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La rebelión navarra contra Pablo Iglesias

Cuatro críticos han conseguido hacerse con el control del grupo parlamentario desafiando al oficialismo. 

Cuatro críticos han conseguido hacerse con el control del grupo parlamentario desafiando al oficialismo. 
Pablo Iglesias este miércoles. | EFE

Cómo ha conseguido un pequeño grupo de críticos poner en jaque a todo un partido haciéndose con el control de una dirección parlamentaria. Eso es lo que podrían explicar cuatro de los siete parlamentarios navarros de Podemos. Los diputados autonómicos Laura Pérez, Fanny Carrillo, Carlos Couso y Rubén Velasco han logrado desde Pamplona lanzar un desafío a Pablo Iglesias que puede traer consecuencias en el gobierno de la comunidad foral liderado por Uxue Barkos gracias al apoyo de Bildu, Podemos e I-E.

La división

Para poder explicar cómo cuatro críticos se han hecho con el control de un grupo parlamentario hay que remontarse al pasado mes de marzo. Entonces, el diputado navarro de Podemos en el Congreso, Eduardo Santos, venció en las primarias internas por tan solo 28 votos a la hasta entonces secretaria general del partido en Navarra, Laura Pérez Ruano, que es diputada autonómica.

En ese momento, el grupo parlamentario morado en Navarra estaba dividido en dos. Por un lado, los que se posicionaban con Santos –hombre de Pablo Iglesias en Navarra pero que es diputado en Madrid– y, por otro, los que se situaban junto a Pérez Ruano, que pertenece a la familia de los Anticapitalistas.

En el lado oficialista de Santos estaban la presidenta del parlamento navarro, Aihnoa Aznárez, Teresa Sáez y Mikel Buil. Entre los críticos, la propia Laura Pérez, Fanny Carrillo, Carlos Couso y Rubén Velasco.

Cuando Santos llegó al poder, una de las primeras decisiones de su dirección fue retirar a su rival de la portavocía en el Parlamento foral, por lo que Laura Pérez fue sustituida por Mikel Buil.

¿Cuál fue el detonante del enfrentamiento?

En Podemos Navarra las aguas andaban revueltas hasta que llegó el detonante del enfrentamiento. La Comisión de Garantías autonómica abrió el pasado diciembre un expediente sancionador a Laura Pérez Ruano y Fanny Carrillo por "instigar" una campaña contra el partido, según se aseguraba en una denuncia interpuesta por un afiliado. Unos días después, ya en enero, se conocía que Podemos Navarra había decidido expulsar temporalmente a Pérez Ruano "como medida cautelar" mientras se resolvía el expediente en el que también le acusaban de actuaciones" susceptibles de infringir gravemente el código ético de Podemos".

Así lo señalaba la formación en una nota, en la que revelaban que podían existir "irregularidades en el ejercicio de sus funciones como cargo electo". El partido le acusaba de un posible uso de su escaño parlamentario en beneficio propio, al participar en el debate de una iniciativa en defensa de docentes interinos de Educación, cuando era una de las afectadas. Podemos Navarra también le pedía entregar el acta de parlamentaria "si se confirmaba esta medida de forma definitiva".

De amenazar con marcharse a hacerse con el control

Tras conocer estas acusaciones, los cuatro críticos del grupo parlamentario afines a Pérez Ruano amenazaron a la dirección oficialista del partido con marcharse como un gesto de apoyo a su compañera.

Pero las tornas cambiaron y los críticos se hicieron fuertes. Laura Pérez, Carlos Couso, Rubén Velasco y Fanny Carrillo se hicieron con el grupo parlamentario a pesar de posicionarse públicamente "al margen" de Podemos. Con su mayoría –son cuatro de los siete diputados– decidieron volver a cambiar de portavoz y colocar de nuevo a uno de los suyos, Carlos Couso, despojando así de la portavocía al oficialista Mikel Buill.

Los críticos, eso sí, no han dado un paso en falso. Sus movimientos se ciñen por completo a lo que establece el reglamento de la Cámara navarra y a las interpretaciones elaboradas por los servicios jurídicos del Parlamento.

Tanto es así que este lunes, la Cámara navarra formalizaba el cambio de portavocía dado que los letrados habían realizado un informe jurídico en el que recogían que los grupos parlamentarios gozan de "autonomía en su organización y actuación interna". "Partidos políticos y grupos parlamentarios son realidades políticamente vinculadas pero jurídicamente diferenciadas", decía el texto.

Consecuencias

Ese informe de los letrados dice algo más: "Queda claro que los legitimados para adoptar una decisión sobre posibles modificaciones atenientes al grupo parlamentario son sus propios miembros". Es decir, los críticos pueden hacer y deshacer a su antojo sin tener en cuenta a la dirección navarra de Podemos y mucho menos a la cúpula estatal.

Además, los de Pérez Ruano cuentan con otra ventaja: si los oficialistas abandonan el grupo, la primera consecuencia sería que una de los suyas, Ainhoa Aznárez, perdería su condición de presidenta del Parlamento. La escisión de Podemos en dos facciones también obligaría al cuatripartito que gobierna Navarra (formado por Geroa Bai, Bildu , Podemos e I-E) a iniciar nuevas negociaciones, dado que tendrían que entenderse con críticos y oficialistas, para buscar un nuevo presidente.

Así las cosas, este lunes a Pablo Echenique solo le quedaba advertir desde Madrid a sus críticos que "se deben al proyecto colectivo", y que, si se decide no cumplir esa máxima, "se entiende que ya no representan el proyecto".

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