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El drama de Dustin Johnson en el US Open

El golfista norteamericano pierde el Abierto de EEUU en un final cruel en el que falló dos putts asequibles en el último hoyo.

El golfista norteamericano pierde el Abierto de EEUU en un final cruel en el que falló dos putts asequibles en el último hoyo.
Dustin Johnson | Cordon Press

Le entraron ganas de llorar pero no podía aparentar esa debilidad, propia del perdedor, del que ha dejado escapar una oportunidad histórica. Ese al que se le volvieron a aparecer los fantasmas del British perdido en 2011. Al golfista Dustin Johnson (Columbia, Carolina del Sur, EEUU) le tembló el pulso en la última jornada del Us Open, el segundo grande de la temporada. Más bien le tembló el pulso en el último hoyo en el que falló dos putts para la gloria. Uno para ganar el torneo, otro para empatarlo. Ni eso. Lo perdió todo en dos minutos fatídicos.

Por eso acertó tan sólo a esbozar una risa nerviosa y de saludar casi sin saber lo que hacía al vencedor, Jordan Spieth, la nueva sensación del golf mundial, ganador en Chambers Bay en este torneo, en Augusta en abril, el único junto a Tiger Woods, Bobby Jones, Arnold Palmer y Jack Nicklaus en conseguir los dos primeros grandes del año. A Johnson le salió un "congratulations, Jordan" muy nervioso. Apenas podía contener la rabia y la frustración.

Se agarró a su mujer Paulina Gretzky, mítica jugadora de hockey en EEUU, la única que le podía entender en ese momento. La misma que le consoló en Saint Andrews en 2011, la misma que le entendió en sus peores momentos, la que le defendió de la acusación de dopaje por consumo de cocaína, la misma que estuvo a su lado cuando Johnson se retiró del circuito durante casi todo 2014 para "solucionar sus problemas personales" que no eran otros que entrar en un centro de rehabilitación para superar su adicción al alcohol. El otro día, nada más tirar por la borda el Abierto de EEUU con dos putts nefastos para él, se fue hacia ella. Era la única manera de seguir en pie.

Se le vinieron durante todo el día las pesadillas de no poder mantener el pulso a la cabeza. Incluso se acordó de aquel PGA Championship que perdió en 2010, al apoyar el palo en el bunker del hoyo 18; un error, castigado con dos golpes de sanción, que le privó de jugar el playoff.

En este US Open que acaba de concluir, en una buena tercera jornada, Johnson se había metido en el grupo de cabeza y no empezó mal el último día, pero tres bogeys entre el hoyo 10 y 13 le hicieron temblar. A dos hoyos del final estaba a tres golpes de Spieth. El destino le tenía preparada una faena difícil de olvidar. Primero porque le dio oportunidad de reengancharse tras el doble bogey de su rival en el 17. Después porque en el último hoyo y tras meter la bola de dos golpes en el fastuoso par 5 del 18, desaprovechó dos putts asequibles. El definitivo, a un metro del agujero, imperdonable fallarlo.

Volverá seguro porque todos apuntan al gran talento de Dustin Johnson para este deporte. Con 31 años ha conseguido moldear su juego y combinar la enorme fuerza con clase. Él, que es capaz de dar unos golpes impensables en otros y que hacen que la bola pueda situarse en dos golpes en el green de un par 5. Pero los nervios le traicionaron esta vez y lo hicieron de una manera complicada de olvidar.

El reto es volver a estar bien en el Open Británico que arranca el 16 de julio, tercer grande de la temporada, un examen para Jordan Spieth a ver si es capaz el norteamericano de 22 años en ganar los tres primeros majors de una temporada. Pero para Johnson el reto está superado. No ha ganado pero ha vuelto al golf tras pensar que no lo volvería a hacer tras el infierno de 2014. El tesón ha valido la pena aunque quisiera que le tragara la tierra en ese fatídico hoyo 18 de un campo, el de Chambers Bay, que no olvidará en su vida.

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