
España exporta a Israel más del doble de lo que importa, por lo que la balanza comercial es positiva. Y eso a pesar de que el flujo comercial se ha deteriorado en los últimos años como consecuencia de la coyuntura política y el aumento de la tensión entre ambos países, sobre todo por los constantes desprecios del Gobierno de Pedro Sánchez al Estado judío.
Si en 2022 las exportaciones de España a Israel alcanzaban una cifra récord con 2.159 millones de euros, en 2023 los envíos bajaban a 1.907 (alrededor de un 12% menos) y en 2024 hasta los 1.722 millones. Aun así, mantener las relaciones comerciales sigue siendo mucho más beneficioso para nuestro país que para el Estado judío.
Como recoge la ficha de Israel —de junio de 2024— difundida por el propio Ministerio de Exteriores español, es "uno de nuestros principales destinos en Oriente Medio, considerablemente por delante de otros países de la zona". Concretamente, para nosotros representa el "segundo mayor mercado" en la región.
Sólo le supera Arabia Saudí y lo hace "por poco", señala el documento. Tanto es así que las exportaciones se han "más que duplicado" en la última década. Nuestro mejor registro se alcanzó en 2022, con un incremento de los envíos del 20% respecto al año anterior. Les vendimos 2.159 millones, mientras que les compramos 1.054 millones.
Las empresas españolas que se benefician de esta relación comercial no son pocas. Según la cifra de 2022 —que era estable desde 2019 y no estaría afectada por la guerra que comenzó tras los atentados perpetrados por Hamás el 7 de octubre de 2023— 2.585 compañías de nuestro país exportan sus productos regularmente al Estado judío.
Exportaciones e importaciones
Fundamentalmente, según los datos de 2023, enviamos: automóviles (25,4%), cerámica (6,2%), trenes (3,5%), equipos y componentes de automoción (3,3%), farmaquímica (3,2%), plásticos (2,7%), material eléctrico (2,5%), defensa (2,4%), confección femenina (2,4%) y maquinaria de transporte (2,1%).
Por el contrario, compramos: química orgánica (9,1%), combustibles y lubricantes (8,8%), semimanufacturas de plástico (8%), química inorgánica (7,9%), otros productos químicos (4,4%), protección de cultivos (3,4%), maquinaria eléctrica (3%), óptica (2,9%), instrumental médico y quirúrgico (2,9%) y equipamiento y navegación aérea (2,5%).
En cuanto a los servicios —en 2021 y sin considerar el turismo— España exportó a Israel unos 456 millones, lo que supone un incremento de más del 100% con respecto al año 2014. Sobre todo relacionados con: consultoría, informática, transporte y ciertos servicios empresariales. Si nuestro país decidiera autoexcluirse y dejar de exportar a Israel, ese nicho sería ocupado rápidamente por otros países como Italia, Alemania o Francia.
En la otra dirección, Israel nos envió 160 millones de servicios vinculados con alta tecnología, transporte, informática, software e I+D. Cabe recordar que el Estado judío es una gran potencia a nivel mundial en estas áreas. Tanto es así que hoy en día sería imposible hablar por un teléfono móvil, por ejemplo, sin hacer uso de la tecnología israelí.
Una oportunidad para España
"Israel ofrece importantes oportunidades a la empresa española", señala el ministerio en la ficha del país, "principalmente en los campos de proyectos de infraestructuras ferroviarias y de metro, energías renovables, ingenierías, equipamiento médico, tecnologías relacionadas con ciudades inteligentes, proyectos de aguas (desalinización y tratamiento), nuevas tecnologías agrícolas y tratamiento de residuos sólidos".
"El futuro de las relaciones bilaterales pasa también por el desarrollo de la cooperación tecnológica", destacaba la oficina diplomática hace poco más de un año. Qué duda cabe que se trataría de un intercambio sensiblemente más beneficioso para España que para Israel, que ya está "a la vanguardia de la vanguardia" en este sentido, como indican desde Acción y Comunicación en Oriente Medio (ACOM).
Desde la ONG española afirman que la "balanza comercial superavitaria" que España mantiene con Israel es "estructural" —ya que se mantiene en el tiempo— y se traduce en "empleo industrial, ingresos fiscales y oportunidades" para nosotros, especialmente para determinadas comunidades autónomas (Comunidad Valenciana, Cataluña, País Vasco, Navarra, Aragón, Castilla y León, y Madrid).
Una ruptura de las relaciones con el Estado judío —como se propone desde ciertos sectores de la izquierda— perjudicaría significativamente más a España. "Sería como tirarnos un tiro en el pie", asevera en declaraciones a Libertad Digital el presidente de ACOM, Ángel Mas. No sólo sufriríamos un aislamiento tecnológico y científico, también un empobrecimiento del país, explica.
Nos desvincularíamos del segundo país con más compañías en el Nasdaq –el índice bursátil que recoge las empresas tecnológicas en todo el mundo–, por ejemplo. "Tiene más compañías en el Nasdaq que todos los países de la Unión Europea juntos", señala Mas. "Israel no depende del mercado español", insiste. A la vista de los datos, podemos afirmar que la relación de España con Israel nos interesa más a nosotros que a ellos.




