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La heroica historia del guardia civil y víctima de ETA, Jesús Cirilo: "Los 9 de septiembre vuelvo al lugar del atentado y pongo el tricornio"

Jesús Cirilo Pérez relata cómo fueron los momentos posteriores al atentado y cómo intentó salvar la vida de un ciudadano estadounidense que pocos días después falleció en el hospital.

Jesús Cirilo Pérez relata cómo fueron los momentos posteriores al atentado y cómo intentó salvar la vida de un ciudadano estadounidense que pocos días después falleció en el hospital.

Esta semana la asociación Dignidad y Justicia, que preside Daniel Portero, ha entregado sus condecoraciones a la "Dignidad y Justicia" por la lucha contra el terrorismo y por la defensa de sus víctimas. El acto se celebró en el Salón de Actos de la Escuela de Guerra del Ejército.

Una de las personas que ha recibido la medalla de plata es Jesús Cirilo Pérez Rodríguez, guardia civil retirado, de 59 años, y víctima del atentado perpetrado por la banda terrorista ETA el 9 de septiembre de 1985 en la Plaza de la República de Argentina de Madrid.

En ese momento Jesús estaba destinado en la 111º Comandancia de la Guardia Civil (Madrid Interior), 7ª compañía, dedicada a la protección de embajadas. Eran las siete y veinte de la mañana y junto a sus compañeros y su hermano, José Luis Pérez, sentado junto a él, iban en un microbús a su destino laboral.

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Así quedó el autobús en el que viajaban

El guardia civil recuerda lo que ocurrió como si fuera hoy: los cristales volando, los gritos, el fuego, todo ardiendo a su alrededor... Saltó por la ventana y se fue directo a la puerta delantera del autobús. A patadas pudo abrirla para rescatar al guardia civil que conducía, ya envuelto en llamas. Jesús entraría por tercera vez al vehículo: recorrió el pasillo y salió por la puerta de atrás tras asegurarse de que no quedaba allí ningún compañero. Fue entonces cuando se encontró tirado en el suelo a un hombre "boqueando sangre". Era un norteamericano que estaba hospedado en el Hotel Eurobuilding y había salido a correr temprano. Su nombre, Kenneth Brown.

Recuerda que al verle allí tendido se puso a gritar "¡Socorro!" y que unos compañeros de la Policía Nacional que pasaban por allí los montaron en el coche y los llevaron al hospital más cercano, el de la Cruz Roja en la calle Reina Victoria. Jesús nos cuenta que con "la cabeza sobre sus rodillas" no dejaba de darle ánimos, no sabía que era americano. Le intentaba con su propio pañuelo contener la hemorragia de una gran herida que tenía en el cuello. El hombre, de 40 años, murió a dos días, pero la familia se puso en contacto con el guardia civil para agradecerle por su rápida acción la mujer pudo llegar a tiempo para verle con vida.

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La Embajada de EEUU también le reconoció en 2007 su "destacado papel" en unos "terribles hechos". Dice la carta: "Fue el suyo un ejemplo grandioso de solidaridad, humanidad, valor y amistad".

Jesús no se paró a pensar en la gravedad de sus propias heridas a la hora de rescatar a otras víctimas, "ni los restos de tuercas y metralla alojados en su espalda", los traumatismos en piernas y brazos o los dedos rotos. El embajador añade en dicha carta:

"Su abnegación y sacrificio, al regresar a la escena de la tragedia a pesar de sus propias heridas después de haber auxiliado a nuestro compatriota, permanecerán para siempre en nuestra memoria como un modelo a seguir".

ETA atentó con un coche bomba cargado con 10 kilos de explosivos y metralla. Cada 9 de septiembre a las 7:20 vuelve al lugar de los hechos a colocar el tricornio, depositar flores y recordar estos momentos de dolor pero también de gran orgullo y dignidad.

A Jesús Cirilo Pérez le entregó la medalla de plata el presidente de Libertad Digital, Federico Jiménez Losantos, con el que comparte desde hace décadas una estrecha relación.

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