
El Mundial de Estados Unidos, México y Canadá 2026 ya ha empezado a mostrar su verdadera cara mucho antes de que ruede el balón. Y no es precisamente la más amable para el aficionado medio, tras darse a conocer los exorbitados precios de las entradas para seguir a la selección española. Se confirma lo que muchos temían: acudir al mayor espectáculo futbolístico del planeta será, para la gran mayoría de bolsillos, un ejercicio de resistencia económica más que una fiesta popular.
Según los datos comunicados por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) en el primer periodo de solicitud de entradas de la FIFA —con un cupo limitado al 8% del aforo por partido—, los precios oscilan desde cifras relativamente asumibles hasta cantidades propias de un evento de súper lujo. Todo ello, además, en un sistema que incorpora precios dinámicos en función de la demanda.
Fase de grupos: del esfuerzo al primer aviso
Para los partidos de la fase de grupos, el rango de precios ya marca una clara frontera. La entrada más barata para ver a España ronda los 165 euros, correspondiente a la categoría inferior del debut ante Cabo Verde en Atlanta. En ese mismo encuentro, una localidad de categoría alta se sitúa cerca de los 462 euros.
El segundo partido, frente a Arabia Saudí y también en Atlanta, eleva ligeramente el listón: desde unos 203 euros en la zona más económica hasta aproximadamente 552 euros en la categoría superior. El tercer encuentro del grupo, ante Uruguay en Guadalajara, se mueve entre los 245 y los 647 euros, dependiendo de la ubicación. Es decir, incluso en la fase inicial del torneo, seguir a España supone un desembolso que, en muchos casos, supera el precio de un abono de temporada en varios clubes de Primera División.
Eliminatorias: la escalada imparable
Si España avanza en el torneo, la factura se dispara. En dieciseisavos de final, las entradas parten de unos 218 euros y alcanzan los 564 euros. En octavos, el rango sube hasta situarse entre 273 y 712 euros. Pero es a partir de los cuartos de final cuando el Mundial deja definitivamente de ser un evento accesible.
Y es que en la ronda de los ocho mejores del torneo los precios se mueven entre 629 y 1.333 euros, mientras que una semifinal puede costar desde 851 euros en la categoría baja hasta casi 2.935 euros en la más cara. Y la final, el gran escaparate del fútbol mundial, rompe cualquier referencia previa: los precios van desde unos 3.875 euros hasta superar los 8.000 euros en las mejores localidades.
Ver a España levantar la Copa del Mundo, si llegara el caso, tendrá un precio equiparable al de un coche de segunda mano o a unas vacaciones familiares completas.
Un sistema bajo sospecha
La FIFA ha confirmado que el Mundial 2026 utilizará un sistema de precios dinámicos, similar al de los grandes eventos musicales o a la aviación comercial. Esto significa que los precios pueden subir o bajar según la demanda, el momento de compra o la fase de venta. En la práctica, el aficionado queda expuesto a una carrera contrarreloj en la que las entradas más baratas desaparecen con rapidez.
Además, la RFEF ha advertido que si España no alcanza determinadas rondas, las entradas adquiridas para esos partidos serán reembolsadas. Un consuelo relativo para quien ya ha ahorrado sus dineros en los últimos meses.
La excepción: entradas "populares"… muy limitadas
Tras las críticas recibidas, la FIFA anunció la creación de un nuevo cupo de entradas denominado Supporter Entry Tier, con precios en torno a los 51 euros por partido. Sobre el papel se trata de una medida pensada para preservar el carácter popular del torneo. En la práctica, un número muy reducido de localidades, asignadas mediante sorteos o criterios de fidelidad, que difícilmente cambiarán la fotografía global del Mundial.
Organizaciones de aficionados y asociaciones internacionales de hinchas ya han calificado muchos de los precios como "excesivos" y han reclamado mayor transparencia en los criterios de fijación. Especialmente sangrante resulta la comparación con mundiales anteriores, donde el acceso a partidos clave era sensiblemente más barato incluso ajustando la inflación.
Sumando viajes, estancias...
A todo ello hay que sumar vuelos intercontinentales, alojamientos en sedes con precios inflados por la alta demanda y desplazamientos internos entre ciudades que, en el caso de Estados Unidos, pueden implicar miles de kilómetros. El coste total de seguir a España durante todo el torneo puede alcanzar cifras reservadas a una minoría muy selecta.
Y es que este Mundial 2026 será el más grande de la historia con 48 selecciones y una audiencia global sin precedentes. Pero también apunta a ser el más caro para el aficionado. La sensación general es que la FIFA ha abrazado definitivamente un modelo en el que el espectáculo prima sobre la accesibilidad, y donde el fútbol, una vez más, se aleja de la grada popular que lo convirtió en fenómeno universal.
Para muchos la pregunta ya no es si España llegará lejos en el campeonato, sino quién podrá permitirse estar allí para verlo.

