La primera jornada del Debate sobre el estado de la Nación centra las portadas de todos los diarios y es en todos ellos objeto de comentario editorial. Otras noticias del día destacadas en las primeras páginas es la negativa oficial del Gobierno marroquí a poner fin a la ocupación de Perejil a pesar de que la OTAN se ha sumado a la UE exigiendo su retirada de la isla, el desplome de las bolsas mientras el euro vuelve a superar en cotización al dólar, la confirmación por los datos de la Seguridad Social del bajo seguimiento de la huelga general del 20-J o el internamiento en un psiquiátrico del neonazi que el pasado domingo intentó asesinar al presidente de Francia.
Todos los diarios coinciden en considerar que el liderazgo de Zapatero al frente de la oposición sale reforzado, aunque son varios los diarios que consideran que Aznar ganó “por puntos” en el debate. También hay bastante coincidencia en señalar que Aznar insistió más en sus proyectos futuros —sobretodo en su plan de choque contra la delincuencia y la inmigración ilegal— que en hacer balance de gestión de este año de gobierno. La mayoría considera que tanto Aznar como Zapatero se crecieron en sus turnos de réplica y contrarréplica, con un tono más vivo que de sus primeras intervenciones.
Aznar supedita el diálogo a su proyecto reformista
El Mundo considera "acertada" la impresión de Zapatero sobre la intervención inicial de Aznar al considerar que le parecía más propia de una sesión de investidura que de un Debate sobre el Estado de la Nación: “Pero ello —continúa El Mundo— tiene una explicación lógica: que Aznar quería dejar constancia de nuevo de que no va a levantar el pie del acelerador hasta el final de su mandato”.
El País considera que “sorprendió el distanciamiento gélido de Aznar de los sindicatos, lo que sin duda le causará mayores problemas de cabeza para el otoño”. La Vanguardia, por el contrario, considera que Aznar “fue valiente al ilustrar la necesidad de reformas estructurales en el seguro de paro con la evidencia de que los niveles de desempleo varían mucho de unas autonomías a otras; Rodríguez Zapatero achacó, en cambio, la interrupción del diálogo social a un presunto autoritarismo por parte de Aznar”.
Es lógico que El País trate de evitar el supuesto “distanciamiento gélido” de Aznar con los sindicatos y que este defienda punto por punto y sin complejos, como ciertamente ayer hizo, su reforma. Lo exasperante era ver a diarios próximos al Gobierno, aunque hoy no mencionen el asunto, recomendar ese misma estrategia de dar alas y protagonismo a quien, como los dirigentes sindicales, no lo merecen y constituyen objetivamente el máximo foco de resistencia al proyecto reformista del PP.
La intervención de Aznar, por otra parte, tampoco es, en este sentido para echar las campanas al vuelo. Ciertamente insistió en que el diálogo “debe tener un objetivo” y también es evidente que el presidente da prioridad al “impulso reformista”. Tampoco Aznar puede desenmascarar abiertamente la perversión del lenguaje insertado en el “diálogo social”, concepto-cumbre de lo políticamente correcto. Sin embargo, aun puede y debe hacer mucho más en evitar la contradicción de no replicar a los sindicatos en formulaciones que también emplean los partidos de la oposición. Imputar el fracaso de la huelga al Partido Socialista y no a los sindicatos que la han convocado es, por ejemplo, poco sostenible.
Por otra parte, Aznar no es la primera vez que defiende explícitamente su reforma, lo que ocurre es que en esa tarea está solo, sin implicar a todo su Gobierno, empezando pos sus ministros de Trabajo cuyas declaraciones sólo intentan halagar a los sindicatos...
En cuanto a las absurdas acusaciones de autoritarismo, Aznar no debe lidiarlas tratando estérilmente de contentar a los sindicatos, sino poniendo a todo su Gobierno a defender las reformas y a recordar que el ejercicio del poder de la mayoría, lejos de ser muestra de autoritarismo, es un imperativo democrático que no se debe soslayar por la negativa a suscribirlo de la oposición, y mucho menos de un grupo de presión como el sindical.
Delincuencia e inmigración ilegal
El País considera que “Aznar situó en primer plano la seguridad ciudadana, que de unos meses a esta parte se ha convertido en el argumento recurrente de la derecha europea, a través de una peligrosa amalgama con la cuestión de la inmigración”. Hombre, en primer lugar la conexión que se establece entre la inmigración ilegal y la delincuencia no es una ocurrencia de la derecha, sino una constatación de la realidad como muestran todos los datos estadísticos. La propia entrada ilegal en un país es, de entrada, un delito que, además, lleva a muchos a cometer muchos otros más.
La “peligrosa amalgama” no la cometió Aznar, quien reivindicó y defendió la conveniencia de una inmigración legal e integrada y señaló los muchos inmigrantes que cotizan en la seguridad social. La cometen quienes, como el editorialista de El País, equiparan esa defensa de la legalidad con las posturas excluyentes de los partidos nacionalistas y xenófobos. Si la izquierda europea insiste en esa postura de no querer ver el problema, allá ella. Así le va, dicho sea de paso, en las urnas...
El Mundo, por su parte avala la reforma de la prisión preventiva en la Ley de Enjuiciamiento Criminal y que Aznar planteara el ingreso en prisión provisional para inculpados judicialmente si éstos son delincuentes reincidentes o han intentado eludir antes la acción de la Justicia. Sin embargo,este diario irresponsablemente no puede dejar de poner pegas a la expulsión del país de los extranjeros que sean inculpados de un delito castigado con una pena inferior a seis años de prisión: “Aunque contribuiría a liberar al país de indeseables, también supondría la impunidad penal para delitos tan graves como el tráfico de drogas o el robo con intimidación”.
Lo que no dice El Mundo es que hasta ahora esos delitos tan graves que cometen algunos extranjeros quedan a efectos prácticos impunes, pues quedan en libertad provisional a la espera de juicio. Espera de juicio que, por una parte, les evita la expulsión que sí se les habría aplicado si su único delito fuera la entrada ilegal en el pais y que,por otra parte, les permite cometer nuevos delitos, como también muestran de manera clamorosa las estadísticas
Pese a esa irresponsable actitud disfrazada de purismo jurídico, El Mundo considera globalmente que este paquete de medidas “responde a una inquietud de los ciudadanos y merece una valoración positiva”.
¿Para cuando dejará Aznar de tolerar los hechos consumados?
Aznar no dio información alguna en el Congreso de qué piensa hacer para recuperar la soberanía sobre el isla de Pergil ocupada por una docena de soldados marroquíes. Claro, que no tiene necesidad alguna de hacerlo porque ningún partido de la oposición ha criticado su esperpéntica e irresolutiva reacción ante la nueva bofetada del dictador marroquí. Zapatero ha dicho que le secunda y, siendo hombre de Prisa-González, aún hay que estarle agradecido.
Aznar se limitó a decir que España “no aceptará los hechos consumados”. Y, puesto que lo dice en tiempo futuro, ¿para cuando ese cambio? Porque lo que es un hecho es que los soldados marroquíes siguen en Perejil y que Rabat ha dicho que la isla es suye y que se lo queda.
Lo que no sabemos aun es en qué efectos prácticos se va a traducir esa “no aceptación” de Aznar cuando esta finalmente se produzca. ¿Ordenará entonces a la Guardia Civil el desalojo de la isla? ¿O acaso la no aceptación se traducirá en sanciones económicas que tampoco aún ha tomado?.
ABC, como El País, rechaza ahora por “visceral” el desalojo de la isla que ilegalmente ha sido ocupada por la fuerza. Parecería que a nuestro Estado de derecho le está vedada, para restablecer la legalidad internacional, la fuerza de la que han hecho uso los marroquíes para violarla. Lo “mínimo” que exigia ABC de forma “fulminante” a la Guardia Civil el pasado viernes es ahora considerado por este mismo diario como una “visceralidad”. Pues nada, a esperar toca. Como dice la nueva ministra de Exteriores, tenemos que esperar a que Rabat “recapacite”. Sólo entonces Aznar nos comunicara que es el momento de poner fin a los “hechos consumados”. Esperemos que sea antes de que llegue el invierno. No lo decimos porque tengamos un “visceral” apremio, que vá. Lo decimos por el frío que pueden pasar esa docena de pobres soldados marroquíes que están durmiendo en una humilde tienda de campaña ...

Menos "diálogo" y más debate
En España
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