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JxCat rompe con ERC: la unidad estratégica del separatismo ya es historia

Borràs carga contra Aragonès, le amenaza con una cuestión de confianza y afirma que el independentismo "cambia de rumbo".

Borràs carga contra Aragonès, le amenaza con una cuestión de confianza y afirma que el independentismo "cambia de rumbo".
Laura Borràs y Jordi Turull en la rueda de prensa tras la votación de los militantes de JxCat. | EFE

Laura Borràs, la presidenta de JxCat apartada de la presidencia del parlamento catalán al estar procesada por corrupción, ha cargado contra Pere Aragonès y ERC en la comparecencia posterior a la votación de su partido favorable a romper el gobierno autonómico de coalición. Según su lectura del resultado, "Junts, gana, Pere Aragonès pierde, ya solo tiene el respaldo de 33 diputados". Borràs, gran triunfadora junto a Carles Puigdemont, de la consulta a la militancia de JxCat ha certificado que el partido pasa a la oposición, lo que supone, en sus palabras, un "cambio de rumbo" del independentismo. Además, amenaza a Aragonès con una cuestión de confianza.

La dirigente separatista ha recordado los incumplimientos del pacto de investidura, la falta de concreciones y avances hacia la independencia y la negativa de ERC a renegociar las condiciones del acuerdo. Ante todo ello, Borràs ha presumido de "coherencia" y de "cumplimiento de nuestra palabra". JxCat sale de la consulta y del gobierno catalán con el propósito de dejar fuera del espacio independentista a ERC.

En la misma línea se ha expresado el secretario general del partido, el indultado Jordi Turull, que había mantenido una cierta neutralidad, aunque siempre se le ha encuadrado en el sector partidario de romper el Govern. "Lo hemos intentado todo y más", ha declarado. El culpable de la ruptura del independentismo, que permanecía teóricamente desde 2015, ha sido ERC, es el resumen de Turull.

Desde que Convergencia y ERC acordaron una candidatura conjunta en julio de 2015, las facciones separatistas habían mantenido una suerte de coordinación que tuvo su máxima expresión en el golpe de Estado de 2017. En las elecciones del 155, en diciembre de 2017, los independentistas volvieron a concurrir separados, pero formaron un gobierno de coalición para impedir que Ciudadanos, que ganó las elecciones, formara gobierno.

De Junts pel Sí a Torra y Aragonès

A pesar de las graves diferencias entre posconvergentes y republicanos, siempre mantuvieron la conexión y la alianza de fondo. Así, al gobierno de coalición de Torra le sustituyó el gobierno de coalición de Aragonès, fruto de los resultados de las elecciones del 14 de febrero del año pasado. Esto se acabó este viernes, tras conocerse los resultados de la consulta interna de JxCat, 55,73% de los votos a favor de la ruptura frente a 42,39% en contra.

Según Turull, los consejeros de JxCat han empezado ya a renunciar a sus cargos. Al menos cuatro de los seis que permanecían en el Govern tras el cese de Jordi Puigneró eran partidarios de permanecer en el ejecutivo. El de Economía, Jaume Giró, particularmente, quien aún este viernes por la mañana hacía declaraciones sobre la elaboración de los presupuestos autonómicos y una modificación de tramos en el impuesto de patrimonio. También era partidaria de la permanencia Victòria Alsina, de Acción Exterior.

Pere Aragonès ya prepara una remodelación del gobierno autonómico y descarta el anticipo electoral que le reclaman ya desde JxCat. Los comunes, la versión catalana de Podemos, se ofrecen a entrar en el gobierno de la Generalidad y el PSC garantiza la estabilidad.

Alivio en ERC

ERC tenía más que prevista la salida de JxCat. De hecho, Aragonès aprovechó la insinuación de una cuestión de confianza por parte del portavoz posconvertente en el debate de política general en la cámara autonómica para cesar al vicepresidente, Puigneró, y desencadenar una crisis que ha durado casi dos semanas. Los republicanos estaban hartos de los palos en las ruedas de JxCat, empezando por el boicot a la mesa de diálogo y negociación con el Gobierno de Pedro Sánchez.

A partir de ahora es previsible que la guerra soterrada que sostenían posconvergentes y republicanos desde ya antes del 1 de octubre de 2017 aflore con toda su crudeza. Que Junqueras y Puigdemont no se hablen desde la fuga del segundo puede quedar en una anécdota menor, dada la envergadura del ajuste de cuentas que se avecina en el independentismo.

La estabilidad del gobierno regional está garantizada. La ruptura entre JxCat y ERC, descontada. Desde 2017 formaban una especie de matrimonio de conveniencia forzado por las estériles victorias de Cs primero y PSC después. El proceso separatista pasa de pantalla, según la terminología independentista.

Réplica de Aragonès

El presidente de la Generalidad ha comparecido poco después de las nueve para replicar el discurso de Laura Borràs. "Se trata de que gane el país", ha dicho en alusión a las declaraciones de la presidenta de JxCat en las que ha dicho que el perdedor de la consulta entre los afiliados era Aragonès, que ha pasado de tener el apoyo de 72 diputados (JxCat y CUP) a solo 33, los de ERC.

Aragonès ha dicho respetar la decisión de JxCat, pero no compartirla, ha agradecido el trabajo de los consejeros salientes y ha acentuado la gravedad del contexto económico para censurar la posición de JxCat. "A la ciudadanía no se le sirve abandonando las responsabilidades de gobierno", ha deslizado en su comparecencia. También ha descartado de plano la posibilidad de unas elecciones anticipadas. "En los próximos días renovaré el Govern. Iniciamos una nueva etapa con seguridad, confianza y responsabilidad", ha declarado el dirigente de ERC. Ha apelado a la responsabilidad de los partidos para favorecer la estabilidad de un ejecutivo autonómico cuya continuidad queda en manos del PSC.

La guerra entre las facciones separatistas entra en una nueva fase. ERC gobernará en minoría y JxCat pasa a la oposición, algo que las diferentes siglas herederas de Convergència no conocían desde 2011, cuando Mas logró reconquistar la Generalidad tras el periodo de siete años del tripartito de izquierdas, la fórmula que vuelve a erigirse como clave en la gobernabilidad de Cataluña.

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