
"Cuando el independentismo le falle, cuando hasta a usted le supere la legislatura, y ocurrirá, no me busque", fue la advertencia que Alberto Núñez Feijóo le lanzó a Pedro Sánchez durante el debate de investidura que le hizo presidente del Gobierno. Apenas un año y medio después parece que ese momento ha llegado y el PP se encuentra ante la encrucijada de hacer valer la amenaza lanzada por el líder de su partido o aplicar lo que consideran "sentido de Estado" para apoyar a los sectores afectados por los aranceles.
Un respaldo que supone salvar al Gobierno del agujero en el que se metió por propia voluntad cuando firmó un pacto de legislatura con Sumar, Junts, ERC, PNV, BNG, Bildu, Podemos y BNG. Un acuerdo endiablado que abocaba al PSOE a tener que ceder a las exigencias de sus socios, completamente insaciables y, a menudo, incapaces de acordar una posición común por tener intereses cruzados. La última prueba, la petición de Junts para que un 25% de las ayudas contra los aranceles se quede en Cataluña.
La cesión podría dinamitar un posible acuerdo con el PP, en una estrategia similar a la de hace cuatro años, cuando ambos estuvieron a punto de pactar el CGPJ y María Jesús Montero anunció los indultos a los separatistas del 1-0 en plenas negociaciones, impidiendo el pacto que acabó cerrándose tres años después. El PP critica duramente el acuerdo arancelario con Junts pero no retira la mano tendida para seguir dialogando, si les llama el Ejecutivo, dicen estar a la espera de conocer el detalle del pacto y evitan desvelar el sentido de su voto.
El precedente del Ómnibus
El PP ya sentó un precedente cuando aprobó el Decreto Ómnibus que incluía medidas a favor de los jóvenes y los pensionistas, pero también la cesión del Palacete del PNV. Lo hizo en la segunda votación, cuando su respaldo ya no era necesario porque el Ejecutivo había pactado el apoyo de Junts, y tras un intenso debate interno en la dirección del partido, porque implicaba rectificar su postura inicial y votar con Sánchez..
Para sacar adelante las medidas contra los aranceles de Trump, el voto del PP podría ser clave si Podemos lleva su rechazo hasta las últimas consecuencias y vota en contra del Decreto. Es aquí donde las dos almas del partido de Feijóo afloran: los considerados "moderados", más pragmáticos, y los llamados "duros", más idealistas. El clima inicial de entendimiento creado por el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, y el vicesecretario económico del PP, Juan Bravo, parecía inclinar la balanza hacia los primeros, especialmente cuando, a pesar de considerar insuficientes las medidas del Gobierno o un agravio comparativo, los efectos de no aprobarlas podrían serían peores para los sectores afectados.
"Cuestión de país"
Con ellos se reunió Feijóo en la sede de la calle Génova, además de con consejeros autonómicos, y ante ellos presentó su propio Plan contra los aranceles. El Gobierno ha incluido apenas dos propuestas menores en el primer Decreto aprobado pero se abre a seguir dialogando y negociar para incorporar más iniciativas, lo que abre la puerta a un posible pacto de Estado, como pedía el líder del PP, aunque rechazan las cesiones a Junts. "Es una cuestión de país", dijo de forma reiterada el lunes Feijóo, apelando en varias ocasiones a la "unidad" de las administraciones implicadas, y de los principales partidos de gobierno.
El gesto de retocar el Decreto en Consejo de Ministros ha sido bien acogido por el PP, aunque con cautela, ya que piden más pasos. Se guardan, de momento, el sentido de voto al texto que deberá ser convalidado por el Congreso en el plazo máximo de un mes. La primera prueba de fuego, este jueves, cuando se vota el Plan Moves de ayuda al coche eléctrico, aprobado hace tiempo por el Gobierno pero que se ha incluido dentro de los 14,000 millones de euros anunciados por Pedro Sánchez para paliar los efectos de los aranceles. Si los de Feijóo lo apoyan, inaugurarán un nuevo tiempo nunca visto antes en la Legislatura: la de los dos grandes partidos limando asperezas y acercando posturas, a pesar de las zancadillas del Gobierno.
Algo que fue imposible de ver durante la ronda de contactos que Sánchez mantuvo con los grupos para el aumento del gasto en defensa. El ninguneo a Feijóo, al que dio el mismo trato que a Bildu, hizo saltar por los aires cualquier tipo de acuerdo, aunque el PP no rechaza de plano apoyar este punto, si finalmente el Ejecutivo pasa por el Congreso de los Diputados, como parece obligado a hacer para acogerse a la flexibilización de las reglas fiscales que impone Europa.
Con vistas también a tener que recurrir, otra vez, al PP, Sánchez eligió a su ministro más "técnico", Carlos Cuerpo, para negociar con el PP, relegando a María Jesús Montero y Félix Bolaños, con mayor peso político pero que van siempre al choque con Feijóo. Gestos que avanzan un posible deshielo entre ambas partes para "cuestiones de Estado" y que, al mismo tiempo, podrían demoler el muro con el que Sánchez inauguró la legislatura, dejándole a merced de los populares al ser incapaz de rearmar la mayoría que le aupó a la Moncloa.

