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100 años de Harry Haft, el boxeador que sobrevivió a Auschwitz

Tuvo que sobrevivir a base de golpes. No tenía otra opción. Aunque fuera contra semejantes. El precio de perder era la muerte.

Tuvo que sobrevivir a base de golpes. No tenía otra opción. Aunque fuera contra semejantes. El precio de perder era la muerte.
Hertzko Haft, nombre artístico "Harry Haft", en una foto sin fecha | Archivo

Harry Haft no sabía nada del boxeo. Sin embargo, tuvo que aprender para lograr sobrevivir en el infierno de Auschwitz. Era doloroso tener que pelear ante otros que estaban ante su misma situación. Pero no había escapatoria. Era ganar, o la muerte. Y nunca se rindió. Tanto, que consiguió salir con vida. No sólo eso: poco después, lograría escapar a las temidas Marchas de la Muerte. Por eso, la suya es una historia de supervivencia. De superación en el peor de los escenarios. De Salón de la Fama del deporte judío.

Nacido el 28 de julio de 1925 en el seno de una familia judía de Belchatów, Polonia, Hertzko Haft es un adolescente cuando su país es invadido por la Alemania Nazi. No es un chico que se meta en problemas, más allá de algún trapicheo de contrabando con su hermano para sacar algo de dinero para la familia. Pero da igual lo que haga o deje de hacer. Es judío. Está marcado. Y por eso, en 1942, con apenas 17 años, es enviado al campo de concentración de Stzelin.

Son varios los destinos que recorre, hasta terminar en el campo de exterminio de Auschwitz. Allí, ya lo saben se organizan combates de boxeo para la simple diversión de los oficiales nazis. Cuesta comprender qué podían sentir aquellos SS al ubicar a dos presos, en un deplorable estado físico, a pelear hasta la muerte. Aún cuesta más entender qué podía pasar por la cabeza de los improvisados boxeadores, sabiendo que su supervivencia pasaba por asesinar a un semejante, a alguien que estaba pasando por el mismo infierno que uno mismo. Pero aquellos situaciones son reales, y habituales.

Haft, que nunca antes ha boxeado, tiene la mala fortuna de poseer un cuerpo grande, fuerte y atlético. Es elegido para combatir. Por entretenimiento, para los soldados. Por supervivencia, para él. El mecanismo es sencillo: quien gana, continúa en el Campo. Con todo lo que aquello supone. Quien pierde...muere.

Y ante aquella exigencia, Haft se desenvuelve de manera sobrehumana. Comienza a ganar un combate, y otro, y otro... Más de 70 peleas tiene que afrontar Hartz durante tres años. Por lo general, en Jaworzno, campo satélite de Auschwitz. En todos ellas sale vencedor. Es decir, logra sobrevivir.

Una última pelea

Por si todo aquello hubiera sido poco, en 1945 tiene que afrontar una de las terribles Marchas de la Muerte. Al estar los soviéticos acercándose al Campo, es forzado junto a varios de sus compañeros a abandonar el país andando. Muchos son los que fallecen en esas durísimas y torturadoras marchas.

No es el caso de Hertzko Haft. Aprovechando un descuido consigue matar al guardia que le está custodiando, y tras ponerse su uniforme consigue escapar.

Se esconde en un humilde pueblo. Pero los terroríficos sucesos vividos en los últimos tiempos le llevan a cometer un último crimen. Escondido en una casa de unos ancianos que le dan cobijo pensando que es un guardia alemán, teme porque éstos le hayan descubierto y terminen por delatarlo. Decide acabar con su vida y volver a huir.

Finalmente llega a un campamento alemán protegido por el ejército estadounidense. Allí se dedica a enseñar boxeo a refugiados y militares. Incluso llega a participar en un campeonato para judíos amateurs en Munich, en el que se impone.

Hasta que en 1948 decide abandonar definitivamente Alemania y todo lo que suponía para su cabeza. Pone rumbo a Estados Unidos, donde tendrá una breve carrera como boxeador profesional. 21 combates, siempre con la estrella de David bordada en su pantalón, y 13 victorias.

Su combate más destacado, y el último, es ante el gran Rocky Marciano en Rhode Island el 18 de julio de 1949. Hertzko Haft (que a su llegada a Estados Unidos se había cambiado el nombre a Harry) cae derrotado, y decide colgar los guantes.

A su retirada, Haft combina grandes momentos y alegrías con episodios violentos y de incertidumbre. Es imposible sacar de la mente todo por lo que ha pasado a lo largo de su vida. Pero en cierta medida lo logra. Se casa con una mujer de Nueva York, y tiene tres hijos.

En 2007 se reconoce su trayectoria con su inclusión en el Salón de la Fama del Deporte Judío. Algo que realmente le congratula, pues no eran pocos los judíos que pensaban que se trataba de un traidor por haber masacrado a golpes a otros que profesaban su misma fe para el entretenimiento de los nazis. Sin tener en cuenta que, sin ápice de duda, se trataba de vencer o morir.

Harry Haft fallece el 3 de noviembre de 2007, a los 82 años, víctima de un cáncer. De él se han publicado libros, novelas gráficas, y una película.

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