Carles Puigdemont sólo tuvo una intervención de peso en la campaña de las generales y fue para recordar que Pedro Sánchez le había enviado emisarios a Bruselas para ofrecer un indulto tras una breve estancia en la cárcel. Aquellas palabras se interpretaron como una zancadilla al candidato del PSOE. Sánchez hizo acuse de recibo al cuestionar la credibilidad de las palabras de Puigdemont.
Los resultados electorales avanzan escenarios confusos y convulsos. Sánchez podría depender de Puigdemont, pero el dirigente golpista ha sido claro en el pasado al respecto. El actual presidente del Gobierno es uno de los adversarios políticos más señalados por Puigdemont, quien ha renegado de los indultos y de la reforma del Código Penal. Para el prófugo, la política es un todo o nada: autodeterminación y amnistía. La campaña de su partido ha consistido en insistir que la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalidad no ha tenido consecuencias en materia de autodeterminación, que la "represión" continúa y que los diputados de JxCat no van a Madrid a negociar migajas.
Pierde un escaño, gana posiciones
Puigdemont ha perdido un escaño al pasar de ocho a siete, ha caído en un 2,5%, pero el balance es positivo. Ha alcanzado a ERC en la pugna entre separatistas y la ajustada situación de los dos bloques en liza le puede otorgar un papel clave. En Junts siempre han manifestado su aversión al PSOE, partido al que aún le reprochan el apoyo a la aplicación del artículo 155 de la Constitución tras el golpe de Estado. También recuerdan cuando Sánchez prometió hace cuatro años que traería a Puigdemont para que fuera juzgado en España.
Las tornas electorales abren un compás favorable al prófugo. Si Sánchez quiere gobernar requiere del favor de Puigdemont, quien no renunciará a abrir unas negociaciones si el candidato del PSOE se muestra dispuesto a aceptar su apoyo, el de un fugitivo de la justicia que ahora es uno de los grandes árbitros de la política española.