La detención de tres etarras con 60 kilos de explosivos y la rebelión institucional en el País Vasco siguen ocupando el lugar más destacado en las portadas de la prensa este lunes. Los resultados de las “elecciones” en Marruecos, en las que la actual coalición de socialistas y nacionalistas ha resistido el fuerte ascenso de los “islamistas moderados”, también son objeto de atención en varias portadas y editoriales. El Mundo también destaca que “el Gobierno impulsa un nuevo gaseoducto con Argelia que no atraviese Marruecos”.
Otras noticias del día son los cambios en la Reforma del Subsidio del Desempleo que Eduardo Zaplana ofrece a los sindicatos, la decisión de Israel de levantar el cerco a Arafat, los más de 750 euros que varias clínicas de reproducción pagan a las universitarias que “donan” óvulos y un sondeo que asegura que el 71% de los ciudadanos se opone a que España coopere en un ataque contra Irak.
Mientras los titulares de El País y La Vanguardia dan prioridad a la nueva detención de etarras, El Mundo, ABC y La Razón se centran más en el proyecto secesionista del Gobierno vasco. El Mundo destaca que “Anasagasti pide al Rey que propicie un nuevo pacto con el País Vasco”. ABC asegura que “Aznar prepara un plan político, jurídico y económico para responder a Ibarretxe”. La Razón, por su parte, destaca las declaraciones del presidente del PNV y titula “Arzallus, enloquecido, alude a la Guerra Civil y al Ejército y dice que nadie le parará”.
El editorial de El Mundo desarrolla una crítica bastante mediocre al nacionalismo vasco en la que incluso hay cabida al elogio. Así, respecto a Arzalluz y sus hipócritas declaraciones de “solidaridad” con los ediles no nacionalistas amenazados, el editorialista dice que: “Al igual que en otras ocasiones hemos criticado sus barbaridades, hay que alabar ahora el gesto del líder nacionalista”. En el colmo de la incoherencia, el editorial prosigue subrayando que, “si esta fuera de verdad la actitud del PNV con las víctimas de la violencia etarra, otro gallo cantaría”. ¿En qué quedamos? ¿O es que hemos decidido hacer de la hipocresía una virtud?
El País también suaviza su crítica a los nacionalistas con elogios de la misma cuerda al decir que “no cabe dudar de la sinceridad con que el nacionalismo condena los atentados y reprueba el acoso que sufren socialistas y populares”, para señalar a continuación que “hay una contradicción entre esa condena ética de la persecución y el paralelo rechazo de las iniciativas legales tendentes a evitar que los perseguidores puedan seguir beneficiándose de las ventajas de la legalidad. Es farisaico –prosigue El País– decir que la ilegalización de Batasuna atenta contra el pluralismo y considerar normal que durante años los partidos no nacionalistas hayan tenido que competir en inferioridad de condiciones: bajo la amenaza de quienes consideran que eliminar concejales de la competencia es un objetivo legítimo?”. ¿En que quedamos? ¿Son “sinceros” o son “farisaicos” los nacionalistas? ¿La “contradicción” que señala El País no es más bien la de su editorialista?
El editorial de El País –por lo menos y a diferencia de El Mundo– también hace referencia a las otras barbaridades que dijo Arzalluz, como cuando afirmó que “han vuelto los nacionales” que "pretenden hacer con la ley lo que Franco hizo con las armas”. Que el editorialista de El Mundo silencie estos exabruptos puede obedecer a que son calcaditos a los que este diario lanzó contra los que se niegan a descartar la aplicación del artículo 155 de la Constitución, a quienes tildó de “ultras, a los que les gustaría ver entrar en San Sebastián al ex General Galindo con la solapa llena de condecoraciones”.
Se dirá que estos exabruptos de El Mundo –dignos de Batasuna y el PNV– se lanzaban contra La Razón en una simple disputa por ver cual de los dos diarios tiene más influencia en el Gobierno de Aznar. Sin embargo, ya se podían haber buscado otra cuestión para rivalizar en su patética lucha de influencias y, en el caso de El Mundo, haber optado por una opción más responsable que la de denigrar un artículo de la Constitución que sólo pretende garantizar el imperio de la Ley.
Todo, además, para que ayer el director de El Mundo disimuladamente tratara de enmendar su error y señalara que el desafío nacionalista “puede tener que ser reprimido mediante el legítimo ejercicio de las facultades excepcionales que todas las constituciones democráticas conceden al Estado ante una situación límite”. Donde dije digo, digo Diego. Pedro J. Ramírez añadía ayer que, aunque “está bien que el Gobierno anuncie los preceptivos recursos ante los altos tribunales, convendría que todos fuéramos teniendo claro cual sería la siguiente respuesta a una hipotética desobediencia a sus resoluciones”.
El director de El Mundo se ve forzado a disimular su cambio de postura señalando que "hay ya quienes acarician con ansiedad el ataque preventivo mediante el que resucitar sus sueños imperiales, yo sigo creyendo que no hay nada como unos mecanismos verosímiles de disuasión, contundentemente expresados, para mantener a raya o meter en vereda a quien, además de la libertad y la vida, tiene una base territorial y un poder material que perder”.
La forma velada con la que el director de El Mundo viene a hora a referirse al artículo 155 de la Constitución pese a los insultos “imperiales” que sigue dirigiendo a los que simplemente hemos tenido más capacidad de previsión que su diario, nos obliga a repetir lo que aquí dijimos hace diez días: Incluso para no tener que aplicar el artículo de marras, Aznar debía haber hecho ya una solemne, pública y firme advertencia a los nacionalistas indicando que no dudará en hacerlo si las instituciones vascas siguen donde ya están, que es fuera del Estado de Derecho. En lugar de eso, la única referencia pública del PP a la suspensión de la autonomía es para descartarla.
Ciertamente, ¿como va a disuadir algo que se descarta utilizar? Ya hemos visto para qué ha servido que el PP acordara con el PSOE rechazar ese artículo tras la negativa de los nacionalistas a obedecer a Garzón en la disolución de Batasuna, para que una semana después, el lehendakari diera un pasito más y anunciara que también se va a saltar a la torera la legalidad con su referéndum secesionista...
ABC nos asegura hoy que Aznar prepara una “breve advertencia formal” que incluye un “plan político, jurídico y económico” para responder a Ibarretxe. Aunque sea con retraso, bienvenido sea; aunque sólo lo sea para contrarrestar las pusilánimes y cándidas reacciones gubernamentales vistas hasta ahora. Simplemente ha sido patético ver a Rajoy apelar a los militantes del PNV para que “llamen a la cordura a sus dirigentes”, como si quien tuviera que responder al ilegal desafío nacionalista no fuera, en primer lugar, el Gobierno central. Es patético ver a un vicepresidente español decir que lo “prioritario” no es la secesión del País Vasco... como si éste también fuera un objetivo de los constitucionalistas que, a diferencia de los nacionalistas, no le otorgan la preferencia. Y si no, la cándida comodidad de quienes se instalan en el recurrente "imposible" del desafío nacionalista porque contradice la ley. Como si la prohibición escrita del delito impidiera, por si misma, que la gente los cometiera...."¡Oiga, que le van a robar el coche! ¡Qué va, eso es jurídicamente imposible! Así que calma y mucha serenidad ¿No entiende que la ley protege la propiedad privada?"
Y si no, ABC que mantiene que “a la provocación, mesura” y que los nacionalistas “tratan en definitiva de provocar al Estado para forzarlo a una respuesta extrema que les permita sacar a pasear su victimismo”. Lo mismo decía este diario –y el resto– cuando rechazaban la ilegalización de Batasuna –es decir cuando la rechazaba el Gobierno–: que eso era “caer en la provocación” y “alentar el víctimismo”...
Se dirá que estos sólo son reproches de matiz. Sin embargo, aunque lo sean, son también grave muestra de la falta de claridad y de reflejos de que vuelven a hacer gala los constitucionalistas. Y, ante eso, ¿cómo van a dejar de “acelerarse” los nacionalistas?

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