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La rectificación de Federico Jiménez Losantos

Trapero es sin duda el protagonista del día. Su declaración dejó atónitos a los periodistas.

El Mundo dice que "Trapero endosa a Puigdemont y a Forn los desórdenes de 1-O" y que "tenía un plan para detener a los miembros del Govern si se lo ordenaba el juez". Pues vaya birria de plan, el cabecilla se largó a Bruselas escoltado por uno de sus hombres. Rosell no pica y dice que Trapero y sus chicos quieren "distanciarse de las decisiones políticas del procés", pero que "lo cierto es que los Mossos pecaron, como mínimo, de inacción el 1-O y no impidieron el asedio a la Consejería de Economía. Que la secretaria judicial tuviese que salir por la azotea para ahorrar tiempo solo retrata el cinismo de Trapero". O su sentido del humor. Federico Jiménez Losantos rectifica su columna de anteayer en la que felicitaba a Ciudadanos por su rápida reacción tras el pucherazo. "Contra lo que yo creía y sostuve erróneamente, no actuó de inmediato el Comité de Garantías, sino a rastras". "Ha dimitido el considerado máximo responsable, que aconsejó el fichaje, que no se hubiera producido sin el plácet de Villegas y Rivera. Hasta qué punto eran conocedores de la grosera chapuza patatera es algo que ni los finalmente ganadores tienen demasiado interés en averiguar. Ha sido tan apabullante la victoria que no quieren estropearla". Seguro que lo saben, pero no quieren hacerlo público, sería tirar piedras sobre su propio tejado.

El País dice que "Trapero declara que tenía un plan para detener a Puigdemont y su gobierno" y que "avisó al presidente catalán del riesgo de incidentes graves el 1 de octubre". Pero es que Puchi es de un cabezón, no se puede con él. Qué tío Trapero, es mi héroe. Y no solo el mío, también el de Pablo Ordaz. "La bomba de Trapero en su confesión final". "Esa voz profunda, ese porte de tipo duro sin exagerar, esa manera de declarar sin irse por las ramas". Nada de no lo recuerdo, qué memorión. No se entiende para qué se llevó a su abogada, que no dijo esta boca es mía y le miraba "entre la admiración y el espanto". Xavier Vidal-Folch cae rendido ante el poli. "Sin barba, ni uniforme, Trapero es el seny". "Trapero encarnó el rebelde con causa: la de su uniforme". Pero Vidal es inasequible al desaliento. Él dice que no hubo rebelión y punto pelota, y le dará igual lo que sentencie el Tribunal. Trapero "arruinó a los consellers del Govern, pero sobre todo políticamente. 'Puesto que solo el president respondió: Hagan el trabajo que tengan que hacer', ayudó a los reos presentes. Pues relativizó la acusación de complotar basándose en una fuerza policial amenazante, ese complemento a la rebelión descrita". Curiosamente, Folch no pide hoy pruebas indubitables de la declaración de Trapero, como sí hace con la declaración de los testigos que avalan la rebelión.

ABC no lo ve ni remotamente como Vidal-Foch. "Trapero ajusta cuentas con los acusados". "Señala a Puigdemont, Junqueras y Forn por su irresponsabilidad al no frenar el golpe e intenta exculparse y proteger a sus subordinados". Pues eso es de elogiar. Lo contrario de lo que hicieron Soraya, Rajoy y Zoido, los muy cobardes. Dice el editorial que "el varapalo que asestó a Forn fue de magnitud" y que "lo más relevante del testimonio de Trapero fue la continua derivación de culpas hacia los responsables políticos de la Generalitat, y su continua obsesión por echar balones fuera en cuanto a su responsabilidad al frente del cuerpo de policía". Pues claro, está acusado de rebelión. Trapero "estuvo hábil", tonto no es. "Sin embargo, es abundante la prueba documental y pericial que existe para demostrar lo que todo el mundo vio: que los mossos no hicieron nada para impedir una ilegalidad". La prueba indubitable que hoy no pide Vidal-Folch. Cuartango, que sigue el juicio, se lo pasó pipa. "Los golpes de efecto y los giros inesperados convirtieron la declaración de Trapero en el guión de una película con un final memorable de Marchena". Ignacio Camacho se huele que "algo debió pasar con el mayor Trapero en el seno del separatismo", que han acabado como el rosario de la aurora, vamos. De ser "un independentista convencido" ayer renunció hasta a llamarse Josep Lluis para ser José Luis. "Más allá de la lógica de exculpación del papel de sus hombres y de su propia encomienda, podía haberse acogido al silencio", pero qué va, el tío largó por esa boquita lo que no está escrito porque "quería que se le oyera", "con plena consciencia de que dejaba a varios de los acusados más cerca de la condena". Todo apunta, dice Ignacio, a "un ajuste de cuentas". "En cualquier caso, después de la jornada de ayer tiene difícil seguir siendo un ídolo en la causa del procesismo. Y algunos de sus compañeros de veladas de estío pensará que con amistades así no se necesitan amigos". ¿Rahola no le va a volver a invitar a tocar la guitarra en su casa?

La Razón dice que "Trapero delata a Puigdemont y declara que le iba a detener". Pues vaya chasco, José Luis, se te escapó en el maletero de un coche, qué pifia. Marhuenda le compra la moto. "El testimonio de Trapero fue el de uno de esos hombres y mujeres totalmente atrapados por la dinámica de unos acontecimientos que habían sido provocados desde las mismas instituciones a las que servía a los que no pudieron, quisieron o supieron oponerse". Pedro Narváez le compara con Alain Delon, "un héroe callado en un lugar de altos decibelios, un dios uniformado por la plebe que le cubrió de unos laureles que nunca rechazó. Cuando Trapero se asomaba al aire, las doncellas y los que no lo eran, como Pilar Rahola soplaban aromas de incienso. Pero ayer habló. Lengua como puñales. Ayer, el samurái, se convirtió para algunos en un botifler y para otros en un embustero". Y le impone un castigo humillante. "Ahora, a quitar lazos amarillos". Hombre Pedro, tampoco hay que ensañarse, eso ya lo está haciendo Colau.

"Trapero, dispuesto a arrestar al Govern si lo pedía el juez", dice La Vanguardia. Cuenta José María Brunet que "Trapero no se arrugo, plantó cara a todos. No se dejó arrinconar y, cuando pudo, lanzó dentelladas. Trapero no fue ayer al Tribunal Supremo para hacer amigos". Ni saludó a su antiguos compis, ahora reos, oye, qué carácter. "Lo que se desprende de la declaración de Trapero de ayer es que el Govern no contaba con el apoyo incondicional de los Mossos, que sus palabras no facilitarán la defensa de alguno de los procesados y que, en cambio, afianzan su propia línea de defensa", dice el editorial. Vamos, que los dejó tirados. Pilar Rahola se ha quedado muda. En lugar de salir en defensa de su Trapero va y se pone a hablar de las mujeres iraníes. Eso no se hace con un amigo, Pilar.

Pero Trapero no fue el único protagonista del día de ayer. Lo fue también (incluso más) nuestro colega Pablo Montesinos, que deja el periodismo para ir de cabeza de lista del PP por Málaga. Una buena y una mala noticia. Mala para la profesión (y Libertad Digital en particular) porque pierde a un pedazo de periodista, serio, profesional, siempre celoso de diferenciar la opinión de la información. El antagonismo del sectarismo. Pero buena para la política, que gana a una persona honrada, prudente y tolerante, algo de lo que está muy necesitada la clase política. Con muchos Pablos Montesinos en la política, otro gallo nos cantaría en este país, esté en el partido en el que esté. Suerte, compañero, en tu nueva aventura. Ha sido un lujo trabajar contigo.

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