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La exigencia de coherencia

Los preparativos para la entrada de tropas aliadas en Afganistán, la crisis del pacto PP-PSE en el ayuntamiento de San Sebastián y el escándalo Gescartera son las cuestiones que cobran mayor protagonismo en las portadas y editoriales del día.

ABC destaca que, tras controlar el cielo afgano, EE UU se enfrenta ahora a la segunda fase de la ofensiva con la participación directa de tropas en el teatro de operaciones y de helicópteros de combate que les den cobertura, pero que no podrán evitar bajas norteamericanas. “Ante esta realidad inevitable y desagradable –escribe ABC-, Bush no debería titubear. El presidente de EE UU ha ordenado contraatacar en Afganistán, y el contraataque no debe deshincharse antes de terminar el trabajo, que no es otro que propiciar la caída de los talibán”. ABC recuerda el error de Washington en la guerra del Golfo: con el ejército iraquí en desbandada en febrero de 1991, los aliados se pararon en seco camino de Bagdad y el sátrapa Sadam sigue siendo hoy un quebradero de cabeza. Estados Unidos, que ya actúa de forma coordinada con la guerrilla opositora de la Alianza del Norte, debe intensificar la búsqueda de apoyos de dentro de Afganistán.

Tal vez el enorme rechazo a los talibanes entre la población afgana no haga necesario un gran despliegue de tropas aliadas para derrocarlos, pero si EE UU quiere –y debe- dar estabilidad y decencia a la era postaliban, su presencia militar no debe ser subsidiaria. Se puede confiar en los guerrilleros para combatir a los talibanes, pero no para sustituirlos. El haber tenido un enemigo común no es suficiente garantía, como los propios talibanes demostraron. Hay que imponer garantías democráticas al relevo antes de emprender la ayuda económica que reclama ABC. Asegurémonos de que impere Mcarthur, antes de reclamar a Marshall. Eso también es parte del trabajo.

El Mundo, por su parte, dedica un largo editorial para describir el deterioro de la seguridad que el mundo ha experimentado desde hace un mes. La retahíla de obviedades y el tono empleado en enumerarlas deja la sensación, tal vez equivocada, de que este diario prefiere la inconsciencia de la enfermedad (muy anterior al once de septiembre) a la cruda asunción del remedio.

El País dedica sus dos editoriales a la guerra: en uno, reclama que sea el Parlamento el que autorice la intervención de tropas españolas en el conflicto y reprocha a Aznar que no haga “pedagogía política” y que haya dejado para el 18 de septiembre el debate en el Congreso. Su otro editorial lo dedica a la conferencia islámica de Qatar, señalando que los países musulmanes, tras condenar los atentados, han reclamado a EE UU que limite su contraataque a Afganistán.

ABC y El Mundo dedican editoriales a criticar la ruptura de Odon Elorza con el PP en el ayuntamiento de San Sebastián y a denunciar los intentos de acercamiento al PNV por parte del minoritario sector del PSE que aquel representa. El País no se ocupa editorialmente de la cuestión, pues ya tiene bastante con dar publicidad al libro de González y Cebrián. ¿Para que salir en defensa del humo si se puede alimentar el fuego?.

Para ABC, la propuesta de Elorza de cambiar la dirección política y estratégica de su partido, paralelamente a un cambio de actitud ante la autodeterminación reclamada por el nacionalismo, es algo más que un cambio de táctica. Es una variación sustancial de las coordenadas del socialismo vasco en la realidad política y social de esta comunidad y compromete los compromisos adquiridos por la dirección del PSOE con el PP, plasmado en el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo. “Esta dimensión de la deslealtad de Elorza –concluye ABC- emplaza directamente al secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, a decantarse de manera inequívoca y expresa, porque cuando se anuncia la crisis de una política esencial de su partido, como la vasca, el silencio no es prudencia, sino consentimiento”.

El Mundo, no obstante, cree que Elorza tiene perdida la batalla en el seno del partido destacando que Zapatero respaldó el miércoles expresamente las tesis de Redondo; una intervención del secretario general del PSOE en Antena 3 que también es aplaudida por La Razón. Sin embargo, el respaldo de Zapatero queda cojo sino va unido al expreso rechazo de los que torpedean a Redondo en San Sebastián. Y, sobretodo, en Madrid.

Ramallo protagoniza este jueves la crónica del escándalo Gescartera. El Mundo denuncia con toda razón que no resulta verosímil que el ex vicepresidente de la CNMV no supiera que su hija era socia de Camacho en la empresa de restauración en la que también participaba Zindy, cuando negó en la comisión parlamentaria que él o su familia tuvieran relaciones comerciales con el dueño de Gescartera. También duda de su honorabilidad por el hecho de que ahora Ramallo reconozca que ha recibido más regalos de Camacho de los que reconoció ante la comisión y por su esperpéntico envío de un talón de 1,6 millones a la juez Palacios como supuesta diferencia entre el valor de los regalos que dio a Camacho y de los que recibió de él. Por todo ello, El Mundo reclama coherencia al PP y que le abra expediente. “Recibió regalos de Gescartera y favoreció a la agencia desde la CNMV. Más claro, agua”, sentencia el editorial, tras afirmar que el comportamiento de Ramallo puede ser incluso constitutivo de delito de cohecho. El Mundo se para ahí, pero el escándalo sigue yendo para rato.

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