La retirada de facto por parte del Gobierno de su reforma del desempleo al dictado de los sindicatos es la noticia más destacada en todas las portadas y objeto de comentario editorial en todos los diarios.
Junto a esta, muchas son las noticias relevantes que llevan los diarios hoy en sus portadas. La visita del presidente de Argelia a Madrid, el niño de trece años que se ha convertido en la octava víctima del francotirador de Washington, la depreciación del real brasileño tras los resultados electorales en Brasil, los más de trece palestinos muertos como resultado de la ofensiva antiterrorista israelí en la franja de Gaza, la noticia de que el 62% de los españoles no puede ahorrar nada a final de mes, la violencia en los estadios de fútbol o las “otras fórmulas” que el Ministerio de Defensa estudia para el homenaje a la bandera son algunas de las noticias que los lectores pueden encontrar en las primers páginas de los diarios.
La decisión del Gobierno de cambiar la ley y atribuirse la facultad de autorizar la emisión en cadena de Localia TV increíblemente sólo encuentra eco informativo en el sumario del diario La Razón, cuyo titular, además, afirma que es una decisión para “controlar” la televisión de Polanco.
¿El final del proyecto reformista del PP?
Todos los diarios progubernamentales vienen a secundar servilmente la retractación del Gobierno frente a los sindicatos en pro del manido y políticamente correcto “diálogo social”. Tan sólo ABC se atreve muy tímidamente a introducir alguna objeción a la marcha atrás de Zaplana y Aznar, pero, no obstante, el propio editorialista las deja en un segundo plano al dar prioridad a “la necesidad imperiosa de mantener la paz social”.
Así, ABC dice que “no sería una decisión cuestionable, de no ser porque para este viaje no hacían falta las alforjas que derivaron en una huelga general”. Más adelante, afirma que “se puede alabar el realismo del Gobierno, el cambio de actitud, otra sensibilidad, pero no se puede abdicar de las razones de fondo que le llevaron a reformar la protección por desempleo. El Ejecutivo tenía razón, aunque no fuera capaz de convencer a la opinión pública. Su débil labor pedagógica —continúa ABC— fue aprovechada por los sindicatos y el PSOE, que se sirvieron de ese flanco debil para ganar en la calle lo que el Gobierno perdió por su incapacidad para hacer valer sus razones.”
Ese es el único reproche al Ejecutivo basado en la defensa de la reforma inicial que los lectores podrán encontrar en los editoriales de prensa. El Mundo y La Razón, ni eso. El primero hace malabarismos para poder justificar el apoyo al Gobierno, tanto cuando hacía una cosa como cuando ahora decide hacer la contraria. ¿Cómo?. Pues tratando de vender que la reforma no queda “ni desvirtuada en su esencia, ni odiosa para las centrales”. ¿Cómo no va a quedar desvirtuada “en esencia” si el Gobierno, sin negociación previa, ya se ha dispuesto a informar a los sindicatos que acepta siete de las ochos exigencias que inicialmente hacían?.
El decir que la reforma no queda “odiosa para las centrales” es un eufemismo para ocultar que la reforma, simplemente, se retira. En este sentido, tratar de vender que los sindicatos “también han cambiado su talante” y remarcar que antes querían “una retirada pura y simple del proyecto” no deja de ser un intento de querer engañar al que se deje.
Evidentemente con el nivel de claudicación al que ha llegado el Gobierno, ¿cómo no va a cambiar la actitud de los sindicatos?. Eso, sin embargo, no es muestra de “flexibilidad” sino de satisfacción por el éxito que ha logrado precisamente su "enconamiento". Si El Mundo tiene que reconocer que “un único aspecto impide aun la reanudación oficial o formal del diálogo social: el Gobierno no restituye el PER”, ¿cómo entonces intenta colarnos el que los sindicatos han sido “flexibles” y que han cambiado de “talante”?. ¿Hay que esperar a que el Gobierno pase del "siete de ocho" al cien por cien de cesión para confirmar esa cursilada de que “Zaplana convierte la reforma en punto de encuentro”?
Si el Mundo trata vanamente de dar argumentos para justificar su seguidismo al Gobierno, La Razón es servil hasta el grado de no querer camuflar su servilismo. Así su editorialista dice que el “Gobierno estaba convencido de que debía modificar su posición de partida”. Dice que “para eso Aznar llamó a Eduardo Zaplana” para la cartera de Trabajo: “Si se pretendía recuperar el diálogo social, haría falta un experto negociador, capaz de dar la vuelta a una situación en principio inamovible”.
No dejando de elogiar al claudicante ministro de Trabajo, La Razón dice que “Zaplana estaba dispuesto a negociar y apostar en serio por el diálogo, pese al evidente rendimiento político de la oposición”. “El Gobierno —continúa el panegírico de La Razón— ha demostrado que es capaz de cambiar y que es cierto que su primer proyecto era modificable, pero siempre y cuando existiese una negociación que los sindicatos se negaron en su día a aceptar”.
Pero de ¿qué negociación habla?, ¿de la visita de los lideres sindicales para constatar que el Gobierno retira punto por punto las siete octavas partes que los sindicatos exigían?, ¿O es al recordatorio de los sindicatos que exigen el cien por cien y que aún esperan para hacerse la foto a que el Gobierno retire el único punto que queda por retirar?
Ciertamente la llegada de Zaplana —ya lo advertímos en su día— no auguraba nada bueno. Pero, la verdad, nunca llegamos a imaginar el grado de claudicación de este dirigente popular que carece tanto de principios como de ideas. Ni en la Comunidad Valenciana, Zaplana llegó a los extremos a los que ahora se han llegado. Alli los sindicatos cobraban por dejar hacer, pero es que ahora, no sólo siguen cobrando, sino que no dejan que el Gobierno haga.
El País y la oposición se frotan las manos
El País acude con puntualidad a cobrarse la pieza abatida. Titula acertadamente su editorial como el “rectificazo” y también acertadamente destaca que “los cambios son tan sustanciales que en la práctica implican una vuelta a la situación anterior a la publicación de la reforma. El diario de Polanco no perdona y abate inmisericorde al enemigo que de forma tan torpe y suicida se ha puesto en su disparadero. Asi, empieza por recordar la frase de Fraga de “los socialistas sólo aciertan cuando rectifican” para lanzársela a la cara de los dirigentes populares.
El País, no perdona, y asegura que la marcha atrás del Gobierno obedece a “consideraciones electorales y por la percepción de que una gran parte de los ciudadanos no entendía ni aprobaba los recortes a los derechos de los trabajadores”.
"Las 24 enmiendas -prosigue El País- en las que el Gobierno se retracta implican además el reconocimiento explícito de que la huelga general del 20 de junio no fue el fracaso que anuncio, sino una protesta que consiguió grados muy razonables de participación”.
La decisión del Gobierno viene, ciertamente, a dar crédito a esa falsedad, pero lo cierto es que todos, absolutamente todos, los datos objetivos que existen para medir el seguimiento de una huelga demuestran que la del 20-J fue el mayor fracaso sindical en la historia de nuestra democracia. Y eso a pesar del nulo esfuerzo pedagógico y mediático por parte del Gobierno para defender su posición. Pero hasta ese fracaso sindical ha dilapidado el Gobierno con su estúpida, suicida y acomplejada decisión que da rienda suelta a todos sus oponentes.
El País, crecido por la estupidez del Gobierno, se pregunta “¿Dónde quedan hoy los ejercicios gratuitos de firmeza verbal y las declaraciones de urgente necesidad de la reforma que prodigaron casi todos los ministros del Gabinete de Aznar, empezando por los del equipo económico? ¿Se acordará hoy el presidente del Gobierno de su desdichada afirmación de que los españoles no tenían porque pagar a quienes no quisieran trabajar?”.
A la luz de sus comentarios y los de la oposición, es evidente que El País se queda corto al decir que “el Gobierno se ha rendido con armas y bajages a la presión sindical”. Ha hecho más que eso, ha armado poderosísimamente a su oposición política, al trasladar a la opinión pública ya definitivamente la idea de que era ella y no el Gobierno quien tenía razón.
El error, el histórico error del PP en este asunto tiene mucha más trascendencia que la mera reforma concreta del subsidio de desempleo que queda sin llevarse a cabo. En primer lugar, es un golpe clarísimo a la legitimidad de las urnas en beneficio de los grupos de presión. ¿Para qué sirve entregar diez millones de votos a un partido que luego se pone a las ordenes de los sindicatos?.
El Gobierno, como ya advertimos en su día, en lugar de defender lo que hacía, se dedicaba a reivindicar un “consenso social” que sólo lograría dejando de hacer lo que estaba haciendo. Dijimos entonces que el PP tenía que optar entre su proyecto reformista o el consenso con los sindicatos, que ya no era posible —dados los intereses que los sindicatos tienen en el statu quo y la ideología reaccionaria que abanderan— proseguir de su mano en la senda de la reforma. El PP ha hecho su opción y prefiere echar el freno que avanzar en los cambios. La razón no obedece a la presión de los sindicatos, ni a la fuerza de la oposición ni a la de Prisa, sino a la fuerza de los complejos del PP y a su terror escénico de aparecer en solitario aunque sea con el refrendo absoluto de las urnas.
Ya no se trata de la supremacía del pragmatismo sobre los principios. El pragmatismo no justifica en modo alguno lo que se ha abdicado. Es —insistimos— la suicida estupidez de unos complejos incurables. Desde el punto de vista pragmático era necesario no fortalecer a los sindicatos a los que ya se les había ganado el pulso de la huelga. Era necesario lograr la "paz social" que no pasara por el pago del chantaje.
Decía Lenin que los burgueses venderían a los revolucionarios las sogas con las que luego les ahorcarían. El PP ha hecho, metafóricamente, más que eso. No es que haya vendido, es que ha regalado la fuerza de las urnas a los sindicatos y a la oposición, cuyos dirigentes utilizan para pararle. Eso sí, con mucho consenso político y mediático.
Anson, vuelve en defensa de Marruecos
La prensa gubernamental cuando no secunda los errores del Ejecutivo le propone otros en los que aún no ha incurrido. Algo de eso ocurre con el presidente de La Razón que hoy vuelve a salir en defensa de Marruecos en su “canela fina”. Anson transmite la protesta de Rabat por los acuerdos que han firmado España y Algelia, especialmente con el gaseoducto de telón de fondo, y advierte que “toda reacción política, sea de hierro, sea de seda, genera reacción y ya veremos si han sido positivas las reverencias aznaríes, ayer a la Argelia de Buteflika.
No contento con pretender que Aznar supedite servilmente los acuerdos con Argelia a lo que diga Rabat, Anson aun dice que el de Marruecos es un gobierno “amigo” del que “no nos separa Ceuta y Melilla ni los peñones costeros sino la política española por el Sahara”. Ansón niega así la evidencia y la realidad. ¿O fue un mal sueño la invasión de Perejil o las constantes reivindicaciones de Rabat sobre Ceuta y Melilla?. ..
Por su puesto, que también nos aleja la cuestión del Sahara, pero hasta en eso Anson quiere que nuestro Gobierno satisfaga la voluntad del sultán. Y, en este sentido, critica a Pique por no “haberse enterado de nada hasta que le retiraron el embajador”.
Dice Anson que no quiere “pronunciarse sobre la bofetada que España propino ayer a Marruecos. Tampoco sobre las consecuencias de la mano tendida a Argelia. Solamente dejar constancia de que estamos jugando con fuego sobre el polvorín magrebí del norte de África”. Hombre, para “no querer pronunciarse”, Anson deja bastante clara su postura. Y esta no es otra que la de abortar la única decisión sensata que, respecto a Rabat, ha tenido Aznar como es la de fortalecer las “relaciones estratégicas” con un país como Argelia y especialmente construir un gaseoducto que no pase por Marruecos. Si esto es una “bofetada” para Rabat, habrá que decir que hacen falta muchas más y más severas para que Marruecos entienda que tener malas relaciones con España tiene un coste.
En lugar de eso Anson, como ya hiciera entorno a Perejil, insiste en que el Gobierno español claudique y se entrege a la voluntad de Rabat. La prensa gubernamental marroquí ya “distinguió” con ocasión de la invasión del islote a Luis María Anson con elogios y agradecimientos por la postura adoptada por su diario. Está visto que el presidente de La Razón quiere hacerse merecedor de nuevos elogios. Suponemos que sólo se trata de eso y que el agradecimiento de Rabat con Ansón no pasa de ahí...

Vuelta al “Statu quo ante” de la reforma
En España
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