La Ley de Amnistía sigue avanzando, no sin tener trabas por el camino. El mal hacer de los socialistas y la sinceridad de los xenófobos de Junts han abierto los ojos a la Unión Europea, que no permitirá bajo ningún concepto que se acabe con la democracia en un país miembro, ni mucho menos se cambie la definición de terrorismo. El PSOE anunció está semana que hay dos tipos de terrorismo. Uno viola los derechos humanos y otro, otorga siete votos para mantenerse en la Moncloa.
Ya no es un secreto que Puigdemont quiere la cabeza de los jueces españoles. Desde las elecciones del 23 J, Junts no ha perdido tiempo en señalar a los jueces que, a su parece, han hecho lawfare y los han condenado injustamente. Míriam Nogueras escupe odio por su boca contra los jueces cada vez que hace una declaración institucional. Mientras tanto, el presidente del Gobierno agacha la cabeza humillado, pues sabe que cualquier reprimenda contra los golpistas significa automáticamente salir de la Moncloa. Es un hecho tan obvio, que hasta ministros del Gobierno han señalado en la misma línea de los golpistas a jueces como es el caso de Teresa Ribera al juez García-Castellón.
Yolanda Díaz vive en un piso de 443 metros cuadrados en el Paseo de la Castellana, la vicepresidenta del Gobierno dijo que "vivir en Madrid es una condena". "Yo soy galega, veo el mar...". "Estamos en Barcelona y hay mar, y en Madrid no hay mar", continúa la vicepresidenta y ministra de Trabajo gesticulando mucho. "Y el mar ya sabes que..." dice moviendo las manos sin ningún sentido y sin terminar la frase. Le interrumpe el presentador diciéndole que "en Madrid no hay mar todavía, porque como se pongan", a lo que replica Díaz: "Son capaces".
Con declaraciones como estas, en un país en el que vivir de alquiler o comprar una vivienda es misión casi imposible, Yolanda Díaz consigue dar la imagen de lo que es: una privilegiada sin empatía que considera una condena vivir en Madrid en un pisazo gratis de 443 metros cuadrados... porque es galega y no puede ver el mar. Un insulto para tanta gente, especialmente joven, que ni en sueños podría vivir en una vivienda como la que disfruta Yolanda Díaz en una ciudad como Madrid. A la gratuidad para la vicepresidenta, hay que sumarle los servicios que van incluidos con vivienda: cocinero, comida, limpieza... otra líder comunista que vive como una auténtica millonaria mientras el pueblo se muere de hambre.