
Durante las últimas semanas la parte socialista del Gobierno ha querido dar una imagen de actividad muy poco habitual y que, además, ha contrastado con la de total ausencia de sus socios en el Ejecutivo: mientras que todos los días ministros del PSOE tenían actos y hacían declaraciones, Yolanda Díaz, Irene Montero y los suyos no han dado señales de vida.
Además, tal y como informa Rubén Múgica en esRadio, prácticamente por primera vez en lo que llevamos de legislatura el Gobierno ha actuado de una forma completamente coordinada: los mensajes se han ido sucediendo en el orden previsto y han brotado del mismo y escaso argumentario, todo han sido ataques sin tregua contra Alberto Núñez Feijóo.
La perfecta orquestación ha servido, incluso, para recuperar a ministros que pasan bastante desapercibidos en el día a día como Miquel Iceta e incluso para sacar del ostracismo a otros que hasta el momento casi no habían saltado al ruedo como la titular de Ciencia e Innovación, Diana Morant, o la de Transportes, Raquel Sánchez Jiménez.
Catarata de insultos
Fuentes del Ejecutivo afirman que el resultado de la campaña está siendo muy satisfactorio y que, de hecho, según ellas el llamado Efecto Feijóo que numerosas encuestas han contrastado está empezando a desinflarse. Lo cierto es que, al menos por el momento, las encuestas no parecen indicar que, más allá de bajadas momentáneas o de una cierta estabilización tras la subida propiciada por las elecciones andaluzas, la suerte demoscópica del PP esté cambiando.
Por otro lado, la verdad es que este despliegue de declaraciones ministeriales ha servido para dejar claro una vez más que el argumentario del PSOE no destaca por su brillantez y su profundidad política: la mayor parte de las proclamas de los ministros no han ido más allá del ataque personal e incluso el insulto.
De hecho, desde el propio PP se han recopilado buena parte de estas declaraciones y la cifra llama la atención: en sólo un mes hasta 11 ministros se han lanzado contra Feijóo con descalificaciones, expresiones insultantes y faltas de respeto. Todo un "discurso de odio", por utilizar una expresión tan habitual en la izquierda.
Vago, ignorante, mentiroso, cínico…
Los epítetos han sido de lo más variados desde que el 25 de julio la ministra de Educación dio muestras de cierta falta de la misma al referirse al líder del PP como "el primo de Rajoy, pero vago en conocimientos".
Iceta dio un paso más allá y el siete de julio señalaba que la actuación del líder del PP era la de "un ignorante, un sectario y un incompetente". Una semana después la titular de Educación volvía a tirar de términos propios de su ramo para reclamar a Feijóo "que estudie un poco más".
Un hecho llamativo es que buena parte de esos insultos se han vertido a cuenta de la posición del PP respecto del decreto de ahorro promovido por el Ejecutivo a finales de julio, pero los populares no habían anunciado hasta el pasado lunes su intención de votar en contra.
Los otros insultos han estado relacionados con la filtración, desde el propio Gobierno, del acuerdo de renovación del CGPJ supuestamente firmado con la anterior dirección del PP, asunto por el que el pasado día 17 Bolaños acusaba a Feijóo de "no ser de fiar", dos días más tarde Morant lo llamaba "mentiroso" y lo comparaba con "líderes políticos antidemocráticos como Trump" y, ya a toda máquina, la ministra portavoz lo tachaba de "insolvencia, inmadurez, cinismo y poco sentido de Estado", rematando con un ridículo "paticorto".
"No está dando la talla"
En una línea algo menos personal e insultante, otros muchos ministros han arremetido contra el líder del PP. María Jesús Montero habló el día ocho de agosto de su "falta de liderazgo" y aseguró que "no está capacitado" ni para liderar su partido. Sólo tres días después añadía que "no está dando la talla".
Las referencias a la política interior de los populares fueron habituales, tratando de abrir una grieta entre el propio Feijóo y Díaz Ayuso. Reyes Maroto, por ejemplo, tomaba el relevo de Montero el día doce para exigirle "poner orden su casa" y criticar un supuesto "discurso pesimista y –esta palabra ha tenido mucho éxito en las huestes de Moncloa– negacionista".
A Maroto la seguía Ribera que trataba de poner el dedo en la inexistente llaga diciendo que dentro del PP "la voz cantante aparentemente la lleva Ayuso". En este mismo sentido la habitualmente desaparecida Sánchez Jiménez criticaba el "sectarismo y el egoísmo" de los populares y volvía a hablar de las diferencias entre el Feijóo y la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Finalmente, la siempre equivocada ministra de Economía, Nadia Calviño, llegaba a decir que "estoy echando de menos a Casado" –con lo que dijeron en su día del entonces presidente del PP– que se enfrentó a Ayuso.
Una táctica que ya conocemos
Llama la atención que el Gobierno y el PSOE se embarquen en una nueva campaña muy centrada en una persona y en los ataques personales, cuando una táctica similar ya la han ensayado contra otro líder popular –Isabel Díaz Ayuso– con un éxito perfectamente descriptible.
Lo cierto es que mientras el PSOE y el Gobierno trataron de machacar a la presidenta de la Comunidad de Madrid, la respuesta firme de la popular no hizo sino aumentar su prestigio y popularidad, sin que esto pareciese en ningún momento ofrecerle rentabilidad a los socialistas.
Y se trata sólo de una impresión subjetiva: el resultado pudo medirse en las urnas el 5 de mayo de 2021: el PP de Ayuso logró bastante más del doble de los votos que había tenido dos años antes, mientras que el PSOE de Gabilondo decía adios a casi un tercio de su electorado.


