
El Partido Popular de Asturias retoma su proyecto de Ley de Patrimonio Sensorial con la que pretende blindar legalmente los olores y sonidos propios del campo, incluyendo el canto de los gallos al alba, el poderoso mugido de las vacas o el olor del estiércol y el heno, para preservarlos como parte de la cultura tradicional asturiana.
La propuesta ya se presentó el pasado mes de marzo pero no logró los apoyos suficientes en la Junta General. Ahora vuelve a escena con el respaldo de ganaderos y agricultores agrupados en la plataforma Asturias Ganadera, que ha pedido al PSOE, a IU-Convocatoria por Asturies y a la diputada del grupo mixto, Covadonga Tomé, que "recapaciten" y apoyen la medida.
La propuesta puede parecer insólita, pero esconde una intencionalidad evidente: proteger a los habitantes de los pueblos y evitar futuros litigios con los turistas que no comparten los usos y costumbres de la España rural. De hecho, el texto, elaborado por el exletrado de la Junta Ignacio Arias y su hija Marina, se inspira en la ley francesa de 2021 que protege los sonidos y olores del medio rural galo tras la célebre disputa por el gallo Maurice, cuyo canto acabó en los tribunales por provocar molestias a unos veraneantes.
Problemas de convivencia
Los ganaderos denuncian que muchos visitantes entran en prados, cortan alambradas o dejan perros sueltos cerca de reses, a menudo por simple desconocimiento del riesgo. En las zonas turísticas, bloquean accesos o pistas agrícolas con el coche. Otras veces, simplemente no aceptan "incomodidades" propias de la vida en el campo como el olor a purines, los ruidos de los animales o que estos deambulen libremente.
De esta forma, la ley busca proteger a los autóctonos y resolver de forma anticipada los conflictos de la convivencia, a veces tensa, entre los habitantes del campo y los urbanitas que disfrutan de una escapada rural.
El inventario sensorial que hay que proteger incluye trece sonidos animales (el perro, el gallo o la cabra), catorce ruidos de maquinaria y herramientas agrícolas, y seis olores característicos: estiércol, purines, gallinaza, silo, humo y pelo quemado. En definitiva, una radiografía sensorial del alma rural asturiana elaborada por los Arias.
El diputado popular Luis Venta Cueli será quien lleve de nuevo la propuesta a la Junta General del Principado. El PP confía en que esta vez "el sentido común se imponga" y la izquierda asturiana abandone sus "prejuicios ideológicos" contra el sector primario.

