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El trágico final de Mateo, arrojado al vacío por su padre: una ruptura, intentos de suicidio y la última llamada

El cuerpo del niño -de 7 años- fue hallado a los pies de un barranco junto al del hombre, un día después del cumpleaños de su madre.

El cuerpo del niño -de 7 años- fue hallado a los pies de un barranco junto al del hombre, un día después del cumpleaños de su madre.
Mateo y su padre en la Sierra de Don Donato, el 28 de marzo de 2021. | FACEBOOK

El pequeño Mateo falleció el lunes 6 de noviembre como consecuencia de los golpes que recibió durante la caída por un barranco de la Sierra de Urbasa (Navarra), junto a su padre. Los cadáveres de ambos fueron localizados por un helicóptero de la Guardia Civil a primera hora del martes. Todo apunta a que el hombre -de 54 años- acabó con su vida y la de su hijo -de 7 años- arrojándose al vacío con él en brazos.

Las conclusiones preliminares de las autopsias de ambos señalan que sus muertes se produjeron por los traumatismos, que el menor tenía menos lesiones porque su padre le abrazó durante una parte de los más de 200 metros que recorrieron hasta llegar al suelo y que no había restos de sustancias tóxicas en ninguno de los cadáveres. Tampoco signos de asfixia o estrangulamiento en el cuerpo de Mateo.

A la espera de las conclusiones definitivas de los análisis forenses, la hipótesis principal de los investigadores es que José Joaquín Apestegui, conocido como Txetxo, se suicidó llevándose consigo a su propio hijo para hacer daño a la madre de éste, de la que llevaba separado alrededor de dos años y medio. Eguzkiñe había logrado rehacer su vida y él no lo llevaba bien.

Él había intentado quitarse la vida antes. De ahí que la mujer sospechara que algo podría haber pasado cuando el lunes fue a recoger a Mateo al colegio, después de que pasara el fin de semana con su padre, y le dijesen que el niño no había acudido a clase. Tampoco lograba localizar a Txetxo, y nadie de su entorno sabía nada de ellos. No habían pasado ni dos horas cuando estaba presentando la denuncia por desaparición.

Rápidamente se montó un dispositivo de búsqueda y a última hora de la tarde localizaron el vehículo del padre -una furgoneta blanca- en el Balcón de Pilatos de la Sierra de Urbasa "con las puertas abiertas", "las llaves puestas" y "los abrigos dentro", detallaron fuentes de la investigación a Libertad Digital. La escena que se encontraron permitía presagiar un desenlace trágico.

No aceptaba la ruptura

"No había denuncias previas por violencia de género", pero eran conocedores de que "él había tenido problemas de salud mental". Un vistazo a la cuenta de Facebook de Txetxo basta para entender que su vida giraba alrededor de la familia que había creado con Eguzkiñe y a la que -según el testimonio de su expareja- él no quería renunciar. Aún mantenía fotos antiguas de los tres juntos en sus redes.

La última vez que actualizó su foto de perfil fue el pasado 22 de septiembre y colocó una foto suya con Mateo de bebé. Hacía un mes que no publicaba nada en su muro, algo que no era habitual. Solía compartir las distintas actividades que realizaba con su hijo, como el pasado mes de julio en los Sanfermines o disfrutando de la naturaleza, así como el resultado de las reformas que realizaba en las casas de sus clientes.

Desde el 22 de septiembre al 2 de noviembre, de nuevo hay un vacío de noticias en su red social. Lo rompió sólo para compartir una publicación antigua de un amigo con una frase que -a la vista de los acontecimientos- da que pensar. Es lo último que dejó escrito en su muro de Facebook: "comparte esta rosa si tienes a alguien en el cielo que nunca olvidarás".

Su regalo de cumpleaños

Cuatro días más tarde, Txetxo llevaba a Mateo hasta el barranco donde se encontraron sus cuerpos, ubicado en una zona escarpada -que él conocía muy bien- en la Sierra de Urbasa, a unos 30 kilómetros de su casa en Igúzquiza y a unos 25 kilómetros de Estella -donde el menor vivía con su madre-. Dos pueblos que están absolutamente consternados por la tragedia y volcados en apoyar a una mujer para la que no hay consuelo.

El que fuera su pareja y padre de su hijo se llevó por delante la vida del pequeño, de solo 7 años, sin más aviso que el de sus problemas para aceptar que la relación con su expareja estaba rota y ya no había vuelta atrás posible. El domingo, un día antes de que ocurrieran los hechos, ambos la llamaron para felicitarla por su cumpleaños. Fue la última llamada. Fueron las últimas palabras que escucharía de Mateo. Ese fue su regalo.

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