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Historias de Fútbol

1982: el rocambolesco caso de Cleo

Vigésimo noveno artículo de Historias de Fútbol, de la mano de CIHEFE, recordando el Madrid-Barça disputado el 20 de noviembre de 1966 (1-0).

Vigésimo noveno artículo de Historias de Fútbol, de la mano de CIHEFE, recordando el Madrid-Barça disputado el 20 de noviembre de 1966 (1-0).
Cleo, en el único partido que jugó con el Barcelona, un amistoso frente al Hospitalet. | CIHEFE

Y pensar que toda la culpa la tuvo Andoni Goikoetxea... sí, el mismo angelito vestido de rojiblanco que casi retira a Diego Armando Maradona del fútbol, privándonos así de ver a la Mano de Dios bajando al planeta Tierra. Un par de años antes de aquella alevosa entrada, el domingo 13 de diciembre de 1981, el FC Barcelona rindió su protocolaria visita liguera al viejo San Mamés.

El equipo azulgrana circulaba por la Liga a velocidad de crucero, líder con 22 puntos en 14 jornadas —la victoria se pagaba entonces a dos puntos—, y parecía que, esa vez sí, que ese año podría volver a ganar un Torneo de la Regularidad cuyas mieles no cataba desde 1974, cuando la fantástica temporada del Holandés Volador y el histórico 0-5 del Bernabéu, un episodio clave en el eclipse del régimen franquista. Pero el Barça va a salir de La Catedral (empate a un gol fue el resultado final) sin su gran figura, su jugador top, el alemán Bernd Schuster, cazado precisamente por Goikoetxea, por uno de los defensas más peligrosos de nuestra Liga.

Rubio sustituye a rubio

El teutón quedó fuera de combate para el resto de la temporada y tardaría ocho meses en recuperarse de una gravísima lesión cuyo parte de guerra indicaba rotura del ligamento interior, del exterior y de los cruzados de la rodilla derecha. Cuentan que el Barça descartó la opción del centrocampista del Atlético Mineiro y la selección brasileña Toninho Cerezo —incluso llegaron a desplazarse hasta Argel, donde se encontraba la Canarinha el presidente Josep Lluís Núñez, el vicepresidente Joan Gaspart y el entrenador alemán Udo Lattek— y se decantó por su compatriota Cleo Inácio Hickman (Venancio Aires, Río Grande do Sul, 9 de febrero de 1959), que también se movía por la zona ancha con inclinaciones ofensivas y militaba en las filas del Internacional de Porto Alegre, equipo con el que ya había actuado en el Camp Nou en el partido de despedida de Quique Costas y Toño De la Cruz, celebrado en 1980.

Mas por lo visto —craso error— el fichaje, con un coste de 15 millones de pesetas y un contrato por tres meses, no fue consensuado con Lattek. Tal vez Núñez y Gaspart pensaron que le valdría un futbolista que guardaba una gran semejanza física con el caído Schuster, y que ostentaba también un apellido germánico (sus padres habían emigrado desde la Vieja Europa), pero el técnico tenía otros planes. Aunque, eso sí, el look de Cleo era impresionante, pues se trataba de un auténtico guaperas: alto, lucía una hermosa melena rubia, y sus ojos poseían un azul intenso. En realidad, parecía más una estrella del rock de las que brillaban en aquella época que un futbolista al uso.

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Con él llegó el escándalo

Si esto ya hablaba elocuentemente del modus operandi que entonces se estilaba en el Barça, lo más chusco estaba aún por venir, y fue una de esas historias que exceden los límites de lo meramente deportivo para adentrarse de lleno en el terreno de la astracanada, algo por lo demás bastante frecuente durante la primera década del nuñismo. En una entrevista y reportaje gráfico publicados en un medio brasileño (Folha de Sao Paulo, para ser más exactos) y donde Cleo aparecía, digamos, ‘ligero de ropa’, el futbolista había realizado unas declaraciones abiertamente comprensivas hacia un tema que era entonces de lo más escabroso, absolutamente tabú, pues reconocía que "el homosexualismo no era anormal entre los jugadores, aunque nunca se practicaba en las concentraciones".

Al enterarse, en Can Barça se encendieron todas las alarmas, entrando en pánico ante la perspectiva de que comenzara a divulgarse por ahí que habían fichado a un gay (bueno, entonces lo decían de una forma... como más rotunda). En aquel tiempo, hace ya de ello cuatro décadas, los futbolistas no salían del armario. Es más, ni siquiera se hablaba de la existencia de dicho armario.

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De modo que, para ahuyentar rumores y habladurías, a alguna lumbrera de la planta noble no se le ocurrió otra cosa que localizar a una chica brasileña —unas fuentes sostienen que prima de Cleo, otras que medio novia—, de nombre María José Costa Silva, y hacerlos pasar por la Vicaría como Dios manda. Al improvisado enlace asistieron el propio Josep Lluís Núñez en calidad de testigo, y el futuro mandamás barcelonista Joan Gaspart como padrino, pero nadie de la plantilla y el cuerpo técnico estuvo presente en la ceremonia, de manera que esta se celebró en la más estricta intimidad.

Otro fichaje fallido

El caso es que Cleo por una u otra razón no acababa de debutar. Se entrenaba regularmente con sus nuevos compañeros —e incluso recibía caricias de alguno de ellos, como el fogoso Torito Zuviría—, pero únicamente va a saltar al campo el 25 de febrero de 1982 en un amistoso contra el Hospitalet (donde, detalle curioso, jugaría unos años después un chaval que alcanzaría la presidencia del Barça, Sandro Rosell).

Ni siquiera jugó completo aquel encuentro y ahí se terminaría toda su aportación a la entidad blaugrana, pues jamás llegó a intervenir en un partido oficial (circunstancia que posteriormente ocurriría también con varios compatriotas suyos, como por ejemplo Keirrison y Henrique). Dos meses después de aterrizar en El Prat sería facturado de vuelta a Brasil con destino a su club de procedencia, el Internacional de Porto Alegre, que aquel mismo verano participaría en el Trofeo Joan Gamper, llevándoselo finalmente el conjunto gaucho y dejando Cleo —esta vez sí— una grata impresión entre los aficionados por su juego, aparte de su innegable apostura, claro está.

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De su breve aventura barcelonesa Cleo había sacado en limpio 5 millones de pesetas, un Ford Fiesta blanco —regalo del concesionario que había utilizado su imagen con fines publicitarios— y una esposa con la que al parecer le iría muy bien. En lo deportivo, tras abandonar el Internacional, pasaría por Palmeiras, Flamengo, América de Río y Sport Recife, para retirarse con sólo 30 rubicundos mitos, en el modesto Vila Nova de Goiania, dedicándose posteriormente a la intermediación y representación de futbolistas. Si es que continúa felizmente casado con María José, pensará que, de un modo u otro, el Barça no le trajo tan mala suerte al fin y al cabo...

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