En un acto inusual, Ferraz compartió la foto de la cúpula del partido y del Gobierno siguiendo el escrutinio en la sede federal. Una sonriente vicepresidenta, María Jesús Montero, y un alegre ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, observan junto al director de Comunicación del PSOE, Ion Antolín, la televisión. A su lado, el secretario de organización, Santos Cerdán, enseña los datos que tiene en el ordenador a la portavoz del partido, Esther Peña, y a su mano derecha, Juan Francisco Serrano.
En el PSOE creen que tienen motivos para ser optimistas. Las elecciones catalanas eran también el mejor termómetro para medir si tenía éxito la política de Sánchez de alianzas con los separatistas y de cesiones tan notorias como la ley de amnistía. Una norma que desgastó a los socialistas internamente y también en los sondeos. El riesgo era elevado. Si los independentistas volvían a sumar mayoría absoluta, se podría reactivar de nuevo el procés con Carles Puigdemont al frente de la Generalidad.
Al final, los separatistas se quedaron en sólo 61 asientos. De ahí que, nada más arrancar su discurso, el candidato ganador, Salvador Illa, hiciese copartícipe de su éxito a Sánchez "por las políticas seguidas por el Gobierno". Un guante que recogían en Ferraz donde la portavoz, Esther Peña, terciaba que se ha "demostrado que los socialistas estábamos en el buen camino. Recuperar la convivencia en Cataluña merecía la pena".
Éste será uno de los argumentos del PSOE durante los próximos días y es que creen que el resultado en Cataluña, con el hundimiento del separatismo tras décadas sumando mayorías, "recibe hoy un aval y un impulso muy importante". "La campaña en Cataluña ha sido como la de cualquier otro territorio. Servicios públicos, salarios, empleo… las cosas que importan en el día a día de los catalanes. Eso ya es pasar página y abrir un tiempo nuevo", tercian en la dirección federal.
Puigdemont, amortizado
En la sede del PSC ponían el foco en una de la propuestas estrella de Puigdemont. Durante la campaña, el líder de Junts aseguró que, si no conseguía el Gobierno, se retiraría de la vida política. Ahora lo tiene muy complicado ya que los separatistas están a seis escaños de la mayoría absoluta.
"Si es consecuente, tiene que retirarse", celebra una fuente socialista que esperaba que, con su marcha, se abra una nueva etapa al frente de Junts, y que al frente del principal partido independentista ya no esté el prófugo que declaró la independencia en 2017. Ni en el PSC, ni en el PSOE quieren romper los lazos con Junts, cuyo voto resulta esencial para sostener al Gobierno de Sánchez, y puede que también entre en la geometría alternativa de Illa si quiere formar un Ejecutivo.