Recientemente, Iker Casillas declaró que el título que más ilusión le hacía ganar esta temporada era la Copa, por encima incluso de la Champions League. No en vano, es prácticamente lo único que le queda por añadir al de Móstoles a su monstruoso palmarés. Más tarde, el pasado lunes, José Mourinho admitía no entender cómo el Madrid llevaba tantos años sin llevarse este título "tras el día de los goles de Butragueño y Lasa", allá en el año 1993 ante el Zaragoza en Mestalla. Parecía que, este año sí, el Madrid había centrado su atención de forma importante en la Copa, por fin. El Real Murcia, un histórico muy venido a menos –ahora en Segunda B–, era sin duda una víctima propiciatoria como primera piedra de toque para un camino triunfal en los dieciseisavos de final.
De hecho, nada parecía quedar en el aire, todo debía estar bajo control. A modo de curiosidad, los blancos se alojaron en la capital del Segura en un hotel llamado... Juan Carlos I. Nada podía dejarse a la improvisación. ¡Qué mejor forma de reconciliarse con la competición que lleva el nombre del monarca! ¿Casualidad?
El partido en Murcia fue todo un acontecimiento. Lógico. Pese a los exorbitantes precios de las entradas –entre 60 y 110 euros–, más de veinte mil personas acudieron a ver un duelo real, donde el Murcia mantuvo como pudo su puerta a cero soñando con un milagro en la vuelta que su entrenador, Iñaki Alonso, ya conoce bien. Entre los VIP que asistieron estaban el torero local Pepín Liria, que confesó tener el corazón partido, o el tenista también murciano Nicolás Almagro, acompañado de Juan Carlos Ferrero, declarado madridista.
A decir verdad, el Real Madrid fue amo y señor del partido, con una posesión cercana al 80 por ciento –incluso superior por momentos–, pero con poca puntería arriba, en el día que Mou daba la titularidad a Benzema en detrimento del Pipita Higuaín. ¿Otra casualidad?
De hecho, la mayor parte del peligro blanco vino de la mano de Cristiano Ronaldo –cómo no– y de un Pedro León que lo intentó en reiteradas ocasiones en su vuelta a casa. No en vano, el murciano de Mula trató de reivindicarse ante sus paisanos y los que un día fueron su público, aunque su salida del club grana hacia el Levante no fuera la deseada en tierras pimentoneras, donde aún se lo recordó más de uno. Tampoco conviene olvidar que la ocasión más clara fue el zapatazo de Granero al banquillo, lo que no evitó que Mourinho se acordara del Pirata para acompañar a Benzema camino del banquillo mediada la segunda parte, dando entrada a Khedira e Higuaín en su lugar. Malos tiempos se auguran para el ex del Getafe, que no parece ser de la cuerda del preparador portugués.
Y es que, cuando se habla de este torneo, siempre quedan motivos para la desconfianza en la casa blanca, pese a la tremenda superioridad que mostró el Madrid sobre el césped de la Nueva Condomina. A Iñaki Alonso se le ha asignado la misión de devolver al Real Murcia a Segunda División. Se trata del mismo técnico que hace dos años logró la proeza histórica de apear a los blancos de la Copa con otro Real, el Unión de Irún, cuando los vascos lograron hacerles seis goles a su poderoso rival en los dos partidos de la eliminatoria (3-2 en Irún y 4-3 en el Bernabéu). Otra casualidad que pone a más de uno nervioso en el Paseo de la Castellana tras el empate a cero en la Nueva Condomina.
Porque, claro está, el historial madridista en los últimos años en la Copa da lugar a situaciones como que Óscar Sánchez, jugador grana, se mostrara confiado en las posibilidades de los suyos al final del partido. "Son el mejor equipo de Europa ahora mismo, pero si tenemos una opción en el partido de vuelta la vamos a aprovechar", declaró el defensa tras el partido. El Real Murcia cree que puede eliminar al Real Madrid en dos semanas en el Santiago Bernabéu. ¡Qué casualidad!