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Puigdemont, el negociador que enseña algunas de sus cartas en 9 mensajes de la red social X

El prófugo convierte la red de Musk en su canal favorito para arremeter contra el PSOE y encarecer el precio de la Mesa y la investidura de Sánchez.

El prófugo convierte la red de Musk en su canal favorito para arremeter contra el PSOE y encarecer el precio de la Mesa y la investidura de Sánchez.
El expresidente catalán fugado, Carles Puigdemont. | Europa Press

Carles Puigdemont, el expresidente de la Generalidad fugado en Bélgica tras el golpe de Estado separatista, es periodista de profesión y uno de los políticos más aficionados a utilizar Twitter, ahora X, para dar a conocer su opinión y fijar posiciones políticas. Sus mensajes en la red social de Elon Musk son, además, mandamientos y avisos a navegantes para sus propios correligionarios y también para los rivales. Durante estas intensas semanas de aproximaciones, contactos y finalmente negociaciones con el PSOE y Sumar, el dirigente separatista ha convertido la red en su sala de prensa. Ahí es donde ha emitido largos comunicados, pastoreado a sus fieles y encarecido el precio de los votos de sus diputados en Madrid tanto para la Mesa del Congreso como para una hipotética investidura de Pedro Sánchez.

Tras una larga temporada en el ostracismo, empujado por la inquina de Oriol Junqueras y el desprecio del líder socialista, Puigdemont ha dado cuenta de su venganza con mensajes donde destilaba dosis de amargura, desconfianza, ortodoxia independentista, así como impartía órdenes y daba pautas en torno a su condición de árbitro absoluto de la política nacional. Y lo ha hecho a través de muchos mensajes, nueve de los cuales son los más significativos para intentar entender qué piensa Puigdemont y qué puede pasar en esta legislatura.

Batacazo electoral y lamento

El primero de sus mensajes el día después de las elecciones del 23-J ya era toda una declaración de intenciones. Tras reírse de "politólogos espabilados", "tertulianos diversos", "apologetas de la abstención" y demás "expertos", avisaba de que sólo se debía a sus votantes y que "por eso no votamos la investidura de Pedro Sánchez, ni sus presupuestos, ni sus reformas-trampa; por eso no estuvimos en la farsa de la mesa de diálogo ni pactamos los indultos; por eso salimos del gobierno de la Generalidad; por eso el PSC pactó con PP quitarnos la alcaldía de Barcelona y por eso no hemos pactado las diputaciones con el PSC".

Tras esa declaración y en relación a los resultados obtenidos por su partido en las generales, asegura que "no somos infalibles, no siempre acertamos. Pero dentro de la imperfección, podemos presentar un alto grado de responsabilidad, coherencia y fidelidad, que es lo que explica nuestra resiliencia a pesar de la pérdida de votantes y de un diputado". Y concluía así: "Mañana será otro día (en el exilio también) y debemos continuar defendiendo Cataluña contra los que quieren liquidar la lengua, la cultura y la nación".

Comenzaba así una larga retahíla de mensajes que han marcado, agitado y en algunos momentos animado el camino hasta este 17 de agosto, fecha de la constitución del Congreso.

El subidón del recuento

Ese mismo 24 de julio y en relación a una petición de la Fiscalía para que se renovara la orden de detención europea contra el expresidente catalán, el aludido reaccionaba con un mensaje en inglés: "Un día eres decisivo para formar Gobierno en España y al día siguiente España ordena tu arresto". Lo que no comentó es que el magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena se abstuvo de ejecutar esa euroorden a la espera de la decisión definitiva del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre su inmunidad como eurodiputado.

Dos días después, Puigdemont se entregaba a una larga digresión sobre la naturaleza de la política en España. Al respecto, arrancaba así su mensaje: "España se conforma con ser una percepción de la realidad y no una realidad contrastable. Por eso la política se decide sobre todo en los medios de comunicación y no tanto en el Parlamento. Los guardianes del relato son más influyentes que la voluntad popular, con frecuencia minusvalorada por el peso de la tradición iliberal de la política española".

A continuación añadía: "Por eso tienen que hacer campañas publicitarias sosteniendo que España es una democracia plena, no tanto porque lo sea realmente, que no lo es, sino para que haya la percepción de que lo es. Como eso de pretender que la monarquía española es ejemplar, o que la justicia es independiente, o que es el Estado más descentralizado del mundo o que los niños no pueden hablar en castellano en los patios de las escuelas catalanas. Meras percepciones con las que colonizan el imaginario de los españoles y de parte de los europeos, Parlamento incluido".

Para terminar el mensaje, hablaba de su situación judicial en estos términos: "La percepción que han construido sobre mi culpabilidad es tan eficaz que se olvidan del pequeño detalle de que ni tan solo he sido juzgado y, por tanto, no existe ninguna condena". Y es que entre otras cosas Puigdemont sostiene que él no huyó de España porque cuando se fue a Bruselas no había ninguna orden de detención contra él, obviando el detalle de que estaba citado en la Audiencia Nacional junto a los miembros de su gobierno.

Chantaje político

Metidos ya de pleno en harina, Puigdemont reaccionaba al cambio de equilibrios tras el recuento del voto emitido desde el extranjero que otorgaba un escaño más al PP en la circunscripción de Madrid en detrimento del PSOE. Y tras constatar que ya no era suficiente la abstención de los siete diputados de Junts para investir a Pedro Sánchez, se entregaba a una larga serie de lamentos sobre su situación personal en los últimos años: En estos cinco años y nueve meses que llevo en el exilio he recibido amenazas cada semana, he sido objeto de campañas de difamación vergonzosas, de artículos vomitivos sobre mi y mi familia, de dosieres policiales debidamente filtrados involucrándome en tramas delirantes, me han detenido dos veces y me han colocado aparatos de seguimiento en el coche, han infectado con Pegasus a todo mi entorno, incluyendo el móvil de mi esposa, me han presentado como un populista, eurofóbico y xenófobo y últimamente se lleva el término resentido e irrelevante...".

El mensaje continuaba con más lamentos, pero también incluía anotaciones políticas relevantes de cara a la negociación. Así, Puigdemont alegaba que "quien crea que ejerciendo presión o practicando directamente el chantaje político obtendrá algún beneficio táctico, se puede ahorrar el esfuerzo. Al menos en mi caso". También decía que explicaba todas esas situaciones para que constatar "que efecto me puede causar el hecho de que digan que si Junts no vota a Pedro Sánchez me caerá el mundo encima y vagaré como un alma en pena".

Para él, todas las presiones eran circunstanciales e inútiles y lo que se trataba de resolver era el "conflicto" entre Cataluña y España entendidas como dos sujetos políticos diferentes.

Puigdemont señala al Gobierno

Los días siguientes los dedicó Puigdemont a comentar dos noticias que a su juicio revelaban la verdadera naturaleza del poder socialista. La primera hacía alusión a un fallo del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en el que instaba a una escuela de Gerona a aplicar la sentencia del 25%. Al respecto clamaba que "van deconstruyendo consensos sociales y políticos por mero supremacismo lingüístico y aún piden que les continúen extendiendo cheques en blanco porque hay que frenar a la derecha". Y avisaba: "No se puede repetir este esquema si se quieren obtener resultados diferentes".

Un día después, el 3 de agosto, arremetía contra la propuesta de Yolanda Díaz de introducir el catalán en los usos lingüísticos del Congreso y cargaba de paso contra el PSOE, a cuyos dirigentes definía como "maestros del filibusterismo parlamentario" y a quienes acusaba de haber frenado sine die una proposición para que se hablara catalán en el Senado. Se acercaban las horas definitivas y Puigdemont mostraba su lado más duro y beligerante contra la coalición socialcomunista que trataba de seducir al independentismo.

La lista de Puigdemont

Una portada del ABC titulada "La lista de Puigdemont" excitaba el 8 de agosto la pasión tuitera del prófugo. En dicha lista se recogían algunas de las reivindicaciones planteadas en el propio programa electoral de Junts per Catalunya (JxCat), pero eso no era óbice para que Puigdemont tratara de hacer befa del diario de Vocento. "Me parece que el Chat GPT inventa menos que la portada del ABC. Debo decir que ya no me sorprende nada, pero que una trola de esta magnitud sea la portada de un diario clásico, de esos que se supone que tiene oficio, ha superado todo lo que podía prever. Supongo que a partir de ahora tendremos una legión de comentaristas, analistas y puede que también estrategas de partido trabajando sobre esta lista, que tiene la misma veracidad que la muerte de José Luis Perales".

Comienza la negociación

Ha sido esta semana, la de la constitución del Congreso, cuando Puigdemont ha intentado ser más concreto en sus advertencias sobre las negociaciones. Así, arrancaba el lunes con un mensaje que cuestionaba el optimismo de socialistas y Sumar sobre el primero de los asuntos a tratar, la Mesa del Congreso. Y al respecto comentaba que "encarar una negociación a través de declaraciones públicas no es nuestra opción. Puede que por eso, a medida que se acercaban días decisivos, como este próximo 17, crece el nerviosismo y sube la subasta. Y se disparan las especulaciones. Paciencia, perseverancia y perspectiva".

Ya en la víspera del comienzo de la XV legislatura, este miércoles 16, Puigdemont lanzaba otra carga de profundidad para desquiciar, aún más, a los negociadores del PSOE y Sumar. En el mensaje, exigía "hechos comprobables antes de comprometer ningún voto" y destacaba que "la Mesa del Congreso, para nosotros, no va de tener un cargo dentro, ni tampoco va de la investidura". También mostraba su extrema desconfianza en Pedro Sánchez y, ya de paso, en el PP. "No tenemos ninguna confianza en los partidos políticos españoles, toda precaución es poca y las promesas no nos calientan ni nos enfrían".

Puigdemont se mostraba desengañado a pocas horas de la decisión a adoptar en la ejecutiva telemática de su partido sobre la candidatura de la socialista Francina Armengol a presidir el Congreso. Y trataba además de desligar la negociación de la Mesa de la relativa a la investidura al afirma que su desconfianza tanto hacia referencia al órgano rector de la cámara baja "como a acuerdos de más calado, como sería el de la investidura.

En suma, una colección de tuits destinada a generar incertidumbre, fijar la atención de todos los partidos en Waterloo, menoscabar el papel negociador de ERC, pasar cuentas con sus adversarios, reírse de todos, humillar a Pedro Sánchez y explotar su condición de árbitro supremo de la política española. Y todo eso sin mencionar explícitamente las palabras amnistía y autodeterminación.

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