La “inmediata retirada” del islote de Perejil que la presidencia danesa de la UE ha exigido a Marruecos es la noticia más destacada en las portadas de prensa de este lunes. El debate del Estado de la Nación, que tendrá como ejes, además del pulso marroquí, el que le están echando al Gobierno español los sindicatos y los nacionalistas vascos, es la otra noticia del día en las portadas. En este sentido El Mundo destaca una afirmación de Zaplana —“Mi desafío es que un Gobierno liberal tenga una política social más progresista”— para dar relieve a la entrevista que este diario publica con el nuevo ministro de Trabajo. El Mundo también asegura en portada que ETA no atentará mientras PNV y EA cumplan con el plan soberanista acordado en la cámara vasca. En el área internacional, la noticia más destacada es el intento de asesinato del presidente Chirac efectuado por un militante neonazi durante las celebraciones del 14 de julio.
Nada más conocerse la ocupación del islote de Perejil, ya denunciamos que el único diario partidario del fulminante desalojo del destacamento marroquí era ABC. Bueno, pues este fin de semana también este diario ha pasado a secundar la irresolutiva y condescendiente actitud del Gobierno de Aznar y ya no queda en el panorama mediático español diario alguno que exija a nuestro Gobierno la inmediata recuperación de ese pequeño territorio sujeto –es un decir- a nuestra soberanía.
El más elemental sentido común hubiera aconsejado enviar a un par de docenas de guardias civiles —o los que hicieran falta— para detener a los okupas y, puesto que estos van de uniforme, haber iniciado las medidas de represalia contra el Gobierno que los envió. Estas represalias, de hecho, ya debían de haberse tomado como respuesta a la retirada del embajador marroquí. Pero el Gobierno de Aznar, con el irresponsable respaldo de la prensa, no ceja de hacer creer que en España todo el monte es orégano —o perejil—.
La esperpéntica dejación de sus deberes por parte de nuestro Gobierno pasa ahora por endosar a la UE nuestras responsabilidades y que sea Europa la que exija a Marruecos lo que España le debía haber obligado a hacer por la fuerza. Esta táctica de hacer pasar como imperativo europeo lo que es o debía ser un imperativo propio es táctica muy utilizada por el señor Aznar, cuya incapacidad para gestionar crisis que exijan convicción y resolución propias queda camuflada por la prensa de este país y por la incapacidad, comparativamente mayor, de la oposición. Ya se sabe que en el reino de los ciegos, el tuerto es el Rey. Y así estamos. Ahora Aznar defiende por si mismo el equilibrio presupuestario, pero antes lo presentaba como exigencia europea para alcanzar el euro. Ahora defiende la ilegalización de Batasuna, pero antes quiso que Bruselas le hiciera el trabajo incluyéndola en su lista de organizaciones proterroristas. Ahora quiere que Bruselas presione a Marruecos para hacer lo que la Guardia Civil tenía que haber echo nada más divisar la ilegal ocupación de Perejil.
Pero aquí la irresponsable e imprudente dejación de las responsabilidades se le llama “sangre fría” y “agotar la vía diplomática” y parece que la única forma que la prensa considera que Perejil es recuperable es que el dictador de Marruecos acceda a ello. Y eso que La Razón asegura hoy en su portada que el Gobierno de Rabat ya esta movilizando a su población para efectuar otra “Marcha Verde” sobre Ceuta y Melilla. Incluso El Mundo admite hoy que “hasta la fecha, a Marruecos le ha salido gratis su política de desplantes frente a España” y que “ya era hora de responder con un ápice de firmeza”. El “ápice de firmeza” de la que hablan ahora El Mundo y La Razón —no se vayan ustedes a creer— es la posibilidad de que un día de estos la UE establezca sanciones económicas si Marruecos se decide a quedarse con Perejil.
Aznar, ciertamente, no ha pasado factura a Marruecos —y sigue sin hacerlo— pero esta imprudente actitud de nuestro Gobierno que ha provocado la escalada de desplantes de Rabat ha sido secundada, y jamás criticada, por El Mundo. Si es el Gobierno de Marruecos, y no el de España, el que tiene que acabar con la ilegal ocupación de nuestro territorio, no es de extrañar que El País se ahorre sus editoriales viendo lo que escribe El Mundo.
De Piqué a Palacio, de Aparicio a Zaplana
Si las primeras declaraciones de Palacio como nueva ministra de Exteriores reclamaban más “diálogo” con Marruecos, a pesar de que coincidían con el nuevo pulso de fuerza de Rabat, en la primera entrevista que Zaplana ha concedido desde que es ministro de Trabajo también se invoca esa perversión del lenguaje frente al pulso que los sindicatos están echando a la mayoría parlamentaria.
Para el nuevo ministro el desafío es que un “Gobierno liberal tenga una política social más progresista”. ¿Le parece poco “progresista” la “politica social” actual del Gobierno? ¿O es que el señor Zaplana, sumándose a tanta perversión del lenguaje, ya no no sabe lo que se dice?. ¿Cree que es más progresista supeditar la voluntad de la mayoría expresada en las urnas a lo que digan las organizaciones sindicales que viven a costa del contribuyente y cuyos afiliados representan un mínima porción de los trabajadores de nuestro país?. Sabemos mucho del liberalismo mal aprendido del señor Zaplana, pero ¿qué defensa se puede esperar que haga el Gobierno de una reforma cuyo ministro de trabajo dice que es “mejorable”?
El editorial de El Mundo sale nuevamente a alentar esa actitud de silenciamiento ideológico y de supeditación al “diálogo social” indicando que “Zaplana no debe olvidar que, como demuestra la encuesta de El Mundo, ni la reforma del desempleo gusta a la mayoría, ni son proclives a una solución no acordada con los sindicatos”. En las urnas y no en los sondeos es donde hay que fijarse. Además, El Mundo ha sido responsable de ese clima de opinión, pues han sido sus editoriales los que más han insistido a la opinión pública y al Gobierno de que debe buscar el visto bueno de los sindicatos y de que la reforma es “mejorable”. El Mundo no sólo ha sido quien más ha maniatado al Gobierno a la hora de hacer una defensa explícita de su reforma, sino que ha criticado incluso muchos cambios convenientes incluidos en ella.
Zaplana, como antes Aparicio, no ha hecho defensa explícita de ningún cambio. ¿Pero qué cambio va a defender quien dice que esté dispuesto a no llevarlo a la práctica en pro del consenso?. ¿Qué es “mejorable” de la reforma, según Zaplana?. ¿Qué es de ella, por el contrario, irrenunciable?. El nuevo ministro nada dice. Se limita a decir que el Gobierno no va a retirar una reforma que él también considera “mejorable”...
El Mundo destaca que Zaplana considera que la “política de pleno empleo es mucho más fácil con los sindicatos, pero no imposible sin ellos”. Hombre, se agradece el recordar que el nuestro es un sistema democrático donde las mayorías “pueden” legislar sin el visto bueno de las organizaciones sindicales, pero lo esperpéntico del caso es creer, a estas alturas y después de convocar una huelga general, que los sindicatos van a secundar esa política de reformas. ¿Qué tienen que decir más los dirigentes sindicales para convencer al Gobierno de que es imposible contar con ellos para las políticas de empleo que el Gobierno quiere llevar a cabo?. ¿Hasta cuando el Gobierno va a silenciar la conveniencia de unas reformas en pro de un consenso que jamás va a lograr de los sindicatos?.

Marruecos, sindicatos, nacionalistas y mucho diálogo
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