Ada Colau, la eterna promesa de la izquierda catalana para aspirar a todo, dejará el Ayuntamiento de Barcelona en los próximos días o semanas, según coinciden todos los medios. Pero eso no significa que vaya a abandonar la política. Ni mucho menos. La intención de la exalcaldesa sería la de volverse a presentar en las próximas elecciones municipales, de aquí a algo menos de tres años. Sin embargo, los rigurosos estatutos de la formación de Colau le obligan a dejar el asiento de concejala para poder optar de nuevo a la alcaldía de Barcelona.
Pero Colau se reserva una última carta: la posibilidad de aplazar la dimisión. Según unas fuentes, la intención de Colau sería anunciar sus planes ante la militancia en la fiesta del décimo aniversario de su formación, Barcelona en comú. El diario El País da por seguro que abandona y que su destino es Milán, donde tendría una oferta para dar clases de la Fundación Feltrinelli, propietaria de la editorial Anagrama.
El movimiento es calcado al que hizo Pasqual Maragall, quien nada más abandonar la alcaldía en 1997 se fue un año a Roma a dar clases. Aquel periodo le sirvió para diseñar el que sería su salto a la política autonómica.
Colau no ha encontrado acomodo fuera del gobierno municipal y es el mayor impedimento para que el alcalde, el socialista Jaume Collboni, permita la entrada de los comunes en su equipo de gobierno en correspondencia por los años en que el PSC formó parte del equipo de gobierno de Colau. Tras perder las elecciones se apuntó que Colau iba a ser la próxima ministra de Vivienda por la cuota de Yolanda Díaz. También se barajó la posibilidad de que liderara la candidatura europea de Sumar, pero sistemáticamente cerró esas puertas con el argumento de que quería pasar más tiempo con la familia después de ocho años de alcaldesa.