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ERC y Junts, la unidad imposible: Puigdemont esgrime su propia agenda frente a Sánchez

La formación republicana tropieza en su intento de formar un frente común y teme la repetición de las elecciones.

La formación republicana tropieza en su intento de formar un frente común y teme la repetición de las elecciones.
Puigdemont y su abogado Gonzalo Boye, atendiendo a periodistas. | EFE

Carles Puigdemont, el presidente de la Generalidad prófugo, ha tomado las riendas de las negociaciones de cara a la formación de la mesa del Congreso y una hipotética investidura de Pedro Sánchez. Sus mensajes extremadamente críticos contra el Gobierno y las ofertas de tanteo de los socialistas y de Sumar son la evidencia palmaria del papel del evadido en los contactos. Ningún otro dirigente de Junts se ha manifestado sobre particularidades de la política nacional en los últimos días más allá de mostrar su fidelidad a Puigdemont y una prudencia extrema a la hora de dar por sentada la investidura de Sánchez para evitar dar otra oportunidad al centroderecha.

El protagonismo de Puigdemont es incompatible con los intentos de ERC por formar un frente común para negociar la mesa y la investidura. En una situación de extrema debilidad, la formación republicana teme que una repetición electoral acabe por hacer trizas al partido tras los sonoros fiascos de las elecciones municipales y de las generales. Al presidente de la Generalidad, Pere Aragonès, se le atribuye un papel secundario y más aún a Rufián, al que se atribuye buena parte del fracaso en las elecciones generales.

La intención de los republicanos es restaurar la unidad perdida del independentismo con una oferta que incluye todas las peticiones de máximos, la amnistía y la autodeterminación, pero que incide también en cuestiones "prácticas" como la inmensa deuda de la Generalidad, un concierto económico a la vasca, el traspaso de los trenes y la red de cercanías, el control de los aeropuertos o el traspaso de las competencias fronterizas y de vigilancia marítima.

Desdén frente a los indultos

Sin embargo, las ambiciosas pretensiones de ERC contrastan, según Junts per Catalunya (JxCat) con el escaso botín obtenido tras la pasada legislatura. En Junts desdeñan los indultos, incluso dirigentes como Jordi Turull, el secretario general, Josep Rull o Joaquim Forn, beneficiarios directos de la medida de gracia de Pedro Sánchez, critican la reforma del Código Penal y llegan a decir de ella que criminaliza a las bases del independentismo y despotrican contra ERC porque les dejó fuera de la mesa de diálogo y negociación. Por si no fuera suficiente, reprochan al partido republicano sus pactos con los socialistas en municipios y diputaciones tras las elecciones municipales.

La unión que exhibieron Xavier Trias y Ernest Maragall en la alianza ERC-Junts en Barcelona para la frustrada operación de hacerse con el Ayuntamiento resultó un espejismo y más tras haber entrado ERC en el gobierno del PSC y los comunes en la Diputación condal.

Además, en Junts atribuyen la estrategia del frente común de ERC a los designios del PSOE, que vería más fácil negociar con el independentismo unido que por separado, aunque la lista de peticiones sea muy similar. Los dos grandes líderes del golpe de Estado, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, aún no han restañado las heridas de los complots y las traiciones entre ambas facciones del separatismo antes, durante y después del golpe. Ni siquiera se hablan.

La estrategia de Puigdemont pasa por la exaltación de su figura como referente común del independentismo y la "legitimidad" catalana y por colocar a Sánchez en la posición más incómoda posible. De momento, no hace caso a voces como la de Artur Mas, que le ha exigido que sea "inflexible, pero no intransigente".

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