de toros más o menos formalizadas en España en Europa a lo que pasa está asistiendo es espectáculos mucho más crueles como son las ejecuciones públicas. Para mí, los toros son una estilización de muchas cosas que en el resto de Europa no ha existido. La cultura taurina para mí es una gran aportación de la cultura, digamos ibérica, al resto de Europa. Lo que pasa es que no lo queremos ver. Francia, que ha sido el imperio cultural con Alemania y con Inglaterra, llega a adoptar por la fuerza que tiene una cultura emanada de Iberia.
FGV: Han sabido ver antes que la tauromaquia, que es una cosa popular evidentemente, es cultura, cosa que aquí parece que ha tardado en aceptarse. Es más, hoy en día se pone todavía en en cuestión. Otra cosa es que hablemos de qué tipo de cultura es. Pero ponerla en cuestión… y no vamos a hablar de ministros (risas).
DGR: ¿Qué cultura es? Para mí, es una cultura que, de alguna manera, me hace mantener un aliciente que a lo mejor otras culturas, otras formas culturales, ya no me producen. Yo no voy con la misma emoción a una sala de cine o de teatro o a un espectáculo de música que a una corrida de toros. Tengo una expectativa ya que se produce algo muy singular, una experiencia muy directa en mi vida y que ya en otros espectáculos u otros acontecimientos que están mediados por el escenario, por la posesión del artista, por la posesión hegemónica, pues realmente te conviertes en alguien más pasivo.
FGV: Porque participas tú como espectador. Es decir, no eres pasivo y esa participación no es como la del deporte ya que aquí afectas al resultado. Hay una serie ahí de circunstancias que no te encuentras en en otras actividades.
DGR: En los toros se produce un milagro y en el teatro lo que se produce una codificación ilustrada. En los toros sigue existiendo un código de público que se perdió en determinado momento por la codificación cultural de los espectáculos como el teatro. En los toros se mantiene cierto milagro que, la verdad, lo hace una cosa muy atractiva, más allá de que alguno no quiere acercarse a él por otras cuestiones y prejuicios.
FGV: Digamos que somos la última resistencia contra las ideas ilustradas.
DGR: De alguna manera, sí.

LD: Sin embargo, la tauromaquia moderna nace de la Ilustración.
FGV: Eso es así. El primera cartel publicitario en España es un cartel de toros de 1737 en Madrid. Si tú te lees la letra pequeña, tú ves la evolución social del país porque te ponen, por ejemplo, antes del siglo XIX que estaba prohibido arrojar palos, naranjas, incluso gatos y perros muertos. Pero eso no es porque el público de toros fuese más salvaje que el resto, en el fondo estaba más más educado que el resto porque está la autoridad intentando controlar. Luego en el siglo XX multan si se arroja una almohadilla.
DGR: En el tema de la Ilustración hay una dinámica que es muy reduccionista por parte de los que se creen ilustrados. Hay gente que se cree ilustrada, que aplica una una reducción al mundo de lo ilustrado que no tiene nada que ver ni tiene correlato histórico. La ilustración es un hecho absolutamente contradictorio y de ahí pudo salir la cosificación de los toros como acontecimiento urbano popular y, al mismo tiempo, pudo salir la prohibición desde los gobiernos. Urtasun puede creerse muy original, pero no está más que repitiendo lo que han hecho los Borbones durante un siglo. Urtasun llega al ministerio y, además, no ha hecho absolutamente nada más que hablar de los toros. A nosotros nos ha venido de perlas aunque es bastante torpe.
DGR: Él se puso a hablar de toros nada más llegar y ese es el típico espejismo del falso ilustrado. Superficial totalmente. Y, además, le recuerdo a Urtasun que cuando los Borbones, que no creo que tengan mucha simpatía porque se supone que es de un partido que quiere la República en España, llegan a España, lo primero que hacen es prohibir los toros. Felipe V hace que en Madrid no se den toros en 24 años y Carlos III y Carlos IV tienen prohibiciones. Esa misma prohibición de la corrida de toros es un poco espejismo y no tiene una realidad ni un correlato y pasa lo mismo ahora. Es decir, un señor que dice que hay que prohibir o que hay que quitar un premio agarrándose a un argumento de mayorías y minorías. Es un error absoluto. Si no, yo mañana me pongo a juntar firmas para quitar los espectáculos de titiriteros o de marionetas y lo consigo porque son más minoritarios todavía.
FGV: A ver, los toros siempre han tenido que luchar contra la politización. No es la primera vez que se intenta prohibir los toros. Los que vamos a la plaza, en el fondo, a la mayoría nos disgusta la utilización política de los toros lo que pasa es que cuando por un lado la balanza se inclina, pues por el otro lado intentan inclinar de otra manera.
LD: Ahora con la película de Albert Serra, Tardes de Soledad, se está viendo como un nuevo acercamiento de los intelectuales hacia los toros y que ha ganado la Concha de Oro en San Sebastián.
FGV: Es que esa película es descarnada y carnal. Carnal, porque no esconde nada, pero descarnada, porque te muestra lo que son los toros. La interpretaciones pueden ser múltiples, pero te está enseñando una cosa que te enseñan los toros que es la verdad. El otro día la vimos en el Festival de Sevilla, conozco a Albert Serra y ha sabido captar en la película esa cosa compleja que son los toros.
DGR: La película tiene una cosa muy interesante también porque hay una insistencia en mostrar el combate del torero y el toro. Lo que se intenta reflejar es el combate lo más duro posible entre el lomo y los cuernos del toro y la muleta y la posición del torero. Y, la verdad, que eso tiene un efecto muy curioso, que es que recuerda el combate que realmente existe y que muchas veces, por la percepción que se tiene bastante equivocada del toreo y de la corrida de toros, se piensa que ese combate no existe.

LD: ¿Habéis visto que haya más demanda de nuevas publicaciones o de reedición de clásicos como los que habéis publicado?
DGR: Bueno, nosotros estamos recién salidos con esto y no sabemos exactamente qué alcance va a tener. Tenemos buenas sensaciones. Sí que estamos muy satisfechos con cierto producto medio que ha funcionado muy bien. Hay libros de la primera tacada que han funcionado estupendamente. Eso nos demuestra que hay una demanda que hace haya terreno para una editorial como esta. Es verdad que sí que hay un fenómeno que nos animó mucho en el caso de los clásicos, y es que desde hace tiempo venimos detectando que hay un público nuevo que no ha tenido ni la herencia ni la referencia bibliográfica y que, además, se encuentra que toda las referencias bibliográficas básicas del mundo taurino muchas están perdidas, no se encuentran o estaban a precio de locos. Es incomprensible que un autor como Alameda o esta Historia del toreo de Luján fueran joyas inencontrables. Son aportaciones, visiones, que para el mundo taurino son centrales. Entonces, para el público nuevo que se acerca a lo taurino tienen que tenerla a mano si quieren verdaderamente enterarse por esto.
LD: ¿Qué libro soñáis con publicar en El Paseíllo?
FGV: Es difícil. A ver, para mí la Historia del Toreo de Néstor Luján era uno de esos sueños tal y como lo hemos sacado con esa tauromaquia, que es un texto desconocido absolutamente. Es texto que salió en español y en inglés con fotografías de Catalá Roca. Para mí ser editor de Luján es como para David ser editor de Marcel Proust. Es verdad que yo le tengo mucho cariño a un librito que se puede encontrar muy fácilmente que es El espejo de la tauromaquia de Michel Leiris. Entonces quizá en el futuro podamos hacer algún añadido y me parece fundamental, pero es una cosa breve.
DGR: Yo, por ejemplo, estoy muy orgulloso de que en El Paseo salió en su momento la edición definitiva de Joselito El Gallo, rey de los toreros de Paco Aguado que, para mí es brutal. Otra alegría es lo que estamos haciendo con Néstor Luján y lo que vamos a hacer con Alameda, recuperar todos sus libros a buen ritmo y hacerlo, además, con cierta pulcritud y severidad editorial porque muchas veces el mundo de la publicación taurina ha sido muy informal y la verdad es que hay unos batiburrillos en los libros importantes en el que se pierden mensajes. Mi obsesión es seguir buscando, pero si me preguntas por libros que me hubiera gustado hacer por ejemplo, yo no pensaba que iba a hacer un libro como Capas de olvido, la autobiografía de Robert Ryan. Yo no sabía que lo iba a hacer y lo he hecho en El Paseíllo. Es un libro maravilloso, un libro que tiene diez o doce momentos que resumen la pulsión de cualquiera, no solo por los toros, sino por otras cuestiones, de naturaleza humana y de condición humana. Es una cosa que nos hemos encontrado y, sin embargo, ha sido un sueño de libro haberlo podido editar.
FGV: Una joya literaria. Es de esas cosas que si fuese de otro tema estaría en boca de todo el mundo.
DGR: Hay dos fenómenos que a mí me interesan mucho. El primero, el rezumo que te deja un libro como Capas de Olvido. Un libro taurino que seduce a gente que no son taurinos. Me resulta muy interesante hacer libros de ese tipo donde la materia taurina hace rezumar otras cuestiones y engrandece esa literatura. El otro es que vayan apareciendo libros en El Paseíllo que no sean estrictamente de toros. El Catalán de la Mancha, la novela de Santiago Rusiñol, publicada hace poco es un libro que no es estrictamente taurino sino tangencial. Tanto una cosa como otra cada vez me interesan más.
LD: ¿El calendario de publicaciones para 2025 lo tenéis completo?
DGR: Y para 2026 (risas).
FGV: Sí, porque como sacamos cuatro o cinco libros no queremos sacar más porque tampoco podemos abusar. No podemos sacar doce libros al año porque ni nos da el trabajo y no sé si nos darían las cuentas (risas).
DGR: Una continuidad excesiva en una temática como esta creo que al final nos llevaría a cierta dinámica que cogió incluso la colección La Tauromaquia de Espasa Calpe que era que sacaba libros rotundos, pero al año también sacaba cosas que no eran tan rotundas simplemente por la política de colección. Nosotros hemos establecido una cosa razonable que es sacar entre cuatro o máximo cinco títulos al año. Pero siempre queremos que todos los libros tengan una defensa, sean muy honestos y aporten. No puede ser tampoco que vayamos a sacar cosas por sacar o cosas a lo mejor sencillamente anecdóticas. Yo creo que casi todos los libros que están sacando El Paseíllo suponen una aportación, un descubrimiento, tienen un aliciente y, digamos, construyen una colección seria.