
Siauliai es la cuarta ciudad más poblada de Lituania. Una posición que ostenta pese a superar por poco los 100.000 habitantes. Allí se encuentra la Colina de las Cruces, un santuario tan nacionalista como religioso levantado como símbolo de identidad nacional frente a la opresión de la Rusia zarista y la Unión Soviética. También la veterana base aérea de Zokniai, que hace décadas fue un punto estratégico para la Fuerza Aeroespacial soviética y ahora en zona OTAN.
En esta base se encuentran desde el pasado mes de agosto unos 200 militares del Ejército del Aire y Espacio, que conforman el denominado Destacamento Vilkas. Con ocho cazas Eurofighter Typhoon –cuatro en activo y cuatro en reserva–, y un A400M de reabastecimiento en vuelo, este despliegue está conformado por pilotos, mecánicos, armeros, personal médico y de apoyo logístico o económico.
Están en uno de los puntos más calientes de Europa. Unos 200 kilómetros al sur se encuentra el exclave ruso de Kaliningrado. Unos 300 kilómetros al este está la frontera con Bielorrusia, la férrea dictadura que actúa como títere de Rusia. Y unos 200 kilómetros al sureste, el corredor de Suwalki, una zona de tensiones y viejas aspiraciones políticas sin resolver que separa a cuatro países: Rusia, Bielorrusia, Polonia y la propia Lituania.
El objetivo de esta misión, de Policía Aérea en el Báltico, es proteger el espacio aéreo de las tres repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania), que no tienen medios suficientes para garantizarla por ellas mismas. En el momento de su integración en la OTAN, en 2004, llegaron a un acuerdo con el organismo internacional para que fueran otros socios de la coalición, con capacidad para ello y con carácter rotativo, quienes les garantizasen esa protección aérea.
La principal amenaza a la que se enfrentan son los cazas, bombarderos y aviones de transporte de la Fuerza Aeroespacial rusa. Éstos suelen violar de manera continuada el espacio aéreo de estos países cuando vuelan entre Rusia y su exclave de Kaliningrado, además de volar fuera de este espacio aéreo incumpliendo las normas internacionales de aviación, es decir, sin plan de vuelo notificado, con el transpondedor apagado o con ninguna de las dos cosas.
La invasión rusa de Ucrania obligó a reforzar las rotaciones que los países de la OTAN hacían en estos países. De manera paralela, se han disparado las incursiones rusas en su espacio aéreo. En las últimas semanas la tensión se ha elevado aún más con la intromisión de drones rusos en el espacio aéreo polaco y con el incidente por drones desconocidos en los principales aeropuertos de Dinamarca y Noruega.
Una tensión que los militares españoles desplegados en Lituania han experimentado también en primera persona. Los Eurofighter del Ejército del Aire y el Espacio han efectuado una docena de intercepciones de aeronaves rusas desde que desplegaron en agosto. Entre ellas, aviones militares como los Ilyushin IL-76, Tupolev TU-154 o Ilyushin IL-20, o cazas como los Sukhoi Su-27 y Sukhoi Su-30.
Las trazas de radar no identificadas, es decir, las aeronaves militares rusas, son siempre localizadas desde el Centro de Operaciones Aéreas Combinadas (CAOC) que la OTAN tiene en la ciudad de Uedem, en Alemania, desde donde se controla el espacio aéreo de toda la mitad norte del continente europeo. La otra mitad sur se controla desde el CAOC de Torrejón de Ardoz, en Madrid.
Cuando los radares detectan esas trazas sin identificar, se da la señal de alerta a la base de Siauliai o a la que corresponda (también hay cazas para proteger el Báltico en Estonia). En ese momento, suena por los altavoces de las instalaciones un aviso de scramble, la operación de intercepción e identificación de las aeronaves no identificadas. Hay dos tipos de scramble: Alpha scramble (operación real) o Training Scramble (misión de entrenamiento).
Los pilotos de los dos cazas que están de guardia terminan de ponerse el equipo –que llevan puesto a medias durante todo su turno–, los mecánicos y armeros dejan lista la aeronave y tras recibir los últimos datos de la misión en la cabina del Eurofighter despegan en apenas unos minutos para interceptar e identificar la aeronave desconocida. Hasta la fecha las aeronaves rusas nunca han planteado problemas cuando han sido interceptadas e identificadas.

