
Ana María Knezevich Henao, de 40 años, desapareció el viernes 2 de febrero de 2024 en Madrid. La mujer, natural de Colombia, llegó a la capital en el mes de diciembre con la intención de establecerse durante una larga temporada. Estaba buscando piso (el contrato de alquiler del inmueble del barrio Salamanca en el que vivía actualmente acababa en marzo) y quería poner en marcha un negocio. Conocía la ciudad -había viajado en múltiples ocasiones-, le gustaba y así podía tener cerca a una de sus amigas de la infancia.
Los últimos 18 años, había vivido en Miami. Tenía la doble nacionalidad y se había desarrollado profesionalmente, pero deseaba empezar de nuevo en España. Acababa de separarse de un hombre -de origen serbio- con el que se casó hace 13 años. De hecho, en enero "inició los trámites de divorcio desde aquí". "Ellos crearon su propia empresa y les fue bien. Acumularon un gran patrimonio. Sin embargo, la relación sentimental se estropeó", nos explica Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos y portavoz de la familia.
"El final del matrimonio fue complicado", añade, "aunque ahora estaba muy ilusionada". Su familiares y amigos descartan la posibilidad de que se trate de una desaparición voluntaria. Toda la información de la que se dispone hasta el momento apunta en la dirección de que -como le comentaba a su entorno- tenía planes de futuro en España. Tanto es así que el mismo día en el que se le pierde rastro había ido a ver un piso en Madrid. No le gustó demasiado y lo desechó, le contó por WhatsApp a una amiga alrededor de las tres de la tarde, pero estaba buscando de forma activa.
Por otra parte, resulta incongruente que Ana María se marchara de esta forma cuando tenía previsto realizar un viaje el 5 de febrero a Barcelona con una amiga para acudir a un evento, una conferencia de la popular psiquiatra Marian Rojas Estapé en la que tenía mucho interés, y era ella quien había comprado los billetes de AVE para ambas. Obviamente, no se presentó en la estación para coger el tren. Tampoco estaba para -unos días más tarde- recibir a su familia en Madrid. Una visita -incluida la de sus hermanos, que residen en Florida- que ella esperaba con ganas.
Mensajes extraños
Ana María fue vista por última vez el viernes 2 de febrero. A media mañana fue a ver el mencionado piso y estuvo en contacto con varias amigas a lo largo del día. A las 20.30 horas, le dijo a una persona de su círculo que estaba en casa y no pensaba salir. Una vecina aseguró que a la 01.00 de la madrugada había luz en su habitación. Pero ya el sábado nadie logra hablar con ella, después de que mandara unos mensajes que sus familiares y amigos creen que no escribió.
Para ellos, no tienen sentido (ni en el fondo ni en la forma). Fueron dos. El primero sobre las 13.00 horas y el segundo a las 16.00 horas. Uno en inglés y el otro en castellano. Pero decían lo mismo. Algo que resulta extraño -para empezar- porque en ambos indicaba "ahora salimos" y los envió con tres horas de diferencia. Pero es que además incluyen signos y expresiones que ella no utilizaba "nunca". Entre otras la palabra "chévere", que -nos aseguran- no formaba parte de su vocabulario.
"Conocí a una persona muy chévere. Tiene una casa de recreo a unas 2h de Madrid. Ahora nos vamos y pasaré unos días allí. Aunque apenas hay señal. Te marco cuando vuelva", rezaba el texto en español. Lo recibió su íntima amiga en Madrid que -al no recibir más noticias suyas ni lograr contactar con ella- el domingo se dirigió hasta su casa, donde nadie contestaba, y llamó a la Policía Nacional. Los bomberos entraron en el inmueble y echaron un vistazo, pero no encontraron "nada alarmante".
¿Un secuestro?
Aún así, ella avisa a su familia y pone la denuncia. Se daba la circunstancia de que las cámaras de seguridad del edificio en el que residía la mujer (tanto la del telefonillo como la de portal) habían sido saboteadas -con spray negro- aquel fin de semana. Según la versión de los vecinos, fue el mismo viernes. Pensaron que lo había hecho alguien que tenía pensado robar en la finca. Pero la coincidencia en el tiempo con la desaparición de Ana María ha suscitado todo tipo de hipótesis entre sus allegados.
Ellos valoran incluso la posibilidad de que Ana María haya sido secuestrada. Por lo que SOS Desaparecidos ha podido saber, tras mantener sendas reuniones con personas de su entorno -incluso con su familia en Colombia, por videollamada-, es una mujer "muy transparente" y "poco desconfiada". Solía comentar que -una vez se hiciera el reparto, tras el divorcio- "con su parte, podía vivir el resto de su vida". Pero lo cierto es que han pasado cerca de 20 días y no se ha pedido ningún rescate.
A Joaquín Amills le llama la atención que, con la difusión en cajeros que ha tenido la alerta de su búsqueda, nadie haya ofrecido ninguna pista ni la haya visto. En estos momentos, ya están trabajando en el caso tanto la Policía Nacional como las embajadas de Estados Unidos y Colombia. Incluso el FBI, con el que se puso en contacto la familia de Ana María. "Todos los datos indican que no hay voluntariedad en la desaparición", recuerda el presidente de SOS Desaparecidos.

