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Sin propósito de enmienda

La victoria de EE UU contra el régimen talibán a los tres meses del 11-S, la decisión del Gobierno de anular por decreto-ley las colocaciones masivas en las Universidades, la polémica por el viaje de Marruecos a Zapatero y la nueva rebaja de tipos de interés en EE UU son algunas de las noticias más destacadas y comentadas por la prensa de este miércoles 12 de septiembre.

El Mundo señala en uno de sus editoriales que la derrota de los aliados de Ben Laden ha sido un gran éxito de la maquinaria bélica de EE UU que, “con una pérdida insignificante de hombres y recursos materiales ha logrado vencer a un enemigo al que algunos analistas habían presentado con una fortaleza estratégica y militar que, en ningún momento ha demostrado”. El Mundo podría aplicarse el cuento, pues algunos de esos “analistas” debieron ser los que escribían aquellos lúgubres y claudicantes editoriales suyos, que auguraban a Bush los mismos fracasos cosechados por los ingleses y rusos en Afganistán y alertaban del berenjenal donde se podían meter los EE UU en su intento de castigar a los terroristas y a los regímenes que les cobijan.

Ciertamente, El Mundo no ha sido el único diario ni el más errado en sus pasados análisis, pero podría esperarse, al menos, cierto ánimo de enmienda. Pero no. Su editorial de hoy continúa preguntándose si “los EE UU estarían dispuestos a invadir otro país o a tomar represalias contra él si se descubre que se ha convertido en el nuevo refugio de Ben Laden. El líder de Al Queda –continúa el editorial– sigue siendo una amenaza para la paz internacional. EE UU debe hacer todos los esfuerzos para capturarlo, pero sin provocar otra guerra que la comunidad internacional difícilmente entendería”.

Ya tiene poco sentido que, a estas alturas el diario dude de la palabra de Bush de no parar contra los Estados que defienden el terrorismo. Pero, el colmo es que se cuestione el que deba hacerlo. ¿Si se ha admitido la legitimidad de la guerra contra los talibanes por la ayuda brindada al terrorismo, porque no habría de tenerla la que se dirigiera contra cualquier otro régimen cómplice? El futuro está abierto y a nadie se le pide dotes adivinatorias. Pero lo que sí que es exigible es un mínimo de lógica y de coherencia en los análisis previos destinados a establecer qué es lo que se debe hacer frente a los Estados terroristas, ya lo sean por cobijar a Ben Laden o por animar, ayudar o fabricar a sus posibles relevos.

A La Razón –otro diario que ha despotricado contra la campaña en Afganistán– le parece ahora, por lo menos, “evidente que Bush no cejará en su determinación de acabar con los terroristas del mundo y con los regímenes que les den cobijo”, aunque este diario no puede remediar la critica a ese empeño diciendo que en “esa lucha las democracias se dejarán jirones de libertad”.

ABC dedica su portada y su principal editorial a la decisión del Gobierno de anular las masivas colocaciones de docentes en las Universidades que este año se han triplicado con el objeto de evitar el nuevo y más riguroso proceso de selección del personal docente que entrará en vigor con la LOU. Acertadamente este diario, como ayer hiciera El Mundo, critica la endogamia y la hipoteca de la oferta docente que conllevan estas masivas colocaciones que, además, no tienen justificación alguna dado el descenso de la población y demanda universitaria. Por todo ello, el diario secunda la decisión del Ministerio de anular todas esas plazas, aunque sea vía decreto-ley, alegando acertadamente que suponen un verdadero fraude de ley y un intento de burlar la soberanía legislativa del Parlamento.

La polémica visita de Zapatero a Marruecos también sigue siendo muy destacada en la prensa, y El País le dedica su principal editorial. En esta cuestión, a los intereses en dañar políticamente al Gobierno se ha unido, no ya la candidez, sino la ceguera voluntaria de quienes se quieren creer que Zapatero pretende reforzar y secundar la posición de España con esa visita. ¿A quién quiere engañar el secretario general del PSOE diciendo ahora que él no pretende ser mediador, sino tomar partido por España, si la posición de un país en asuntos exteriores es, inexorablemente, la adoptada por su Gobierno, y esta no ha sido más que cuestionada por su partido desde la equidistancia con Marruecos? ¿Pero es que ya se ha olvidado la postura intermedia en el conflicto adoptada por los socialistas españoles apenas hace unas semanas, incluso días, e instigadas por artículos de González y editoriales en El País o Almunia en La Vanguardia?. Nadie dice que Zapatero y su partido hayan secundado al gobierno marroquí en el conflicto. Eso faltaba. Tan sólo constatamos que tampoco han secundado al nuestro, y eso, en un conflicto internacional, es ponerse en medio entre las posiciones de España y Marruecos. ¿Acaso no acusa, hoy mismo, El País a Aznar de “buscar en Marruecos un enemigo exterior”?. ¿Acaso, en lugar de culpar a Marruecos de los injustificables desplantes, presiones y bofetadas a nuestro país, no se limita a decir que “Rabat ha hecho poco por facilitar las relaciones”, para, acto seguido, reprochar a Aznar el “no haberse esforzado más”?. ¿En qué se debía haberse “esforzado más” nuestro Gobierno?, ¿en la firmeza o en una nueva cesión?.


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