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Operación Triunfo y el fracaso del peso

El primer día de “cambio libre” del dólar se disputa con la final de “Operación Triunfo” el lugar más destacado en las portadas de prensa de este martes. Junto a estas, cada periódico lleva en exclusiva otras noticias: ABC informa de que Andalucía es la Comunidad que menos dinero gasta por alumno en educación; El Mundo y La Vanguardia abordan la nueva Ley de Cooperación Autonómica y el rechazo de Pujol a la misma; La Razón informa de libros de texto que se dan en escuelas vascas donde se califica de “patriotas” a los etarras y se hacen proclamas racistas; El País, por su parte, asegura que el 75% de los hijos de los inmigrantes llegados a Madrid estudia en colegios públicos.

Casi todos los diarios llevan en portada la fotografía de los tres ganadores de la final de Operación Triunfo, destacando el inmenso fenómeno social en el que se ha convertido este programa televisivo. ABC, incluso, le dedica un editorial, donde pide a RTVE que el enorme éxito de su programa no le haga olvidar el gran problema de su deuda y la competencia desleal que practica frente a las cadenas privadas gracias a su doble financiación. El presidente de La Razón, Luis María Anson, también dedica su “canela fina” a este verdadero fenómeno de masas. Para Anson “ha bastado que, con ingredientes especialmente populares, se haya ofrecido un programa limpio, ilusionado y sin morbosidades” para que el público se haya sumado a él dándole la espalda a la telebasura.

Lo cierto es que las barreras de entrada que restringen el mercado televisivo, por un lado, y la persistencia de televisiones estatales con acceso al dinero del contribuyente, por otro, son dos circunstancias que obstaculizan la calidad y la libre competencia de las cadenas. La liberalización de ese mercado permitiría con mucha más facilidad la irrupción de programas de calidad, incluso los de gustos minoritarios, como ocurre en todos los mercados cuyo acceso no está vedado. La defensa de la libre competencia, por otra parte, no debe basarse en impedir el acceso a la publicidad a ninguna cadena; lo vedado para todas ellas debía ser el bolsillo del contribuyente. En cualquier caso, pese a las lacras estructurales de este mercado, nada impide aplaudir el tanto que se ha marcado la televisión estatal con este agradable y emocionante programa musical.

El regreso del mercado mal llamado “libre” de divisas en Argentina después de diez años de cambio fijo –un dólar, un peso- y de cinco semanas de cambio oficial –un dólar, 1, 40 pesos- tiene eco editorial en todos los periódicos. Todos consideran que el peso resistió en su cotización con la moneda norteamericana mejor de lo esperado al cerrar a 2,15 tras haber llegado a cotizar a 2,50 pesos por dólar. Curiosamente El País es el más claro a la hora de matizar lo del “cambio libre” y en señalar la cantidad de restricciones impuestas a los compradores del billete verde y la limitación de las ventas a las casas de cambio. El País acierta al recordar que los bancos, de acuerdo con la normativa fijada del Gobierno, no venden dólares al público y que están prohibidas las transferencias de dólares al exterior tanto a particulares como a empresas. Este diario, además, dice que no se sabe hasta que punto ha intervenido el Banco Central para evitar caídas excesivas en el tipo de cambio; ABC y El Mundo aseguran, sin embargo, que el Banco Central no ha echado aún mano de sus reservas y que ayer se limitó a hacer de simple espectador.

En cualquier caso, pese al optimismo de los titulares de los periódicos, que el cambio en un sólo día haya pasado del oficial 1, 4 pesos por dólar al 2, 15 de ayer no es “moco de pavo”, y eso a pesar de las restricciones citadas. De hecho, los editoriales señalan el desastre en el que aún se encamina el Ejecutivo de Duhalde como para que el pesimismo siga siendo la opción más realista. Así, El Mundo acertadamente considera que “lo único que ha conseguido el presidente argentino con sus acusaciones infundadas contra las multinacionales o prohibiendo por decreto los despidos es alimentar el temor de los inversores extranjeros y colmar la enorme paciencia de los gobiernos cuyo respaldo más necesita”. Incluso El País, aunque considera necesario que el FMI se decida a elaborar un paquete financiero de emergencia, reclama que este tenga “toda la condicionalidad exigible a un socio que tiene graves incumplimientos en su hoja de servicios”. El País se queda corto al pedir que “los propósitos de enmienda de los argentinos sean creíbles”. Ni siquiera se les ve el propósito.

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