El Banco Central de Irlanda está imprimiendo su propio dinero a fin de facilitar líneas de liquidez (préstamos) para mantener en pie su sistema financiero. En concreto, la entidad ha prestado al sistema financiero nacional un total de 51.094 millones de euros a cierre de 2010, incrementándose en más de 40.000 millones en tan sólo los últimos tres meses. Esto significa imprimir en dinero el equivalente al 25% del PIB irlandés -estimado en unos 160.000 millones de euros-.
Y todo ello, con la autorización del Banco Central Europeo (BCE). Y es que, si bien se trata de una práctica inusual, por no decir inexistente en el seno de la zona euro, esta posibilidad es legal, de ahí la aceptación de Trichet. El organismo monetario considera que el Banco Central de Irlanda puede hacer uso de sus propios "fondos" (dinero de nueva creación) para sostener a su banca siempre y cuando se lo notifique con antelación.
En concreto, su postura oficial acerca de esta medida fue expresada recientemente a raíz de una consulta realizada por el propio Gobierno de Dublín. El pasado 17 de diciembre, el BCE emitió una nota sobre la reforma financiera impulsada por el Ejecutivo irlandés, denominada Credit Institutions (Stabilisation) Bill 2010, que confiere al Ministerio de Economía poderes extraordinarios para intervenir, auxiliar y nacionalizar entidades crediticias privadas.
Dicho informe del BCE aclara lo siguiente:
Esta disposición también debe especificar que no hay nada en el proyecto de ley que suponga un perjuicio para el cumplimiento por parte del Banco Central [de Irlanda] de la prohibición de financiación monetaria de conformidad con el artículo 123 del Tratado [de la UE].
Y en una nota al pie añade:
La prohibición de financiación monetaria que establece el artículo 123 del Tratado se aclara en el Reglamento (CE) n º 3603/93, de 13 de diciembre 1993 [...] según el cual, las inyecciones o cualquier otro tipo de créditos facilitados por el BCE o los bancos centrales nacionales de los Estados miembros en favor de instituciones u organismos comunitarios, gobiernos centrales, regionales o locales u otras autoridades públicas, organismos de Derecho público o empresas públicas de los Estados miembros están prohibidas, así como cualquier adquisición directa de los instrumentos de deuda de estas entidades del sector público por parte del BCE o los bancos centrales nacionales.
Es decir, ningún banco central, incluído el BCE, podrá adquirir (monetizar) deuda de gobiernos o entidades públicas. La monetización de deuda se ha convertido en una práctica habitual de los bancos centrales en algunas grandes potencias del mundo a raíz del estallido de la crisis financiera de 2007. El programa ideado para tal fin es el ya famoso Quantitative Easing (expansión monetaria cuantitativa), vigente en EEUU, Gran Bretaña y Japón a través de las masivas compras de deuda pública o semipública que realizan sus respectivos bancos centrales.
Sin embargo, los tratados fundaciones de la UE prohíben expresamente esta posibilidad. De ahí, precisamente, la intensa polvareda que levantó el BCE el pasado mayo tras anunciar que comenzaría a comprar directamente deuda pública de los PIIGS, eso sí, en el mercado secundario. Es decir, a través de intermediarios (otros bancos) para, precisamente, no violar de forma evidente las leyes fundamentales de la Unión. Dicho programa de compras fue tildado por la prensa alemana como una auténtica declaración de defunción por parte del BCE.
Y es que, desde el pasado 10 de mayo, el BCE ya ha monetizado un total de 76.500 millones de euros de deuda pública de los PIIGS, es decir, ha comprado y, por tanto, incorporado a su balance, bonos de baja o nula calidad crediticia a precios sobrevalorados.
Monetización de deuda bancaria
Sin embargo, lo relevante del nuevo programa de compras que está llevando a cabo del Banco Central de Irlanda en los últimos meses radica en que acaba de estrenar la monetización directa de deuda bancaria en el seno de la zona euro. Es decir, Irlanda ha estrenado el Quantitative Easing a la europea (al menos, es el primer caso que se conoce) mediante la adquisición de deuda (bonos hipotecarios en su mayoría) de los bancos nacionales. Hasta ahora, los bonos basura de la banca europea han sido cubiertos (avalados o adquiridos) mediante la emisión de deuda pública, de modo que las potenciales pérdidas de estos productos se han trasladado desde los bancos insolventes a los contribuyentes europeos.
El problema es que el Gobierno de Dublín carece de capacidad financiera suficiente para asumir el agujero de su banca, de ahí que haya precisado un rescate por parte de la UE, el FMI e, incluso Gran Bretaña. Pero dicho rescate no se aplica de una sola vez, de golpe, ya que el crédito internacional se ejecuta a tramos, poco a poco.
Los problemas de la banca irlandesa son tan graves y su agujero tan grande (el tamaño de su banca supera en casi 10 veces el PIB del país) que precisan de una enorme inyección de capital para evitar la quiebra. Hasta hace poco, esta inyección era suministrada en su totalidad por el BCE mediante préstamos a corto plazo (a tipos del 1%) a cambio de la entrega de una serie de activos (sobre todo, bonos irlandeses) que servían de aval.
Sin embargo, el deterioro de la deuda pública irlandesa (degradada casi a nivel de bono basura) ha reducido de forma drástica la capacidad de estos bancos para poder recurrir a la ventanilla del BCE, y puesto que sus necesidades de liquidez siguen siendo enormes, agravadas además por la creciente fuga de depósitos, el Banco Central de Irlanda ha decidido adquirir estos activos -que nadie quiere- para mantener en pie el sistema. Así, el banco central está monetizando directamente deuda bancaria de escasa calidad mediante la impresión de nuevo dinero.
¿Es legal? Sí. El citado artículo 123 del Tratado de Lisboa señala al respecto lo siguiente:
2. El apartado 1 [la prohibición de monetizar de deuda] no se aplicará a las entidades de crédito de propiedad pública que, en el marco de provisión de liquidez por parte de los bancos centrales, deberán recibir el mismo trato por parte de los bancos centrales nacionales y el Banco Central Europeo que las entidades de crédito privadas.
Traducción: los bancos centrales y el BCE pueden prestar dinero a los bancos privados mediante la compra de activos e, incluso a los nacionalizados (el caso de Irlanda) ya que, aunque en realidad son entidades semipúblicas, se consideraran privadas para esos fines, con el objetivo de garantizar la estabilidad financiera de la zona euro. La novedad aquí radica en que no es el BCE el que presta el dinero sino el Banco Central de Irlanda lo cual, aunque legal, supone un hito.
De hecho, el propio BCE admite que se trata de una medida "temporal" y extraordinaria. Además, autoriza la operación porque, en teoría, la cantidad prestada (dinero de nuevo cuño mediante expansión monetaria) es pequeña y carece de "importancia sistémica".
Cierto es que los nuevos 40.000 millones de euros creados por Irlanda en los últimos tres meses es una cifra poco significativa en comparación con el Eurosistema, pero equivale al 25% del PIB irlandés. Algunos analistas se preguntan qué pasaría si esta práctica se extendiera a otros países: en el caso de España, esto supondría que el banco central comprara a las entidades 250.000 millones de euros en activos de dudosa calidad, algo, por el momento, impensable.
El Banco Central de Irlanda, autorizado por el BCE, está creando nuevo dinero (imprime euros, por decirlo de alguna forma) "contra activos de pésima calidad y a valores muy inflados" (deuda de bancos insolventes), explica el Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana (OCE). "Es un quantitative easing en toda regla", con todos los problemas que ello implica.
Pero lo más curioso es que mientras "Bernanke [presidente de la FED de EEUU] monetiza directamente deuda pública o semipública -de las agencias hipotecarias nacionalizadas Fannie Mae y Freddie Mac-, el Banco Central de Irlanda está ahora monetizando deuda de bancos, respaldada, eso sí, por el Gobierno de Irlanda que, a su vez, está respaldado en última instancia por el Gobierno de Alemania y, por tanto, es como deuda pública alemana". Es, pues, una forma indirecta y sucinta de monetizar deuda, sólo que a la europea.
Por el momento este Quantitative Easing a la europea es mínimo en comparación con lo que están haciendo los bancos centrales de EEUU, Gran Bretaña o Japón, ya que el caso irlandés y el programa de compra de bonos del BCE apenas sumarían unos 100.000 millones de euros (esto es casi lo que monetiza la FED cada mes), pero supone sin duda un importante precedente a tener en cuenta. Y es que, si el BCE o los bancos centrales de los países miembros hicieran esto mismo a gran escala con la deuda pública de los PIIGS o la deuda privada de los bancos europeos insolventes, respectivamente, la zona euro se convertiría de inmediato en la cuarta gran potencia que hace uso de la monetización masiva de deuda.