
Los tambores de guerra suenan con fuerza en Líbano. Los continuos ataques de Hezbolá contra el norte de Israel y la respuesta del país hebreo con una operación de inteligencia que va a pasar a la historia, tras hacer explotar al unísono los buscas y walkis con los que se comunican los miembros del grupo terrorista, hacen atisbar que el enfrentamiento armado es inevitable. Israel, de hecho, está moviendo nuevas unidades al norte de su territorio.
En medio de los dos contendientes, se encuentran en estos momentos unos 650 militares y guardias civiles españoles. Son los encargados de custodiar parte de la Blue Line, una línea virtual que separa el sur de Líbano del norte de Israel, delimitada en algunos casos por vallado y en otros por bidones de colores, y que no es una frontera sino la línea de repliegue de Israel del año 2000 tras su avance sobre el Líbano tras ser atacada por Hezbolá.
Los efectivos de las Fuerzas Armadas españolas se encuentran en la zona bajo misión de las Naciones Unidas, con el objetivo de mantener controlada esa demarcación y que elementos ajenos a los contendientes pudieran reactivar de nuevo un conflicto bélico. Estos casos azules forman parte de un despliegue de casi 10.000 militares de una cuarentena de países. Una misión que fue renovada a principios de septiembre con el apoyo de Líbano e Israel.
El jefe de la Brigada del Sector Este de UNIFIL (Misión de Naciones Unidas en Líbano), general Guillermo García del Barrio, ha señalado en las últimas horas que debido a la situación que hay en las zona las medidas de seguridad de los militares españoles en la operación "se han visto incrementadas con la finalidad de priorizar siempre nuestra seguridad".
Según ha explicado, las medidas de seguridad "se establecen en función de la situación" y se traducen en tres niveles: el nivel 1 marca la obligatoriedad de portar el equipo de protección personal -chaleco antibalas y casco- siempre a mano; el nivel 2 conlleva acoger a todo el personal en la posición de Naciones Unidas más cercana y llevar el equipo de protección puesto; y el nivel 3 supone desplazarse a los búnkeres que existen en las diferentes posiciones.
"Además, en nuestras patrullas próximas a la línea de separación entre Israel y Líbano, siempre realizamos nuestros desplazamientos en vehículos acorazados y nunca solos, manteniendo siempre contacto permanente con nuestra base", ha continuado el jefe de la Brigada.
Tras los ataques de los últimos días, "estas medidas se han visto incrementadas fundamentalmente en el tiempo que pasamos en los niveles 2 ó 3 de seguridad con la finalidad de priorizar siempre nuestra seguridad en el cumplimiento de los cometidos asignados", ha añadido el general del Ejército de Tierra. Es decir, que los militares españoles han limitado las patrullas terrestres y se están bunkerizando.
En la base Miguel de Cervantes, ubicada en la localidad de Margayoun, al sur de Líbano, donde está desplegado el gran grueso de las tropas españolas, hay un total de 21 búnkeres de seguridad con capacidad para algo más de 2.000 personas. Además, también hay búnkeres de menor capacidad en los puestos 4.28 y 9.64 de la Blue Line, donde también están desplegados militares españoles.

