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Qué es y cómo funciona el escudo antimisiles

La OTAN encargó sus primeros informes de viabilidad en 2001. Rota será una de las piezas fundamentales del sistema en Europa.

La proliferación en el mercado internacional de misiles balísticos de medio y largo alcanza, y el hecho de que más de una treintena de países hubiesen adquirido material militar de estas características, hizo plantearse a la Alianza Atlántica la necesidad de estar preparados para defenderse ante este tipo de amenazas, ya que posibles países enemigos podrían cargarlos no sólo con ojivas convencionales, sino también con ojivas con capacidad de destrucción masiva (nucleares, bacteriológicas...).

En el año 2001, la OTAN puso en marcha dos estudios de viabilidad para la creación de un sistema de defensa contra misiles balísticos. Una decisión que fue impulsada principalmente por el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, que veía con preocupación, al igual que el resto de socios de la organización supranacional, la carrera de rearme de países como Irán o Corea del Norte.

La idea de la creación de este sistema defensivo no era algo nuevo. Ya en marzo de 1983, el presidente estadounidense Ronald Reagan propuso un sistema militar denominado Iniciativa de Defensa Estratégica, que popularmente se conoció como Guerra de las Galaxias, por la película de ciencia-ficción que estaba triunfando en ese año. Esta iniciativa de Reagan retomaba el denominado Proyecto Sentinel, diseñado por el Pentágono en la década de los sesenta.

En junio de 2004, en una Cumbre celebrada en Estambul (Turquía), la OTAN aprobó la puesta en marcha del proyecto. Los aliados trabajaron en su desarrollo hasta que en 2010 se comprobaron los primeros resultados, al alcanzar el escudo antimisiles su capacidad inicial.

¿Dónde están las bases?

El escudo antimisiles contará con tres bloques de bases para la defensa territorial de los países de la OTAN. El primero de estos bloques estará en suelo norteamericano. Allí habrá radares de detección primaria, radares de alta resolución y misiles interceptores en Alaska y el sur de California. A los mismos, acompañarán otra base de radares en Hawai y varias bases con radares e interceptores en estados del medio-oeste y junto a la península de Florida.

El segundo de estos bloques estará en Asia, exactamente, en Corea del Sur y Japón. En territorio surcoreano habrá una base con radares de detección primera y de alta resolución. Mientras que en el país nipón habrá una base de radares de alta resolución. El objetivo será monitorizar desde cerca el posible lanzamiento de misiles balísticos de Corea del Norte.

La tercera base estará en suelo europeo. En diferentes fases hasta 2018, serán seis los países con protagonismo. Tanto en Polonia como en Turquía se instalarán equipos de radares y misiles interceptores. También en el Este, en Rumania, se colocarán misiles interceptores. Países Bajos aportarán cuatro fragatas con capacidad de de alta resolución, mientras que Francia está previsto que aporte satélites.

En España, en la base naval de Rota (Cádiz), estarán destinados hasta cuatro destructores norteamericanos con capacidad AEGIS, para la interceptación de misiles. Estos buques cumplirán de forma rotatoria diversas misiones de control en la zona más oriental del Mar Mediterráneo.

¿Cómo funciona?

El sistema defensivo se activaría en el momento que un país enemigo de la Alianza Atlántica lanza un misil balístico contra el territorio de uno de los socios de la OTAN. El mismo sería detectado de forma inmediata por los satélites y radares de detección primaria.

A continuación, los radares de alta resolución calculan la trayectoria y el tiempo real de navegación del misil enemigo. Las coordenadas calculadas son enviadas al centro de comando para que sean reenviadas a los interceptores. El misil interceptor de la OTAN parte entonces al encuentro del misil enemigo con toda la información necesaria para que sea destruido.

En pleno vuelo, se separa del misil interceptor un equipo rastreador EKV con un sistema infrarrojo que guía al interceptor hasta su blanco. Este equipo rastreador EKV posee un sistema de propulsión, elementos de comunicación y de guía, y un miniordenador con capacidad para guiar al misil.

Finalmente, el misil interceptor de la OTAN debería chocar contra el misil enemigo a una velocidad aproximada de 24.000 kilómetros/hora, y a una altitud máxima de 231 kilómetros sobre el nivel del mar, y siempre en un tiempo que debería ser menor a los 30 minutos desde el lanzamiento del misil enemigo.

Los sistemas de la OTAN lanzarían, o bien desde los sistema Aegis de los destructores estadounidenses o bien desde bases en tierra, un misil interceptor SM-3 Bloque IB. La previsión es que entre 2015 y 2018 presten este servicio las versiones modernizadas SM-3 Bloque IIA, y que entre 2018 y 2020 puedan utilizarse los SM-3 Bloque IIB.

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