
Desde el mayor fraude electoral en la historia reciente de Venezuela, el Gobierno de Pedro Sánchez ha optado por una calculada equidistancia, evitando toda condena y guardando un clamoroso silencio ante un fraude electoral que, el pasado 28 de julio de 2024, dio como vencedor al dictador Nicolás Maduro.
Lejos de sumarse a la oleada de denuncias internacionales por la falta de garantías, represión y manipulación del proceso electoral, el Ejecutivo español prefirió mirar hacia otro lado. Más aún, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que llegó a felicitar públicamente al tirano venezolano, instando a "reconocer el resultado" mientras las calles de Caracas ardían bajo la represión de las fuerzas chavistas.
Este silencio cómplice de Moncloa contrasta ahora con el eco mundial que ha tenido el Premio Nobel de la Paz concedido a María Corina Machado. Una mujer inhabilitada, perseguida, y símbolo indiscutible de la resistencia democrática frente al chavismo.
La concesión del Nobel de la Paz a María Corina Machado pone en evidencia la afinidad del Gobierno con el régimen de Nicolás Maduro, siendo una muestra clara de ello que Pedro Sánchez aún no haya felicitado públicamente a la líder opositora. Esta connivencia también se refleja en la figura del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, recientemente reivindicado por Maduro como "un hombre honorable", elogio que pone de manifiesto sus estrechas relaciones y negocios.
La figura de Zapatero durante el proceso fraudulento que supuso los comicios venezolanos fue valorada de manera positiva por el Gobierno de Pedro Sánchez. Desde Moncloa se "apreció y reconoció" la labor del expresidente, a pesar de que su actuación fue ampliamente cuestionada por la comunidad internacional y la oposición venezolana, que lo acusan de ser "agente de Maduro".
La complicidad entre Sánchez y el círculo cercano al chavismo se vio reafirmada en septiembre de 2024, cuando el Congreso de los Diputados fue testigo del voto en contra por parte del PSOE y del resto de fuerzas de izquierdas para reconocer a Edmundo González Urrutia como presidente legítimo de Venezuela, mientras cientos de venezolanos reivindicaban frente a la Cámara Baja la victoria del líder opositor.

