Colabora

La falacia del boicot a Israel: ¿vas a dejar de usar tu móvil?

Hablar por nuestro teléfono móvil o tratarnos en un hospital resultaría imposible sin hacer uso de tecnología israelí. El boicot es "un bulo".

El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, durante la entrega de las cartas credenciales de los nuevos embajadores al rey Felipe VI. | EFE

¿Dejaríamos de usar la cápsula endoscópica que diagnostica un sangrado oculto en el intestino? ¿Prescindiríamos de los ADAS (Sistemas Avanzados de Asistencia al Conductor, en español) que evitan atropellos? ¿Desconectaríamos los conmutadores que enlazan nuestros superordenadores? ¿Renunciaríamos al riego de precisión para nuestros viñedos y olivos? ¿Pediríamos a los hospitales que no emplearan IA clínica para detectar un ictus a tiempo? Todo esto es lo que —entre otras cosas— deberíamos hacer si aceptáramos el boicot a Israel que promueve la izquierda.

Como señala el presidente de Acción y Comunicación en Oriente Medio (ACOM), Ángel Mas, no hay manera de usar un móvil o tratarse en un hospital sin hacer uso de tecnología israelí. "Hay mucho crédulo desinformado, por no decir ignorante cósmico. Eso es lo que pienso cada vez que veo a un infeliz de estos hablando de boicot desde un móvil que está completamente lleno de componentes, tecnología y sistemas israelíes", comenta en declaraciones a Libertad Digital.

"No hay modo de tratarse en un hospital con ningún tipo de tecnología avanzada que no tenga algo que se ha desarrollado en Israel", añade. Lo mismo ocurre si hablamos de inteligencia artificial, de interconexión, de supercomputación, de automoción o de agrotech. Por eso, asevera Mas, el boicot a Israel "es imposible". "Es una falacia, una farsa, una gran mentira. Es un bulo". No es más que una campaña de propaganda que "no tiene nada que ver con los intereses de España".

Robles reconoce que el veto al material militar de Israel provocará retrasos en programas clave de armamento

La relación de España con Israel nos beneficia más a nosotros que a ellos, en todos los sentidos. En términos económicos, académicos, tecnológicos y de seguridad. El boicot pondría en riesgo nuestras exportaciones, acuerdos con universidades y programas de innovación. También supondría un detrimento en materia de defensa, ya que ahora recibimos su ayuda en Inteligencia y la lucha contra el yihadismo. Y, por supuesto, afectaría sensiblemente a nuestra vida cotidiana.

Rechazar todo aquello que venga o tenga que ver con Israel conllevaría no usar tecnología médica que salva vidas, sistemas de seguridad vial —como el Mobileye— que evitan accidentes, infraestructura HPC —Mellanox— que impulsa la ciencia española, y también agrotecnología —el riego por goteo, entre otras cosas— que hace posible nuestra seguridad hídrica y alimentaria. En realidad, sería como autoboicotearnos. Una ruptura de relaciones con el Estado judío perjudicaría significativamente más a España.

¿Qué perderíamos los españoles?

La tecnología israelí ha permitido garantizar la seguridad hídrica y alimentaria de España. Gracias a ella tenemos el sistema de riego por goteo (Netafim) que usamos en los viñedos, producciones hortícolas y frutales de nuestro país —reduce tanto el consumo de agua como de fertilizantes y mejora el rendimiento hídrico frente a sequías— y también los métodos de desalinización y reutilización de agua que usamos en nuestras desaladoras —exportados por IDE Technologies Israel, líder mundial en la materia—.

Si hablamos de interconectividad e IA, hay que tener en cuenta que las tecnologías de Mellanox (empresa israelí adquirida por NVIDIA) sustentan las redes InfiniBand de alta velocidad y que el MareNostrum 5 —el superordenador más potente de España, situado en el Barcelona Supercomputing Center (BSC)—, infraestructura científica clave para el avance en inteligencia artificial y biomedicina, usa interconexión InfiniBand NDR200. Boicotear estos componentes afectaría desde el diseño farmacéutico hasta la IA que se ejecuta en España.

El Gobierno promueve el boicot contra Israel aunque admite que es "inviable" prescindir de su tecnología

Por otra parte, tendríamos que renunciar a los sensores 3D que se usan en los teléfonos móviles —PrimeSense (empresa israelí adquirida por Apple), fue la que originó la tecnología de profundidad que evolucionó hacia Face ID y otras aplicaciones—, a la seguridad en la conducción que nos aporta Mobileye —que muchos fabricantes europeos han incluido en los vehículos comercializados en España— y a las garantías a la hora de realizar operaciones online —Check Point es proveedor global de ciberseguridad para administraciones, bancos, telco y pymes—.

Pero quizás el área afectada que más nos debería preocupar es la de la salud. A Israel le debemos: la cápsula endoscópica PillCam, que permite un diagnóstico mínimamente invasivo y ha transformado el estudio del intestino delgado; fármacos innovadores como el Copaxone (acetato de glatiramero), con el que se han tratado cientos de miles de pacientes con esclerosis múltiple; la cirugía de precisión para columna de robots Mazor (startup israelí adquirida por Medtronic); y también la IA clínica de Aidoc, que acorta tiempos de diagnóstico en casos de ictus, TEP o hemorragia intracraneal.

La extrema izquierda lanza una campaña de boicot contra productos israelíes mientras justifica los asesinatos de Hamás

Consecuencias del rechazo a Israel

Desvincularnos de Israel supondría un aislamiento tecnológico y científico, además de un empobrecimiento de España. Algunos de los efectos del aumento de la tensión entre ambos países por los desprecios del Gobierno de Pedro Sánchez al Estado judío ya los estamos viendo. Las exportaciones españolas han caído notablemente.

Si en 2022 España alcanzaba un récord de exportaciones a Israel con 2.159 millones de euros, en 2023 los envíos bajaban hasta los 1.907 millones (alrededor de un 12% menos) y desde 2024 se ha seguido deteriorando el flujo comercial por la coyuntura y el clima político. Romper relaciones no sólo agravaría la caída sino que pondría en riesgo empleos y capacidades exportadoras clave para nuestro país.

Por otra parte, las universidades están renunciando a proyectos de colaboración y la Unión Europea (UE) ha planteado restricciones parciales en programas de innovación. Las consecuencias de un boicot o, en último término, la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, van más allá de las implicaciones económicas y tecnológicas —que serían numerosas—. Fragmentaría consorcios europeos, expulsaría talento y financiación y convertiría nuestros campus en trincheras ideológicas, advierten desde ACOM.

La Justicia tumba el boicot antisemita de la Universidad de Granada

Palestina está sirviendo como coartada para discriminar a personas y entidades israelíes o judías. Ejemplo de ello es lo que está ocurriendo en algunas universidades de nuestro país. No obstante, desde ACOM trabajan para poner freno a estos "planes discriminatorios" que se están lanzando desde determinadas instituciones. Y lo están haciendo con la Justicia en la mano. Así lo testiguan las recientes sentencias condenatorias logradas contra la Universidad de Valencia o la de Granada, por discriminación contra los judíos.

"Instrumentalizar lo público para discriminar a los judíos o vetar a instituciones israelíes es ilegal, vulnera la igualdad y quiebra la neutralidad que debe regir la Administración", recoge el auto que condena a la institución valenciana. Cabe señalar que ACOM tiene distintos procedimientos abiertos en estos momentos frente a decisiones de las universidades de Burgos, Málaga y Barcelona, entre otras, por cesar o suspender relaciones con instituciones académicas israelíes.

Temas

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario