
El segundo congreso de Junts per Catalunya (JxCat) celebrado este pasado fin de semana fue el escenario de la primera bronca entre la nueva presidenta de la formación, Laura Borràs, y el nuevo secretario general, el indultado Jordi Turull. El motivo fue el duro voto de castigo de la militancia contra algunos de los nombres propuestos por Borràs para cargos como el de secretario de organización. En concreto, David Torrents, un mosso que es concejal en Badalona, fue rechazado por la militancia (sólo le votaron 818) y no será el secretario de organización. Ester Vallés es otro de los miembros del equipo de Borràs que se ha quedado en la estacada al no superar el 50% de los votos.
En su primer discurso como presidenta del partido Laura Borràs empleó un tono bajo, hasta el punto de que más parecía una intervención de despedida que de presentación. El telón de fondo era el bofetón recibido en las votaciones. Ella misma, con 1.776 votos, quedó por detrás de Jordi Turull, que obtuvo 1.854. Sólo votó el 40% de la militancia, entre otras razones porque la candidatura conjunta era la única. Además de Vallés y Torrrents, el exconsejero de Interior Miquel Sàmper tampoco obtuvo buenos resultados. Ni Aurora Madaula, nueva vicepresidenta, con 919 votos. Madaula sostiene que tal voto de castigo se debe a que tanto ella como Borràs y su equipo son independentistas. Los "turullistas" replican que ellos también son independentistas.
El digital independentista El Nacional ha desvelado que los equipos de Borràs y Turull habían pactado en un principio que los elementos rechazados por los afiliados no serían apartados, pero las protestas de algunas agrupaciones comarcales, que esgrimen que en todas las votaciones del partido se debe superar el umbral del 50%, han obligado a rectificar al sector encabezado por Turull, quien además sería el responsable de proponer un nuevo candidato a secretario de organización según los estatutos del partido.
Operación fracasada
El partido de Puigdemont acometió una renovación de la cúpula para tratar de cohesionar a los herederos de Convergencia y a los independientes y amigos de Puigdemont que se congregaron en torno a la figura del prófugo cuando JxCat era sólo una candidatura electoral. Sin embargo, el reparto previo de los cargos entre el grupo de Borràs y el de Turull no ha servido para aplacar las tensiones. Y la militancia se ha pronunciado con una alta abstención y con votos de castigo concretos en contra de su nueva presidenta a la primera oportunidad.
La operación de Puigdemont y quien fuera su secretario general, Jordi Sànchez, de apartarse de la primera línea para pacificar el partido ha conseguido el efecto contrario, ahondar en la fractura y el enfrentamiento entre los dos sectores.


