Clara Ponsatí, la eurodiputada prófuga, ha sido detenida este lunes por los Mossos d'Esquadra en la calle Comte Borrell de Barcelona. La detención se ha producido pocas horas después de que Ponsatí colgara en Twitter una foto posando al lado de la fachada de la Casa Vicenç, un edificio de Gaudí en Barcelona. Sobre Ponsatí pesa una orden de detención en territorio nacional emitida por el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena. Ponsatí que ya fue detenida en marzo, se negó a comparecer ante el magistrado, que la había citado el 24 de abril excusándose en su agenda parlamentaria.
La prófuga ha sido conducida por los Mossos a la Ciudad de la Justicia, donde deberá prestar declaración ante el juez de guardia. Sobre la detenida pesa una orden en relación a su participación en el golpe de Estado separatista y se le atribuye un delito de desobediencia, que no implica penas de prisión. Ha sido la propia Ponsatí la que ha anunciado su detención también a través de Twitter.
Provocación
Con su irrupción en la escena este lunes, Ponsatí pretende rentabilizar la posición de fuerza de Puigdemont, así como provocar a los jueces y al Gobierno. Al tiempo, intenta también rehacer los puentes con su jefe, Carles Puigdemont, del que censuró su estrategia tras el varapalo judicial del Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) que no reconoce la inmunidad como eurodiputados de los fugitivos de la justicia española Puigdemont, Ponsatí y Toni Comín.
Ponsatí arremetió contra la estrategia del independentismo en la misma rueda de prensa en la que Puigdemont, Comín y su abogado Gonzalo Boye analizaban las repercusiones de la sentencia del TGUE. La eurodiputada, exconsejera de Enseñanza durante el golpe de Estado separatista, se jacta de ejercer de verso suelto del independentismo.
En respuesta a su crítica intervención, Puigdemont reprochó a Ponsatí que si ella era eurodiputada y gozaba de cierta protección por su estatus político era precisamente gracias a la estrategia política del "exilio".
Ponsatí también cargó contra la mesa de diálogo y los acuerdos de ERC con el Gobierno de Pedro Sánchez, a pesar de que la reforma del Código Penal con la supresión de la sedición y la reforma de la malversación le favorece hasta el punto de que en ningún caso arriesga una pena de cárcel.
Todas esas críticas han acabado por hastiar a la mayoría del independentismo, que censura el oportunismo de la exconsejera y sus llamamientos a los sacrificios personales que ella no está dispuesto a asumir en ningún caso.
Resultados catastróficos
Ahora, este movimiento pretende aprovechar la euforia instalada en el entorno de Puigdemont tras unos resultados electorales que sitúan a JxCat como clave de una investidura de Pedro Sánchez.
Sin embargo, el separatismo ha perdido mucha fuerza en Cataluña en un contexto en el que el voto útil del electorado independentista se ha volcado en favor de Sánchez. El conjunto de partidos nacionalistas (ERC, JxCat, CUP y PdeCat) han pasado del 42,7% de los votos en las pasadas generales al 28,1% de esta convocatoria, un porcentaje que supone el peor resultado de los partidos de obediencia catalana desde 1982.