
Que Sánchez todo lo que hace lo hace por puro interés personal no es algo que sorprenda a nadie. Llevamos muchos años viendo sus sobreactuaciones en el Congreso o en sus comparecencias públicas, en las que la mentira y el fingimiento se han convertido en su seña de identidad. Un presidente que inauguró su presidencia lloriqueando con el Aquarius de inmigrantes y defendiendo una causa saharaui que abandonó en cuanto el Rey de Marruecos lo puso firme. Pelillos a la mar.
Un presidente que en 2019, cuando pensó que eso le convenía electoralmente, proclamó campanudo que el procés había sido una rebelión y que traería a Puigdemont a España para juzgarlo y condenarlo, pero que cuando necesitó sus votos, cambió radicalmente de registro, y no sólo eso: atacó duramente a quienes defendían lo que él mismo había defendido antesdeayer. Así podríamos seguir hasta el infinito, porque si hay un personaje que ha envenenado y manipulado, sin que se le mueva un músculo, el discurso público en este país es Pedro Sánchez.
Y su abrazo oportunista a la causa de Gaza no iba a ser menos. Porque más allá de que fuese uno de los primeros en pedir la creación del Estado palestino, algo que es cierto, el acelerón de las últimas semanas tiene mucho de oportunismo y propaganda, motivo por el que ha querido capitalizar lo que presupone que es el sentir mayoritario de la población española. En sus cálculos personales y electorales influyen claramente dos cosas: desviar la agenda de asuntos que sí que le desgastan (principalmente las causas de corrupción que le rodean y el asunto de los prostíbulos de su suegro) y, además, quitarle terreno al espacio a su izquierda, tanto a la gubernamental (Sumar), como a Podemos.
Pero si se analiza un poco más en profundidad, vemos que lo que ha ocurrido con La Vuelta y la actuación de Pedro Sánchez y el resto del Gobierno es de una hipocresía absoluta. Incluso la media carcajada que se le escapó la mañana del mitin de Málaga cuando alabó a los que boicoteaban la Vuelta es síntoma de lo que realmente le importa el sufrimiento en Gaza. Veamos una cronología de los hechos.
Declaración institucional del 8 de septiembre
El pasado 8 de septiembre, el presidente anunció con cara compungida en una declaración institucional sin preguntas, para variar, nueve medidas dirigidas contra el Estado de Israel con el objetivo de ayudar a paliar el "genocidio" que el país presidido por Benjamin Netanyahu estaría llevando a cabo en la Franja de Gaza. Sánchez planteó el "embargo de armas" a Israel, la entrada a puertos españoles de barcos que transporten combustibles a Israel y la prohibición de acceder al territorio nacional de todas aquellas personas que "colaboren directamente con el genocidio".
Empezaba a prepararse la gran campaña contra Israel que culminaría con el final de La Vuelta en Madrid. La Vuelta había empezado en Turín el 23 de agosto pero en ese momento el presidente no consideró importante que, dentro de las medidas para parar el "genocidio" en Gaza estaba el de boicotear acontecimientos deportivos como el que se estaba desarrollando ya por tierras españolas o culturales, como Eurovisión. Esa idea la ha considerado después, cuando ha visto que subirse a esa ola podía traerle réditos personales, que son los que realmente le importan: ¿qué saco yo encabezando el boicot a Israel?
Incidentes durante La Vuelta
Porque antes de esa comparecencia del 8 de septiembre ya se habían producido muchos incidentes más o menos graves en La Vuelta en el recorrido de la carrera: el 27 de agosto, en la etapa 5 (Figueras, Gerona) se produjeron las primeras protestas visibles dentro de España, con fuertes pitadas contra el equipo Israel-Premier Tech, y varios manifestantes interrumpieron simbólicamente el paso del equipo. En la etapa 6, el 28 de agosto, entre Olot y Pal Andorra, hubo un intento de paralización de la salida. Un grupo reducido de boicoteadores se colocó frente a los ciclistas y vehículos para interrumpir la salida y la Policía se vio obligada a intervenir.
En los días posteriores a la declaración institucional del presidente del Gobierno sobre el embargo inmediato de armas a Israel, que aún sigue sin materializarse —porque entre otras cosas Sánchez no sabe cómo introducir excepciones en materias sensibles como el CNI—, los incidentes siguieron produciéndose en el recorrido de La Vuelta: en la etapa contrarreloj en Valladolid tuvo que modificarse el recorrido y reducirse por cuestiones de seguridad; en la etapa 10 (Lumbier, Navarra), los manifestantes intentaron bloquear el paso colocando pancartas y banderas, despejadas por la Policía foral; en la etapa 11, en Bilbao, se produjeron alteraciones importantes, los tiempos de los corredores tuvieron que ser tomados a 3 km de meta por motivos de seguridad, hubo agentes lesionados, detenidos e identificados. En la etapa 16 (Mos, Galicia) se tuvo que cancelar el final anticipadamente, 8 km antes de lo previsto, debido a una protesta que bloqueaba el recorrido. Y así hasta llegar a las dos últimas etapas en la Comunidad de Madrid, con desvíos en la penúltima, modificando el tramo de Cercedilla, y el violento final de la última etapa que no pudo terminarse: tuvo que cancelarse a 55 km de la final, se suspendió la entrega de trofeos, y se produjeron violentos altercados de los que el presidente Sánchez y el delegado del Gobierno dijeron sentirse muy orgullosos.
Hasta ese momento, el Gobierno no había hecho ninguna mención a boicotear pruebas deportivas en general, ni La Vuelta en particular, o eventos culturales en los que participase Israel. Pero Pedro Sánchez es un oportunista que no iba a perder la ocasión de abrazar una causa si esta cumple unos requisitos básicos, como que sea divisiva (algo fundamental para él), que piense que puede arañar votos o a su izquierda o en el espacio fronterizo de centro, o que va a tapar escándalos que le afectan. Y en esas está.
Dinero público en La Vuelta
Pero que su actuación es cínica no sólo lo pone de manifiesto que haya tardado dos años en ponerse a la cabeza del boicot a Israel. Es que con una mano pide boicotear a Israel en La Vuelta y en cualquier evento deportivo o cultural (si Eurovisión puede considerarse cultural), y con la otra sostiene con dinero público la propia Vuelta cuya final ha boicoteado descarada y orgullosamente: el sostenimiento de La Vuelta es posible gracias, entre otros, a Correos —empresa pública dependiente de la SEPI— y RTVE, que ha pagado 12,5 millones de euros por los derechos de la prueba de 2025 a 2028.
Financia una prueba que había ganado un israelí
Tampoco parece que le haya quitado el sueño a este Gobierno que pese al "genocidio" de Gaza haya aportado el pasado 26 de agosto 336.000 euros para el Campeonato de Europa de Descenso en Mountain Bike celebrado a principios de agosto (2 y 3) en La Molina (Gerona) que en su categoría junior ganó el joven israelí Omri Danon. En pleno "genocidio" ya denunciado por organismos internacionales. No sé cómo se les pudo escapar patrocinar una prueba en la que participaba un israelí. Incluso sonó el himno del "Estado genocida" tras la entrega de premios, sin ningún problema. Hace menos de un mes, y cuando la prueba ya había tenido lugar, con su ganador israelí. Este sería quizás el ejemplo más claro de que Sánchez no deja de ser una gran farsante: hace todo lo posible por reventar el final de La Vuelta, se siente orgulloso de los que lo han promovido, pero al mismo tiempo, tres semanas antes ha financiado con dinero público una prueba que había ganado un joven israelí. Misma farsa que mantiene con la venta de armas a Israel.
El Atleti, Movistar Team, Maccabi, Hapoel...
No sabemos hasta dónde quiere llegar Pedro Sánchez en su oportunista y cínica campaña de boicot contra Israel, y si le habrá bastado el postureo de La Vuelta y Eurovisión. Pero ahí tiene, por si le hiciese falta, al Atlético de Madrid, en cuyo capital social figura con un 32% el israelí Idan Ofer, cuyos tentáculos también llegan al equipo Movistar Team de ciclismo —con el visto bueno de Telefónica, patrocinador hasta 2029—, que también ha participado en la Vuelta. O los equipos de baloncesto Maccabi de Tel Aviv y el Hapoel Tel Aviv, que participan en la Euroliga y van a enfrentarse a equipos españoles. Siguiendo la lógica que han utilizado Sánchez y sus acólitos, tendremos que preguntarnos qué es más importante si un partido del Atlético o un genocidio, o un partido del Maccabi o un genocidio etc. Porque una vez planteado el final de La Vuelta en esos términos tan absurdos, todo puede llevarse a dicotomías estúpidas y sin sentido.
Evidentemente, todo dependerá de lo que a Pedro Sánchez le venga bien. Lo que ahora está justificado o no, dejará de estarlo si al presidente le permite una ganancia electoral o poner en apuros a su flanco izquierdo o a la oposición.


