El conflicto con Marruecos sigue siendo la cuestión más destacada por los titulares de prensa y objeto de comentario editorial en casi todos los periódicos. El Mundo asegura en su principal titular que “España se dispone a compartir con Marruecos la soberanía de Perejil”, El País destaca que “la Comisión Europea y Francia apremian a España a desalojar Perejil”. ABC asegura que “España denuncia que Marruecos busca internacionalizar el conflicto”. El titular de La Razón asegura que “Marruecos se compromete a no reocupar Perejil si las tropas españolas se retiran”, La Vanguardia, finalmente, asegura que “Aznar busca una salida diplomática con Rabat”.
Se podría denunciar la irresponsable e imprudente actitud de la prensa por abocar a nuestro Gobierno a esa claudicante y pusilánime actitud sino fuera porque Aznar la está asumiendo de motu propio. Los diarios españoles—con la lógica excepción de los que sospechamos a sueldo de Rabat— podían exigir a nuestro Ejecutivo que optara de una vez por la firmeza y que hiciera pagar al déspota régimen marroquí el coste de sus desplantes. Eso es lo que exigía desde hace mucho tiempo la lógica más elemental y, como reflejan los sondeos, la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Al Ejecutivo se le podría perdonar la tardanza con la que ha actuado en recuperar ese pequeño símbolo de nuestra integridad territorial, incluso aunque haya cometido el error de consultar a la UE y a la OTAN para abordar un asunto propio. Respecto a esto último, la única declaración que debería haber hecho Aznar respecto a ambas organizaciones internacionales es que no iba a ser necesaria su ayuda para abortar la ilegítima e ilegal ocupación extranjera de ese pequeño terruño nacional perpetrada por media docena de gendarmes marroquíes. Es lo que habría hecho Gran Bretaña, Francia, no digamos los Estados Unidos.
Los complejos y la falta de determinación de nuestro Gobierno, sin embargo, le llevaron a consultar a estas organizaciones lo que simplemente era el ejercicio del imperio de la Ley y hacer cumplir lo que exige nuestra Constitución. Ahora el Gobierno se queja de la internacionalización del conflicto, pero ha sido culpa suya el que un asunto, que podía y debía haber sido despachado inmediatamente con un par de docenas de guardias civiles, haya adquirido ese cariz. Es evidente que la OTAN y la UE se benefician mucho más de España que de Marruecos, pero, mientras a las autoridades del país africano les sobra determinación, a las nuestras le faltan. Y nuestros aliados lo saben. La Comisión Europea y Francia ya están exigiendo a nuestro Gobierno que desaloje la isla. Lo hacen conscientes del coste nulo que tiene ese apremio, pues es el propio Gobierno español el que ya ha adelantado que está dispuesto a compartir la soberanía. Eso permite a los europeos y a los americanos quedar bien con Marruecos sin temer quedar a mal con España.
El Mundo comienza su editorial de hoy reconociendo que “pocas decisiones del Gobierno han suscitado tanto consenso social como la operación militar para desalojar a los soldados marroquíes”, admite que “más del 90%” de los lectores de su edición electrónica "apoyan sin reserva alguna" la intervención militar.
Sin embargo, el editorialista advierte que la lectura que se ha hecho de estos acontecimientos en muchos medios de comunicación europeos era la de una aventura expansionista. El editorialista de El Mundo podía quitarles la razón recordando que ese islote es de soberanía española desde hace cinco siglos, pero, en su lugar, señala que “Aznar ha dejado bien claro que España se retirará del islote en el momento en que Marruecos se comprometa a volver a la situación anterior al once de julio”.
La intolerable situación de agravios que padecía España antes de la ocupación marroquí es ahora, como denunciábamos ayer, el statu ideal al que quiere volver nuestro presidente. No sólo no se penaliza el intento de ocupación sino que se establece como objetivo una situación que ya era de agravios consentidos. La actuación del Gobierno marroquí muestra, por culpa del nuestro, una lógica implacable. No hay más que seguir tirando de la cuerda para arrastrar con efecto retardado a quien desde el otro extremo no la está dispuesto a tensionar.
Como la política de medias tintas en la que está instalado el Gobierno español siempre induce al error, no nos extrañemos que hoy El Mundo se sume a El País para criticar “la colocación épica de una bandera española en el islote”. Para El Mundo, “el Gobierno podría haberse ahorrado esa imagen que ha enfadado a los marroquíes y ha contribuido a sembrar las dudas sobre las verdaderas intenciones de la operación”. El colmo, vamos. Encima que nos invaden el islote, no hay que enfadarles con nuestra bandera sobre ese territorio nacional.
Sin embargo, a pesar de que en este y otros puntos de acuerdo con El País, El Mundo otorga apariencia de crítica al Gobierno, es la lógica del propio Ejecutivo la que le permite ese y otros puntos en común de los editoriales. Si, como ha apuntado por adelantado la incompetente ministra de Exteriores, el objetivo de nuestro Gobierno es la soberanía compartida del islote, las “épicas” de nuestros soldados ciertamente se las podrían haber ahorrado. Si la agresión, no sólo no se penaliza, sino que se premia con una negociación, ya nos dirán ustedes qué cabe esperar en el futuro.
Y el caso es que la obvia intervención militar en el islote podía haberse constituido como el primer estribo para que nuestro Gobierno, arropado por un inmenso consenso ciudadano, inaugurara una política de firmeza frente a Marruecos, en contra de la lógica de cesión practicada hasta ahora. Los diarios progubernamentales, que no se atienen a principios —ni buenos ni malos— , le hubieran servilmente acompañado de igual forma. El País podía haberse quedado sólo, incluso arriesgando o contraiando a muchos de sus lectores, en esa línea de intentar contentar a Marruecos. Zapatero secundó a Aznar, pero Prisa tiene mejor calado a la clase política española, empezando por nuestro Gobierno y siguiendo por el resto de los medios de comunicación. El País no se achantó y, gracias a eso, está terminando por restablecer su lógica. La misma, la mismita que imperaba antes del once de julio.
Desengañémosnos, “recuperar las buenas relaciones con Marruecos”, pese al lógico y justificado cabreo ciudadano, tiene el rango de lo políticamente correcto, como lo tenía esa otra mema obviedad de lograr “la unidad de los demócratas” exigía contentar a los nacionalistas a cualquier precio. Como la que ahora tiene el “diálogo social”...
Para mantener en Perejil izada la bandera —que no es nada más, ni nada menos, que un trapo que simboliza nuestra libertad, integridad y soberanía, se requiere un mástil de firmeza, de coherencia y sentido común que desgraciadamente brillan por su ausencia. Es hora, pues, de darla ya por arriada.

Todos dando alas a El País que no es España
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